Razones para una huelga

Se acerca el 14 de noviembre, fecha en que finalmente CCOO y UGT han decidido convocar una nueva huelga general, una huelga que llevaba meses en el aire, pedida por muchos/as, pero reservada por los sindicatos para sus juegos políticos. Ahora ya está aquí y ya va siendo hora de decidir qué hacer. Son muchas las discusiones que oímos en nuestros curros o barrios sobre el tema. De modo que el texto que publicamos trata de responder a algunas de las preguntas que rápidamente suelen plantearse en dichas discusiones, ya sea por nuestra parte o por la de nuestros/as vecinos/as o compañeros/as de curro. No se pretende sentar cátedra, sino ofrecer alguna reflexión que sea útil de cara a respondernos a nosotros/as mismos/as la pregunta del millón, “¿Vamos o no a la huelga?”, si cabe la más importante de todas las cuestiones junto con el “¿Cómo vamos?”, aunque este marrón queda para el artículo titulado «24 horas dan para mucho. Reflexiones sobre la huelga en el contexto actual», publicado en el Todo Por Hacer (noviembre 2012).

Empezamos por lo básico: “¿Por qué ir a una huelga general en este momento?”. Esta es de las fáciles (más o menos). Con la que está armando el PP en estos meses, más la preciosa herencia dejada por los/as “socialistas” y la decidida ayuda de las centrales empresariales, no hay casi nadie que no haya sufrido en sus carnes las benditas consecuencias de las medidas anticrisis, aunque luego no sean tantos/as los/as dispuestos/as a salir a la calle. Reformas laborales varias que nos dejan cada día más expuestos/as a los designios de los/as empresarios/as, privatizaciones en la sanidad, el transporte o la educación, EREs por doquier, adelgazamiento de nuestros sueldos a la vez que aumenta el precio de la vida, desahucios exprés, más años currando para poder jubilarnos con peores condiciones y así un largo etcétera. Las razones son numerosas, y a nosotros/as ganas de cambiar de rumbo no nos faltan.

Después, suele venirnos a la cabeza lo siguiente, “¿Se consigue algo con una huelga?”, a lo que tendremos que responder sí y no. No somos tontos/as, y está claro que de la noche a la mañana no se van a echar atrás recortes, reformas laborales o privatizaciones varias, pero lo que sí que es seguro es que quedándose en casa o en el curro tranquilitos/as (eso sí, despotricando contra todo lo que se mueve) se consigue aún menos, como mucho una úlcera de estómago de tanta mala hostia acumulada. Los ejemplos cercanos de huelgas generales están ahí, tanto aquí (29M o 29S) como en países cercanos (Portugal, Francia, Grecia), y los resultados no son que se diga boyantes, al menos a corto plazo. En ese sentido, el resultado no parece muy prometedor, si bien entendemos que esta y otras huelgas generales no son más que otro punto de presión (uno de los más fuertes, si es bien empleado) que debe acompañarse de otros muchos (paros parciales, boicots, sabotajes, generación de proyectos de subsistencia alejados lo más posible de las directrices del capitalismo…) para entre todos/as conseguir revertir el curso de las cosas. Así mismo, un día de parón en nuestro ritmo cotidiano nos posibilita encontrarnos en las calles, desarrollar otras formas de relacionarnos no regidas por el binomio trabajo-consumo o simplemente comprobar nuestra fuerza.

Puesto que es posible que tras la anterior pregunta alguno/a no ande del todo convencido/a (y habrá muchos/as que no lo estén nunca), suele aparecer siempre la cuestión de “con la que está cayendo y sin grandes posibilidades de éxito, yo casi mejor que no hago huelga”. Aquí uno/a suele perder un poco los nervios cuando alguien salta con el manido “pierdo demasiado dinero”, “tengo un contrato precario y a la mínima me despiden” , o el aún más egoísta “yo también tengo derecho a trabajar mientras tú vas a la huelga”. Aún siendo ciertos los casos extremos, son los menos, y ante estas observaciones sólo nos queda decir esta huelga es por nuestro presente y nuestro futuro, el de nuestros/as compañeros/as, nuestros/as amigos/as y familiares. No entenderemos nunca el trabajo asalariado como un derecho, sino como una necesidad ineludible para poder subsistir, y el paro y la precariedad laboral atestiguan más si cabe esto. Por lo tanto, mientras los argumentos para eludir la huelga sean estos y no otros, no podremos más que entender su actuación como ataque a todos/as nosotros/as, a los que estamos abajo. Si algo se gana con estas luchas, que renuncien, pues se opusieron a las mismas.

La siguiente cuestión que siempre te asalta con estas convocatorias es, “¿Qué hago yo bailando con los más feos (CCOO y UGT)?”. Otra contradicción más que subir al carro. No dejaremos nunca de oponernos a una forma de llevar los conflictos laborales en la que premia la negociación a toda costa, en la que los/as trabajadores/as no pintamos nada y en la que las subvenciones, las prebendas y el burocratismo pasan por encima del trabajo diario en los curros. Todo esto es cierto, pero tenemos clara una cosa: la huelga es una herramienta de los/as trabajadores/as para los/as trabajadores/as, y como tal que somos nos negamos a regalársela a nadie, por mucha legitimidad que digan tener. Asumimos que somos una minoría en nuestras posiciones, pero también creemos que muchos/as de quienes participan de esta huelga no lo hacen por CCOO y UGT, sino por su situación jodida y por tratar de darle la vuelta a la tortilla, y es ahí donde nos posicionamos, con nuestros objetivos propios de cara a ese día, nuestra forma de organizarnos desde abajo y de afrontar las luchas sociales y laborales. Es por ello que entendemos que nuestra participación en la huelga es a pesar de los sindicatos.

Como podrás ver, preguntas las hay innumerables, y dudas y contradicciones aún más (sobre todo por nuestra parte), pero la verdad es que aún no sabiendo si saldrá mejor o peor nosotros/as lo tenemos claro, el día 14 saldremos a pelearlo. Aunque sólo sea por la mala hostia que llevamos dentro.

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