La palabra sindicato proviene de la griega syndikos, syn significa con, contigo, conmigo, con vosotras, es decir, en compañía, en colectivo, y dikos viene de dikei, que es hacer justicia, tal cual. La de veces que hemos pronunciado esta palabra sin conocer este bonito secreto.
Pero vamos a empezar por el principio, somos la Oficina de Apoyo Mutuo de Manoteras, la OFIAM, o éramos, mejor dicho, porque tras cinco o seis años de proyecto, estamos en pleno proceso de renovación, de buscar de nuevo la salida y lanzar un pistoletazo al aire. Para quien no lo sepa, somos un colectivo del barrio de Hortaleza, que nos juntamos todos los lunes, en la Asociación Vecinal de Manoteras, para tratar de resolver nuestros problemas de vivienda, principalmente. Hemos parado desahucios, hemos ayudado a conseguir un techo a más de una vecina del barrio, hemos firmado alquileres sociales, etc., vamos, lo que hacen un montón de colectivos y asambleas por todos los barrios de Madrid. Nuestra idea era abarcar cualquier realidad cotidiana donde nos encontramos en desventaja con los poderosos, ya fuera en el curro, en la cárcel, en nuestra casa, o donde fuera, pero al final nos hemos quedado como “las de los desahucios”. Este es uno de los puntos que nos obliga a replantear el proyecto junto a otras mil preguntas que nos lanzamos sin una respuesta concreta: ¿Por qué no conseguimos extender las herramientas que nos han ayudado a parar tantos desahucios a otros ámbitos? ¿Por qué solemos acudir a estos espacios de lucha cuando ya estamos en una situación muy límite? ¿Por qué dichas redes de apoyo mutuo no consiguen afianzarse y crecer de forma sostenida? ¿Por qué muchas de las personas que nos acompañaron en parte del camino ya no están? ¿Por qué muchas veces sigue habiendo una invisible frontera que marca la distancia entre activistas y afectadas? ¿Por qué el movimiento vecinal y político está absorbido por una espiral de charlas, talleres y cursos? ¿Por qué muchas compañeras lo dejan agotadas por el gran desgaste emocional de la propia militancia? ¿Por qué muchas vecinas nos ven como una extensión de los Servicios Sociales del propio Ayuntamiento?
Estas preguntas, y otras muchas, nos han acompañado en estos últimos meses, unos meses donde hemos tratado de compaginar nuestra actividad cotidiana con este ejercicio de reflexión, aunque no siempre con mucho éxito. Pero aun así, fruto de este trabajo, lanzamos el proyecto de Sindicato del Barrio, inspirado en otras experiencias asentadas sobre todo en suelo catalán. Al final, hilando con el primer párrafo, un sindicato, en su esencia, no es más que un espacio de apoyo mutuo y solidaridad entre iguales, cuyo vínculo parte de compartir una misma empresa o sector laboral. Para nosotras, en el contexto actual donde no para de crecer la desconfianza hacia los sindicatos mayoritarios, donde la precariedad diluye la fuerza de trabajadoras y trabajadores al aumentar la movilidad, inseguridad y atomización, y donde el movimiento por la vivienda y contra los desahucios nos ha aportado sus propias enseñanzas y experiencias, a la vez que se conseguían pequeñas victorias, se abre la posibilidad de pensar en una integración de la dinámica sindical en el propio barrio, pues en él, es donde las trabajadoras precarias podemos encontrar el arraigo y apoyo necesarios para perder el miedo y así desafiar nuestra situación.
Pero además, la posibilidad de hacer converger diferentes realidades en lucha, más allá de la laboral o la de la vivienda, nos permite poder construir un tejido vecinal con una enorme capacidad.
La potencialidad del sindicato de barrio radica en la sencillez de su propuesta y meta: que ninguna vecina del barrio tenga que hacer frente a ningún abuso ella sola, es decir, recuperar el propósito primario de unas asociaciones vecinales casi extintas o centradas en la gestión cultural, y reconstruir el respaldo social que impulse la confianza y empoderamiento necesarios para no tener nunca más miedo en nuestro trabajo o en nuestra casa. Aunque asumimos que no todo el camino es tan sencillo, y hay cuestiones en las que detenerse y reflexionar, como la relación con aquellas centrales sindicales afines, aunque de primeras, creemos que podemos ser un espacio donde encontrar el apoyo necesario cuando se les planteen conflictos en nuestra zona, más que iniciativas que se vean en una especie de competición, por nuestro marcado carácter local.
En el actual contexto de reflujo de los movimientos sociales tras el cénit alcanzado aquel 15 de marzo y el ya perceptible fracaso de la vía institucional, lanzábamos unas preguntas al tejido asociativo de nuestro barrio, creyendo que si no se obtenían respuestas concretas, estábamos visibilizando una serie de carencias importantes. ¿Dónde puede acudir en el barrio una vecina cuyo casero la extorsiona con una subida del alquiler? ¿Con quién puede contar un currela de Hortaleza al que no le pagan las horas extra que echa cada semana? ¿Qué puede hacer una vecina que no para de recibir cartas amenazantes del banco? Estos, como ya hemos dicho, son sólo ejemplos que pretenden visualizar el déficit de una red que realmente afronte el conflicto y las necesidades cotidianas de todas nosotras, que coordine las diferentes y desperdigadas iniciativas que ya están en marcha dentro de esta línea de trabajo, y que construya una realidad reconocida, visible y práctica, que sea referencia en el barrio.
El Sindicato es sólo una propuesta al necesario debate para repensar qué futuro queremos para el tejido social y organizativo de nuestro barrio, Hortaleza, y cómo podemos materializar dichas aspiraciones. Pero, de momento, es la única.
Para terminar una palabritas de uno de los panfletos que hemos editado para presentar esta nueva etapa. Que el ritmo no pare.
“Apostamos por juntarnos y construir muros de contención. Pequeños, porque tan solo somos un grupo de vecinas, pero firmes, que nos resguarden de tanta marejada. Hemos llamado a este muro, sindicato de barrio, como se podría haber llamado de otras mil formas. Lo importante no es eso, lo importante es cuidarnos, defendernos y resistir juntas. Por eso os tendemos la mano, para que hagáis también vuestro este proyecto. Por un barrio unido.”
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