En tres años de trayectoria de esta publicación, el tema de la salud mental ha sido tratado aquí en contadas ocasiones, a pesar de ser algo muy presente a nuestro alrededor y que nos afecta a todo el mundo en mayor o menor medida. Por eso este mes, aprovechando la reciente emisión de un programa de Radio Cabezas de Tormenta centrado en el tema (no 55 www.cabezasdetormenta.org), hemos decidido abordar esta cuestión esta vez de una manera propositiva, dando a conocer una herramienta para afrontar el sufrimiento psíquico: los grupos de apoyo mutuo en salud mental
Es aceptado como un hecho indiscutible que todo lo relativo a la salud mental de las personas es un terreno reservado a ciertos profesionales “psi”, que son los/as únicos/as capaces y con legitimidad para conocer y enfrentarse a los problemas de la mente humana. La realidad, en cambio, muestra el fracaso de estas disciplinas, con un número cada vez mayor de personas afectadas por este tipo de problemas y sin ningún tipo de respuesta real por su parte, limitándose a prescribir fármacos y criminalizar la enfermedad mental a través de la legislación (un ejemplo de ello es la última reforma del código penal, de la que hablamos en el siguiente artículo). Por eso es natural que la gente busque las respuestas por otro lado, y es ahí de donde surgen propuestas como la de los grupos de apoyo mutuo
En estos grupos, personas con problemas y situaciones vitales similares se encuentran y comparten sus experiencias, intercambian información y recursos, asumen responsabilidades recíprocas, buscan estrategias colectivas, etc., partiendo de la base de una comunicación horizontal, entre iguales. Esto es lo que los diferencia de otro tipo de grupos como los de autoayuda, donde existen personas con una marcada autoridad sobre el resto y relaciones de tutela. En los grupos de apoyo mutuo puede existir la figura de un/a moderador/a o facilitador/a, alguien que aporta una asesoría específica y puntual cuando el grupo de forma consensuada así lo requiere y lo estima necesario (bien sea por los conocimientos que pueda aportar en un terreno determinado o por su capacidad para articular el encuentro cuando no hay una experiencia previa por parte de los participantes), pero que nunca se sitúa por encima del resto ni goza de ningún privilegio o protagonismo especiales
Y es también este rasgo, su horizontalidad, el factor quizás más determinante de su éxito. Buscarse entre iguales, encontrarse cara a cara con personas que padecen el mismo sufrimiento que tú, permite crear un espacio de seguridad en el que la palabra fluye y se conquista autonomía… y por tanto, salud
En el sistema de salud mental (incluso aunque existan terapeutas competentes o con buenas intenciones) la persona “enferma” recibe pasivamente un tratamiento y no tiene capacidad de tomar la iniciativa. El hecho de compartir una determinada clase social, unas condiciones de vida semejantes y determinados dolores psíquicos permite la puesta en común de herramientas y saberes que nos son vedados simplemente por la falta de tejido social. Por poner un ejemplo, hablar sobre la medicación que se ha tomado, sus efectos, etc., puede sacar a la luz conocimientos muy útiles, y es que las personas psiquiatrizadas son las verdaderas expertas en aspectos como el efecto de los psicofármacos y el trato con las instituciones vinculadas a la salud mental (desde los ingresos en unidades hospitalarias hasta las medidas judiciales, pasando por el trato con trabajadores sociales o algo tan útil como la gestión de una baja laboral)
“Entendemos que la dignidad surge cuando las personas se juntan y dejan de delegar sus vidas a la par que dejan de velar únicamente por sus propios intereses. Apostamos por un camino lleno de obstáculos, pero aun con todos los errores que sabemos que podemos cometer y que cometeremos, intuimos que entre iguales se vive más y mejor. Una intuición que guía la vida y que no dejaremos de gritar al viento. Porque quien de verdad piense que en estos tiempos en que vivimos no hace falta gritar, ese… ese sí que está jodido de la cabeza y no nosotros”.- Primeravocal.org
Un ejemplo de estos grupos es la red de grupos de escuchadores de voces “Hearing Voices”, fundada en Inglaterra pero con una gran cantidad de grupos autónomos dispersos en muchos otros países. Esta red, que a pesar del nombre incluye a personas que experimentan otros tipos de sufrimientos psíquicos, además del objetivo básico de generar salud en cada uno de los grupos que la conforman, realiza desde hace años una gran labor de divulgación tratando de dar a conocer esta herramienta y de mostrar que funciona (algo que no solo se lleva a cabo en el plano estrictamente práctico, sino que también se difunde en el ámbito académico, con la participación y elaboración de investigaciones que arrojan datos empíricos positivos a favor de la autoorganización)
La principal dificultad que se encuentran las herramientas de apoyo mutuo es la de vencer las resistencias que se oponen, por un lado, desde el ámbito profesional de la salud mental, que se siente invadido en su campo e invalidado (y en algunos casos, sobre todo en el privado, incluso amenazado económicamente). Y por otro lado, vencer la resistencia de los/as propios/as pacientes, acostumbrados/as a llevar consigo un estigma, a no ser aceptados/as y a llevar una vida en la que la falta de estima es la norma. Pero la primera barrera a la que enfrentarse no es exclusiva de la salud mental, sino algo implícito a toda la sociedad en la que vivimos: la falta de comunidad, el individualismo salvaje y la competencia como principio que funda las relaciones sociales, son lo que hace más difícil llegar a la gente. Pasar a hacer frente a los problemas (sean mentales, laborales, económicos, o del tipo que sean) de una manera individual a ponerlos en común y plantarles cara entre iguales es una apuesta que conlleva un riesgo, pero cada vez es más lo que podemos ganar que lo que nos queda por perder
Para más información, puedes descargar la traducción al castellano del texto “Creación y apoyo de los grupos de escucha de voces”, editado en inglés por Julie Downs (perteneciente a la red Hearing Voices) en: www.primeravocal.org/creacion-y-apoyo-de-los-grupos-de-escucha-de-voces