¿Qué es Saltando Charcos?
Es una asociación que está ubicada en el Barrio de Gamonal y que trabaja con menores y adolescentes que de alguna manera pueden estar en conflicto con la sociedad, con su familia, con la escuela, etc. Es también un espacio de encuentro, un taller de bicis, un abogado, un rimadero, un comedor. Saltando Charcos es un elemento más incluido y reconocido en el barrio.
¿En que contexto surgió y cual ha sido su trayectoria?
La trayectoria de las personas y del proyecto que luego terminó convirtiéndose en Saltando Charcos es lo que nos define y lo que nos da sentido. A finales de los 80 existía una asociación de vecinos muy combativa en el barrio formada entre otros, por un comité de trabajadores de las empresas que habia en el polígono industrial cercano. Como todavía no se había instaurado en Castilla y Leon los servicios sociales desde el comité se hacían programas dirigidos hacia algunos chavales que veían desatendidos. Entonces crearon una guardería obrera porque los familiares no podían ir a una guardería privada y también crearon un proyecto que se llamaba Euterpe y que trabajaba con chavales en la calle. Alrededor de 1995 desaparece y los grupos de jóvenes con los que se estaba trabajando desde el proyecto, incluido alguno de nosotros, se quedan en un local propiedad de la asociación de vecinos; Los educadores se marchan y la asocación de vecinos plantean que los chavales jóvenes solos no se podían autogestionar ese espacio y piden que se abandone el local.
El grupo decide okupar y se mantiene una okupación desde el 95 hasta el 99. El local se convierte en un centro social autogestionado llamado “Gacela”, recibiendo el nombre de la guardería obrera. Se crea un grupo educativo que intenta poner en práctica principios basados en la pedagogía libertaria. Lo conformaba gente que estaba comenzando con las primeras promociones de educación social, algún psicólogo, algún trabajador social y gente con un gran interés por la educación. Se comenzó a trabajar con chaval@s en riesgo de exclusión.. Tuvimos la suerte de tener éxito, ya que los espacios generados y las dinámicas eran muy atractivas para los chavales y chavalas que se nos acercaban y aquí es donde la administración se da cuenta de que somos capaces de atender a chicos y chicas que no estaban en ningun programa educativo de la ciudad, gitanos, mercheros, etc.
La administración nos propone un convenio de colaboración, pero claro, éramos una asamblea y los trabajadores sociales de zona nos dicen que no es posible hacer un convenio ni a una asamblea ni a un centro social. Aquí es donde surge Saltando Charcos como forma de darle una entidad jurídica a esa asamblea y poder seguir trabajando con l@s chaval@s pero con más medios económicos. Por otro lado también nos reconciliamos con la asociación de vecinos y firmamos un acuerdo de cesión de los locales.
Desde este marco continuamos trabajando siempre inmersos en el tejido comunitario del barrio. Los vecinos y la relación con ellos es fundamental y sin ellos, sin este trabajo comunitario, sería imposible la labor. Esta “perspectiva comunitaria” la entendemos como una forma de lucha, para recuperar el tejido social y para combatir aquello que no nos gusta del sistema actual.
Empezamos a rodar y a materializar las iniciativas y propuestas de los chavales y sobre el año 2003 asistimo a la desaparición de algunos de los chavales del barrio, coinciden las “desapariciones” con la implantación de la ley de responsabilidad penal del menor. Nos cuentan que han creado un macro-centro en Valladolid que se llama Zambrana que nosotros no conocíamos ya que no le prestábamos atención a lo jurídico porque lo que nos importaba era lo pedagógico y la vida en nuestro barrio.
Y en ese momento tenemos que empezar a interesarnos porque algunas de las madres vienen narrando situaciones de maltrato y violencia hacia sus hijos dentro del centro, ahí es donde empezamos a entrar a visitar a los chavales dentro del reformatorio y lógicamente corroboramos que es cierto, chavales medicalizados que nosotros conocíamos que no tenían ningún informe previo, chavales con lesiones que tienen que salir al médico, brazos rotos, golpes.
Entonces decidimos acompañar una denuncia conjunta de cuatro familias del barrio a la institución y a la Comunidad Autónoma. Cuando empezó la denuncia nos advirtieron de que nos iban a betar a nivel institucional en todos los sitios si la denuncia prosperaba. Pero nosotras no podíamos dejar en la estacada a los chavales que les habíamos dicho que nuestra relación era un vínculo, que nosotros no éramos como los otros educadores que de la noche a la mañana desaparecían, que esto era una relación para siempre, que éramos vecinas, que crecíamos junto a ellos, que eramos del mismo barrio que eso era lo que nos unía…
Decidimos poner la denuncia y empezamos a conocer todo el entramado y todo el negocio que hay alrededor de los centros de menores. Nosotras no nos definíamos como un recurso jurídico de denuncia, simplemente trabajábamos con los chavales, pero con este nuevo panorama tenemos que empezar a estudiar legislación, llamar a las abogadas de entrevias que nos enseñasen a defender mejor a nuestros crios y con ello podíamos conseguir bastantes cosas, porque existían muchos huecos.
A día de hoy la realidad es bien distinta, las leyes han entrado tanto en los espacios íntimos y los contextos de desarrollo que prácticamente no podemos hacer nada, tan solo esperar a que nuestros chavales salgan de los reformatorios y denunciar aquellas situaciones de vulneración de derechos que se producen en los centros.
¿Qué se pretende? ¿que objetivos persigue?
