¿Por qué Madrid es de derechas? Una explicación urbanística

Otras elecciones autonómicas y municipales más y la derecha vuelve a sumar mayoría en Madrid. Esta vez con la inestimable ayuda de Vox. Y ello a pesar de que el PP madrileño se encuentra envuelto en tremendos escándalos de corrupción y la izquierda a la que se enfrentaba era la más descafeinada que se recuerda, con Carmena y Errejón al frente de un Más Madrid ultramoderado y un Gabilondo desgarrado dirigiendo al PSOE.

Este panorama nos obliga a preguntarnos por qué es tan de derechas nuestra ciudad. Es decir, por qué tantas personas prefieren votar al gobierno del trifachito (que en apenas unas semanas han eliminado los mensajes contra la violencia machista, han prohibido actividades de diferentes colectivos de barrio y se han cargado un protocolo – ineficiente, pero altamente simbólico – antirracista de la policía municipal) antes que negociar con unas fuerzas progres que para nada iban a poner en riesgo el status quo, más allá de intentar aprobar algunos planes verdes.

Existen muchas explicaciones a este interrogante, y seguramente todas tengan su parte de razón. Se suele citar la centralización del funcionariado (por definición conservador) post-franquista en la capital, pero existen otras razones invisibles que queremos poner sobre la mesa.

En un interesantísimo artículo titulado “¿Por qué Madrid es de derechas?”, publicado por Fernando Caballero Mendizabal en El Confidencial, se hace referencia a la implantación de la antropología neoliberal. Esta tesis viene a decir que poco a poco y sin mucho ruido, la derecha ha conseguido completar con éxito uno de los mayores experimentos de ingeniería social de la historia de la España moderna. La población de Madrid y su área metropolitana es mayoritariamente de derechas porque durante más de dos décadas se ha planificado y construido un modelo social y económico que genera unas lógicas de comportamiento liberal-conservadoras.

A continuación extractaremos algunas de las conclusiones alcanzadas por Fernando Caballero.

Las ciudades burguesas e individualistas del extrarradio

Para crear una hegemonía de pensamiento individualista, la derecha ha utilizado cuatro herramientas fundamentales. Dos de ellas bien conocidas por los ciudadanos: la sanidad y la educación concertada y otras dos que casi siempre se mantienen en un segundo plano, el urbanismo y la política de vivienda. Uno de los principales fallos estratégicos de la izquierda ha sido centrar la mayor parte de su batalla cultural en criticar los grandes símbolos tradicionales de la derecha católica, como lo es educación concertada religiosa y segregada por sexos (cuyas usuarias generalmente no son sus votantes) y sobre todo las concesiones privadas de los nuevos y modernos hospitales, construidos por los gobiernos del PP en el área metropolitana.

Pero la gran batalla no solo se libraba allí. Fuera del foco mediático, en la Comunidad de Madrid, sus casi siete millones de habitantes llevan años viendo con total naturalidad cómo con las leyes del PP se construían barrios y ciudades de poca densidad, mezclando zonas con bloques cerrados con piscina e hileras de chalets. Ciudades seguras, con mucha presencia policial y con modernos hospitales. Barrios con pocas tiendas y bares a pie de calle, llenas de rotondas y circunvalaciones para que los coches lleguen rápidamente a los centros comerciales, universidades y colegios concertados. Porque sí, son zonas a las que únicamente se puede llegar en coche, lo cual lleva a sus habitantes a la máxima expresión de la indignación cuando se aprueba algún tipo de restricción al tráfico como Madrid Central.

En definitiva: la derecha ha construido un área metropolitana para una forma de vida burguesa, una suerte de sueño americano, al que casi cualquier madrileño independientemente de la clase social a la que se pertenezca podía acceder. Mientras a ojos de la izquierda se desmantelaba el estado de bienestar, al trabajador del extrarradio se le ganaba por la estética de vivir en ciudades limpias y dignas, y no en barrios obreros problemáticos. Lugares que fomentan el individualismo, donde es difícil conocer a las vecinas del barrio, y por tanto saber si se comparten los mismos problemas. Y eso es la muerte del asociacionismo, barrionalismo y sindicalismo.

Son barrios aislados del centro donde se fomenta el miedo a todo aquello que no conocen: a los extranjeros, a las okupas y a la delincuencia. Todos los grandes hitos de los programas políticos conservadores. Así, se crea toda una cultura de odio a lo que amenaza su estilo de vida y se defiende el endurecimiento de las leyes contra esos elementos indeseables, así como la negativa a sufragar con sus impuestos a quienes no han sabido triunfar en la vida como ellos.

La falta de alternativa ofrecida por las izquierdas

Tanto en los Planes Generales de los ayuntamientos, como en la Ley del Suelo de la comunidad, la izquierda institucional y buena parte de los movimientos sociales lleva dos décadas a por uvas. Durante este tiempo no puso su maquinaria política y mediática para proponer otro modelo de ciudad alternativo. Ha perdido por incomparecencia. Porque nuevamente, en esos dos campos, el gran logro de la derecha fue conseguir que solo se hablase de los casos más vistosos: la venta de viviendas sociales a los fondos buitre, la excentricidad de Eurovegas, la Operación Chamartín y las operaciones Campamento y Mahou-Calderón (ambas con muchísima menos presencia).

