Actualmente estamos en la estación de invierno, que además de caracterizarse por el hecho de que poco a poco va haciendo más frío, y porque se acerca la Navidad, en esta época del año vienen varios circos a Madrid. Estos circos son tomados como un referente por padres y madres para llevar a sus hijos/as en esas tardes navideñas en las que están de vacaciones. Los circos se nos presentan como lugares divertidos y originales. A ellos acuden muchas/os niñas/os, atraídas/os también por los animales que pueden ver allí. En aquellos circos que utilizan animales existe otra realidad muy diferente de la alegría y los payasos. Aprovechando que el próximo 16 de diciembre se va a realizar una concentración frente al Gran Circo Americano (C/ Antonio López 109), os queremos dar las razones para no asistir a un circo con animales.
Hasta hace unos años era habitual y muy popular ver a personas con ciertas enfermedades o deformidades físicas siendo utilizadas como reclamo en los circos. Sus diferencias les convertían en objetos de risa y entretenimiento, mientras su dignidad y sus derechos fundamentales eran obviados. En muchos casos, incluso, pertenecían a los/as empresarios/as de los circos y su estatus era el de esclavos/as. Aunque en algunos lugares esta lacra no ha sido erradicada por completo, en general hoy en día este tipo de circo con seres humanos se nos hace moralmente inaceptable.
Sin embargo, cuando hablamos del circo con animales de otras especies, aceptamos que sean tenidos como propiedades, que sean privados de libertad, que sean obligados a hacer trucos para entretenernos, y usados como recursos para ganar dinero. Igual que sucedía con aquellas personas, la dignidad y los derechos fundamentales de estos animales son ninguneados debido a algo que les diferencia de nosotros/as. En este caso, su pertenencia a otra especie.
Los demás animales comparten con nosotros/as la capacidad de sentir y, por tanto, tienen intereses propios. La desconsideración hacia sus deseos y necesidades por el hecho de no ser humanos se denomina especismo, y está basada en la idea no fundamentada de que somos superiores y nuestros intereses son más importantes que los suyos. Si el derecho de un ser humano a no ser esclavizado nos parece objetivamente más trascendente que nuestras ganas de diversión, ¿por qué nos parece justo divertirnos a costa de la esclavitud de otro animal?
En el caso del circo, independientemente de las condiciones y de las técnicas que se utilicen para entrenarlos, los animales son tenidos como propiedades, explotados como meros recursos, esclavizados y expuestos como objetos para nuestro entretenimiento.
Más específicamente, las consecuencias para los demás animales en el circo son las siguientes:
· Cautividad: Los animales del circo pueden provenir de criaderos, haber sido capturados de su hábitat natural, o haber nacido en el propio circo. Ya pertenezcan a especies salvajes, o a las consideradas domésticas, son individuos privados de libertad que suelen pasar su vida en espacios mucho menores de lo que sus necesidades dictan. Su movilidad es reducida, y sus comportamientos naturales son frustrados, lo cual les genera serios problemas por estrés y enfermedades, así como numerosas muertes.
· Transporte: Generalmente, los circos son espectáculos itinerantes que constantemente desplazan a los animales de un lugar a otro en camiones, muchas veces en condiciones de hacinamiento e insalubridad.
· Entrenamiento: Los trucos que realizan los animales para entretenernos no son meras ilusiones, sino el fruto de un entrenamiento basado generalmente en el sometimiento, y que implica actividades que nunca harían de manera natural (ponerse a dos patas, hacer el pino, saltar por un aro…) No realizan el espectáculo por propia voluntad, ni porque su naturaleza se lo dicte, ni por “la magia del circo”.
Existen numerosas pruebas de los dudosos métodos que en ocasiones se utilizan durante los entrenamientos (golpes, látigos, descargas eléctricas, etc.). No obstante, ya sea por miedo al castigo, por el aprendizaje de ciertas pautas para la obtención de recompensas, o por cualquier otra técnica que se utilice, el solo hecho de la dominación que un individuo ejerce sobre otro, ya es cruel y humillante.
Haya o no alternativas, las razones éticas para el rechazo de este tipo de espectáculo son lo bastante contundentes; pero lo cierto es que el circo sin animales no humanos es posible, existen muchos ejemplos de gran calidad artística, así como un gran número de lugares donde todos los circos se llevan a cabo sin utilizar animales en sus números.
Ni siempre ha sido así, ni tiene por qué ser así para siempre. Podemos cambiarlo aquí y ahora, dejando de acudir a los circos que usan animales, informándonos e informando a los demás, levantando la voz por ellos, por su libertad y su dignidad.
Más información: www.acabemosconelespecismo.com/circos