Tal y como anunciamos hace escasas semanas, el gobierno municipal de Almeida ha lanzado una ofensiva contra los centros sociales okupados de Madrid. El nuevo ejecutivo formado por PP, Ciudadanos y Vox, basó su campaña electoral en criminalizar la okupación, presentarlo como el mayor mal que acecha a nuestra ciudad y prometieron echar a las okupas de los edificios municipales, refiriéndose tanto al Espacio Social Okupado Autogestionado (ESOA) La Dragona como a La Ingobernable.
Sabemos que no es muy normal, pero parece que el alcalde cumplió una de sus promesas electorales. La madrugada del viernes 18 de octubre, a las 6:30, varios efectivos de policía municipal desalojaron el ESOA La Dragona. Y Almeida advirtió en Twitter: «lo siguiente será la Ingobernable«.
El Juzgado de lo Contencioso Administrativo 17 de Madrid había autorizado el 10 de septiembre esta actuación (gracias a la iniciativa del gobierno de Carmena en su momento). El auto condecía permiso para entrar al local y desalojar a sus ocupantes en cualquier momento, y el Ayuntamiento aprovechó para hacerlo de madrugada, sin que se produjeran incidentes.
El desalojo de este centro pone fin a la actividad de uno de los centros sociales okupados más veteranos de nuestra ciudad. Se trataba de un proyecto que surgió con la idea de liberar un espacio para la juventud, la gente trabajadora, para el barrio, para la ciudad y para todas las que alguna vez hemos participado en él.
Acumulaba nada menos que once años de historia. Once años de charlas, talleres de todo tipo, actividades sociales, proyecciones, conciertos y, lo que es más importante, de política asamblearia, horizontal, sin intermediarios, ni cargos. Porque la gestión de este tipo de espacios demuestra que si tomamos las riendas de nuestras decisiones, podemos autoorganizarnos.
El espacio se okupó (tras 26 años previos de abandono) para tejer redes de participación y crecimiento colectivo, contra la mercantilización del ocio, contra el mercado capitalista que en estos días muestra su incapacidad para satisfacer las necesidades de la gente, gente a la que considera que es incapaz de salvarse a sí misma y cuya autoorganización es peligrosa. Y, en este sentido, pese al desalojo, su cometido fue exitoso.
Desde esta publicación queremos mandarle un abrazo y toda nuestra solidaridad a la asamblea de La Dragona por este duro momento que están pasando. Le tenemos un cariño especial a este espacio, en el que en dos ocasiones hemos organizado conciertos para financiar nuestro periódico. Concretamente, realizamos un primer concierto allí (tras proyectar el documental Ni viejos, ni traidores) en diciembre de 2010…
…y otro en mayo de 2011 (también, tras proyectar el mismo documental, dada la buena acogida que tuvo).
Los operarios iniciaron el tapiado de puertas y ventanas con tableros en todos los huecos exteriores nada más procederse al desalojo. El área de Obras y Patrimonio se ha hecho cargo del edificio, que quedará cerrado a cal y canto. Otro espacio muerto en una ciudad que no tiene corazón.