En esencia Saltando Charcos busca desarrollar una labor educativa de prevención y de acompañamiento durante todo el proceso vital de los chavales y chavalas de nuestro barrio. También como acabamos de indicar, denunciar abusos y vulneración de derechos en los encierros y seguir apostando por la intervención comunitaria como forma de lucha.
Como decía Julian Rezola “Nos relacionamos con personas concretas, con sus nombres y apellidos y con sus propios problemas. De ese roce diario surgió amistad, confianza y compromiso y la autoridad moral para jugar juntos, abrazar, enfadarnos o poner límites en su justo momento.
Sabemos que no podemos permanecer con los brazos cruzados ante las situaciones de deterioro y desigualdad porque seríamos cómplices de esas mismas situaciones provocadas por nuestro Estado y la sociedad en su conjunto.
Aunque desde los despachos enmoquetados se pueden realizar trámites y gestiones burocráticas, sabemos que la lucha está en la calle y sólo desde ese lugar físico se puede hablar de verdadera implicación.
Respetamos a los chavales, verdaderos protagonistas de sus procesos de maduración, cambio o transformación. Nos relacionamos con ellos a través de cosas sencillas: charlar, organizar una excursión. Lo pasamos bien juntos, unas veces favoreciendo la solución de sus pequeños problemas, otras acompañándoles en sus crisis, otras orientándoles en sus estudios o salidas profesionales…
Nuestra ambición no nos ciega, y aunque nos gustaría cambiar muchas situaciones, sabemos que somos una pequeña fuerza que se une a otras para que así pueda obrar el milagro. El día se nos hace pequeño para atender a las necesidades de los chavales y tenemos que “chupar moqueta” realizando proyectos, memorias, reuniones, cursillos, encuentros, jornadas, comisiones… Pero aun así preferimos la calle”.
¿Cómo os organizais con los chavales?
Nuestra herramienta básica de trabajo y nuestra peculiaridad es la asamblea, es curioso ver como los propios chavales llaman a asamblea, plantean sus inquietudes, intereses expectativas, problemáticas, toman acta. Al principio los que van llegando nuevos no entienden la asamblea, y es algo que hay que ir enriqueciendo y trabajando, pero a lo largo del proceso de entender este espacio de encuentro como un espacio de toma de decisiones, de charla, de compartir se va adquiriendo algo más profundo, un sentido de comunidad y de lazos con los otros, un tener en cuenta los puntos de vista diferentes sobre los mismos problemas, un poner cabezas en común y multiplicar los resultados.
A día de hoy desde las diferentes asambleas han surgido cuatro actividades estables y varias eventuales. Las estables son un taller de kick-boxing en el que colaboran varios deportistas profesionales del boxeo, moe tae y kick-boxing que vienen voluntariamente a la asociación a compartir lo que saben con las chavales, por otro lado esta La Otra Escuela que es un proyecto basado en el HipHop en el que se crea mucha cultura urbana, se hacen conciertos, rimaderos, se baila, se dibuja, etc, es un espacio de expresión fundamental para muchos, También se hace una liga de fútbol, que se llama Liga de Barrios, hay seis equipos inscritos y una parte importante de la organización la hacen los chavales. También está naciendo un grupo de montañeros que cada cierto tiempo salimos a visitar una cueva o subirnos una montaña, a respirar aire puro y a comprender un poco la naturaleza.
En los tiempos que compartimos con los chavales y chavalas siempre está presente la Asamblea y el respeto por la toma de decisiones en común, esa es nuestra forma de organizarnos.
¿Cómo es la lucha y concienciación con ellos?
La lucha es la vida en el barrio con ellos, parafraseando de nuevo a Julián decía : las Tareas del Educador “Ayudar al joven a despertar de un proceso inerte, a una empresa consciente”, “Ayudar a madurar la rebeldía del adolescente, canalizar su agresividad para que resulten constructivas y no muera sepultado por su pasividad”. “Que los Chavales tomen conciencia de los problemas; – ¿¿por qué hay problemas, – quién es el responsable, – qué puedo hacer. Y partiendo de los suyos personales descubren que son colectivos y que su solución es colectiva. Que se pongan en movimiento” decía.
Entendemos que sólo desde la cercanía, el respeto y la confianza es desde donde puedes pararte a analizar en profundidad los porqués, los quiénes y los cómos, solo desde el acompañamiento es posible, y no siempre, abrir los ojos, descodificar la realidad en la que vivo y hacer algo al respecto.
Agustín Mora decía “Educación, la formación de niñas y niños para ser personas capaces de ser libres, en lugar de personas decentes que siguen las normas del mercado y del estado sin preguntarse para que sirven estas normas. La razón y la inteligencia como herramientas para establecer nuestros propios fines y moderar nuestros propios deseos superfluos, teniendo en cuenta las necesidades de los demás y los límites de la naturaleza”.
Los chavales no son tontos, y ven lo que ocurre alrededor, nos ven luchando en el barrio, se preguntan el porqué mienten los medios de comunicación, te plantean qué es una huelga, el porqué es importante apoyar una reivindicación, analizar qué ocurre en las cárceles y los centros. Muchas veces nos quedamos helados escuchando reflexiones de nuestros chavales sobre éstas realidades, la madurez y el alcanze que tienen. Son ellos los que nos clarifican la perspectiva y nos conciencian de lo que está pasando, sin duda, son ellos los que tienen los sentidos aún sin embotar.
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