Dirección: Alberto Rodríguez Librero. 95 min. Sevilla, 2012.
La película Grupo 7 transcurre en Sevilla, ciudad que ha vivido algunas de las operaciones de “Estado” (aquellas situaciones en las que la administración del capitalismo saca todo su músculo, sin concesiones de ningún tipo, para laminar cualquier oposición a sus designios) más recientes. Una de ellas fue la Exposición Mundial de 1992 o “Expo del 92”, en operación diseñada por el gobierno socialista de Felipe González y Alfonso Guerra que supuso un sinfín de desembolsos de todo tipo. Como en toda operación de estas características la imagen y la seguridad de la ciudad se convirtió en una obsesión para las autoridades y las posturas disidentes con los magnos fastos fueron vigiladas, descalificadas y duramente reprimidas. Baste recordar que las protestas de los días previos a la inauguración de la Expo se saldaron con tres heridos de bala, 85 detenidos/as, 42 expulsiones del país y siete procesados, de los que tres fueron condenados a prisión.
Otro de los problemas que enturbiaban la imagen de la ciudad era la pequeña delincuencia común, la prostitución en zonas cercanas al lugar del acontecimiento y la venta y el consumo de drogas. De su erradicación se encargó un grupo, denominado Grupo 10, que tuvo carta blanca en los procedimientos a emplear (torturas, trapicheo de drogas, coacciones, etc.) hasta la intervención de un juez que, a pesar de las dificultades que sufrió, encarceló a algunos de sus componentes. Aunque finalmente fueron absueltos, quedaron apartados de sus funciones policiales. Para entonces ya habían cumplido su papel y los meses de la Exposición Universal de 1992 transcurrieron con gran satisfacción y escasos incidentes.
Esta es la historia que está detrás de Grupo 7. Con sus cintas, Alberto Rodríguez ha demostrado de sobra que es un buen conocedor de la Sevilla más oscura y que posee las claves para que su película no sea una película de acción al uso.
El argumento de Grupo 7 no es individual sino colectivo. Los policías no son corruptos per se o por causas más o menos surrealistas, sino como consecuencia de decisiones de las cloacas del Estado para conseguir unos determinados fines. Son los brazos ejecutores de la desvergüenza e inmoralidad institucional a la que sólo le importa que la limpieza alcance sus últimos objetivos.
Grupo 7 está escrita con imágenes. Desde la construcción de los personajes hasta la propia violencia que impregna muchas de sus escenas. El peso visual es tal que casi no importa que en demasiadas ocasiones apenas se entienda qué dicen los actores. ¿Recurso estilístico, falta de dicción? No sé, pero poco importa.
Por cierto, uno de los protagonistas de los hechos en los que se basa la película, Domingo Delgado Pino, es hoy alcalde y diputado provincial por el Partido Popular.
Extraído de periódico CNT nº 389