Novela. Autora: Moira Millán. Páginas: 488.
La primera novela escrita por una weichafe (guerrera mapuche), Moira Millán, es una de las líderes del movimiento de recuperación de las tierras ancestrales indígenas en Argentina —en particular aquellas ocupadas por el Grupo Benetton—. Hija de una familia pobre de ferroviarios e implicada en el movimiento feminista de su comunidad.
En la novela, Llankaray cuenta la historia de su bisabuela Fresia Coliman y de su abuela Pirenrayen, nacida en 1900 en la Puelwillimapu, la Patagonia. Sangre mapuche y tehuelche corre por las venas de la narradora, que ha decidido dar testimonio de su comunidad y de sus raíces indígenas, para que la memoria le gane la partida al olvido que quieren imponer los promotores del progreso.
Obra que recoge la tradición literaria y poética de un pueblo como el mapuche, invadido pero no vencido. Esta novela recorre el territorio de La Patagonia, donde la naturaleza abraza al pueblo, no existen megaciudades, y el cemento no se traga la hiedra aún. La llegada del ferrocarril a esta región es una metáfora de la civilización; la llegada de la sangre, del despojo, de la explotación; la Corona Británica poseyó miles de hectáreas de tierra de las comunidades de aquellos territorios.
Se conformó una institución prácticamente autónoma respecto del Estado argentino, se encontró con un mundo mapuche que le hizo frente de manera incansable. Sin embargo, el gobierno del neoliberal Carlos Menem a finales de los años 90, puso fin al ferrocarril en esa región, un proyecto que representó en su momento civilización y despojo al mismo tiempo, pero bajo el efímero reflejo del espejo llamado progreso. El desmantelamiento de ese tren que había destruido el paisaje natural el siglo anterior, trajo consigo el fin de muchos pueblitos, que por algunas décadas vivieron paradójicamente de su existencia porque el capitalismo no les dejó otra manera.