Autora: María Amalia Pradas Baena. Virus Editorial. Barcelona, 2006. 333 páginas
Teresa Claramunt (1862-1931), la virgen roja barcelonesa o la Louise Michel española, como era conocida en los medios libertarios, fue una de las personas más influyentes del anarquismo catalán de finales del siglo XIX y principios del XX.
Nacida en Sabadell, de familia obrera, de muy joven empieza a trabajar en una fábrica textil. Con veinte años participa en la huelga de las siete semanas, lo que marcaría el inicio de lo que sería su trayectoria política y vital.
Muy pronto toma conciencia de la doble explotación que sufre la mujer dada su condición de mujer y de obrera. Dedica sus primeros años a fomentar el asociacionismo obrero y, en particular, a la creación de asociaciones de mujeres obreras, donde éstas puedan operar sin la tutela de los hombres.
Propagandista infatigable, autora de numerosos artículos y animadora de publicaciones como El Progreso o El Rebelde, fiel a un anarquismo puro e intransigente, contraria al sindicalismo negociador y a los conchaveos con la clase política, se convertirá en una de las voces más lacerantes contra la desigualdad de la mujer, contra la religión, contra la explotación capitalista y contra el militarismo.
La liberación de las mujeres había ser obra de ellas mismas, y si la mujer no se libraba del yugo de la religión, del patriarcado y de la incultura, siempre sería un obstáculo para aquella otra liberación a la que aspiraba: la de la clase obrera.
Su vida transcurrió entre presidios y destierros, lo que acabó por minar su salud, pero eso no desanimó nunca a Teresa Claramunt, pues siempre manifestó en sus escritos que el camino hacia el ideal estaba sembrado de las resistencias de los que se negaban a perder sus privilegios, la clase parásita, destinada a desaparecer con el advenimiento de la sociedad anarquista.
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