Planificar cómo son nuestras ciudades y nuestras casas significa planificar cómo vamos a vivir, cuáles van a ser nuestras necesidades y prioridades, nuestros intereses del día a día y por lo tanto nuestra forma de pensar. ¿Vamos a necesitar coche porque no hay comercio de proximidad? ¿Vamos a bajar al jardín o a la piscina del edificio o tendremos que ir a una plaza o al polideportivo municipal?

El modelo de urbanismo de extrarradio, de chalets y centros comerciales, es un desastre medioambiental y elimina los tejidos comunitarios. El pequeño comercio no es rentable en zonas de edificios bajos con poca densidad de población, por lo que sus habitantes cogen el coche, sin socializar con sus vecinas, para dirigirse al centro comercial para consumir. Pero lejos de criticarlo, el gobierno de Carmena lo defendía como alternativa a operaciones puntuales muy vistosas como las torres del Calderón, la cual iba a gentrificar aún más los barrios del centro de Madrid.

Fuera de la M-30 este modelo urbanístico no sólo no fue contestado con contundencia, sino que en buena medida se dio por hecho y se aceptó con total naturalidad. En Madrid capital, los ensanches de los 2000 y sus habitantes, el ahora llamado “cinturón naranja”, empiezan a ser objeto de estudio en los periódicos. Hablamos de Las Tablas, San Chinarro o Montecarmelo. A los que hay que añadir los que se siguen desarrollando en la periferia (Valdebebas, Ensanche de Vallecas, los Berrocales, Los Ahijones, etc.), en algunos casos del tamaño de capitales de provincia como Segovia, y en los que Ciudadanos, el partido liberal e individualista por excelencia, ya es primera o segunda fuerza junto al PP.

La política de vivienda

La izquierda ha logrado, con bastante éxito, identificar el tremendo daño al precio del alquiler que generan los pisos turísticos en lugares como Malasaña y Lavapiés, hasta el punto de que prácticamente cualquier fuerza política reconoce la necesidad de regular este desastre. Pero esto solo afecta a un 33% de la población, que es la que es inquilina. Mientras tanto la derecha, a través de las empresas municipales de vivienda, cooperativas privadas y el IVIMA, llevaba décadas promoviendo viviendas protegidas en los nuevos barrios de la periferia. Viviendas que vendió o alquiló con opción a compra, en vez de impedir que el parque público de vivienda se redujera y siguiera funcionando como un herramienta más del estado social. Y esto es fundamental, pues es la diferencia entre crear una sociedad de inquilinos o de propietarios.

La derecha tomó nota cuando en 1980 Margaret Thatcher le rompió el espinazo al partido laborista, privatizando las viviendas sociales y convirtiendo a sus cinco millones de inquilinos de clase trabajadora en propietarios de un piso en carísimas ciudades como Londres, lo que desplazó la mentalidad y los intereses de una parte de la base electoral del Labour hacia las lógicas neoliberales de la tercera vía.

Y es que aquí también lo tienen complicado. En un país que la dictadura hizo “propietarios” a su población, es muy difícil evitar que las políticas de vivienda pública y de alquiler sean vistas como medidas asistenciales. Esa batalla por la hegemonía social está perdida.

La antropología neoliberal

Durante casi treinta años la derecha ha creado un área metropolitana a su imagen y semejanza con miles de personas que, gracias al crédito y de forma individualista, se suman a este estilo de vida. Piensan que se lo merecen, es el fruto de su trabajo y desprecian a quienes no logran seguirles el ritmo. Eventualmente, en función de los homófobos y racistas que sean, acabarán votando a alguna de las opciones de derechas existentes.

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[Ensayo] Ciudades Muertas. Ecología, catástrofe y revuelta

Autor: Mike Davis. Edita Traficantes de Sueños. Madrid, 2007. 249 páginas

La ciudad como escenario de la catástrofe social y ecológica es el hilo conductor de esta serie de ensayos. Desde los bombardeos de las ciudades alemanas en la Segunda Guerra Mundial hasta la descontrolada y egoísta expansión urbana de Las Vegas pasando por los disturbios raciales de Compton en 1992, Davis desvela la extrema fragilidad de las ciudades contemporáneas. En particular, analiza la degradación de un proyecto urbanístico que ha sido atacado hasta quedar convertido en una pesadilla de aglomeración caótica y segregación .

Ciudades Muertas es el resultado de este diagnóstico, una suerte de arqueología de la posible catastrofe urbana, un inventario de las innumerables huellas que amenazan con una enorme devastación social: las políticas de liquidación de los centros urbanos estadounidenses, los estallidos raciales frente a la lógica de la segregación, la aceleración de las desigualdades sociales de las ciudades globales, la contaminación nuclear de amplias zonas del planeta, la historia que llevo a los primeros ensayos de bombardeo masivo sobre poblaciones civiles y un larguísimo etcétera.

El libro se puede descargar en este enlace

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