Cada empujón represivo ha añadido un anillo a la cadena que cada uno/a de nosotros/as lleva estrecha al cuello*

No se trata de propagar inconscientemente una sensación de miedo y derrota, sino de ser conscientes de dónde estamos, a qué nos enfrentamos y por qué se invierte tanto esfuerzo económico y humano en atacar cualquier brote de descontento social que comience a articular una lucha contra el orden existente – Radio Cabezas de tormenta

Un acercamiento a la represión

Cualquier movimiento social o político que pretenda subvertir el orden imperante, es decir, oponerse a los intereses del poder establecido e intentar transformar la realidad o cualquier aspecto de la misma utilizando los medios que escapan a los ofertados, siempre será reprimido. Esta es una importante premisa que tenemos que tener clara a la hora de plantear cualquier lucha. Las formas y los medios de protesta que la democracia y el capitalismo nos ofrecen/imponen sólo pueden cumplir un efecto placebo y tranquilizador y únicamente pueden lograr pequeñas o grandes reformas pero que hagan perdurar las bases y las contradicciones que originan los problemas reales. Resultaría increíble pensar que el sistema político y económico facilitara las herramientas para su propio desmoronamiento, ¿verdad? Por ello, plantear una lucha que de verdad quiera resquebrajar el actual sistema y proponer una transformación de la realidad política y social que vivimos, requiere, entre otras cosas, asumir que nuestros/as contrincantes no van a dar el brazo a torcer ni ceder sus privilegios sin plantar oposición.

La fuerza con la que la clase explotadora, o lo que es lo mismo, el Poder, responde ante las luchas que se oponen al mismo es la denominada represión. De esta manera, la represión siempre se dará mientras existan formas políticas autoritarias, incluyendo entre éstas a los sistemas democráticos, es decir, el medio político del que actualmente se beneficia el sistema capitalista en su conjunto.  Este tema daría para hablar muchísimo pero debido a las limitaciones de espacio nos restringiremos a tratar las consecuencias y los efectos más generales de la represión y haremos un repaso de las operaciones represivas que llevan viviendo durante años los/las compañeros/as anarquistas italianos/as. Queremos aclarar que, en este caso, cuando hablamos de represión nos estamos refiriendo a la sufrida a nivel colectivo, a los efectos que trae sobre los movimientos o ambientes sociales y políticos. Con ello no nos estamos olvidando de la represión analizada desde una perspectiva más individual, donde la tortura, el odio, la rabia, la confusión, la soledad, etc., son las piezas de un complicado puzle con el que el Estado y sus verdugos buscan aniquilar la individualidad y machacar a quien ha osado rebelarse. No obstante, no pueden entenderse una sin la otra.

Ante la posible amenaza que un movimiento social o político puede representar para el mantenimiento del status quo, el Estado y todo el entramado de sus defensores/as y sustentadores/as, o sea, medios de comunicación, cuerpos policiales, jueces/zas, empresarios/as y políticos/as, elaboran una estrategia común para garantizar su impunidad y para fracturar los lazos de solidaridad que se tejen al margen de las relaciones que se imponen en capitalismo. Es decir, el principal cometido de la represión es reforzar el control y desestructurar lo colectivo. Un claro ejemplo de ello es la clásica diferenciación entre manifestantes “buenos/as” y “malos/as” o la creación de figuras mediáticas como el encapuchado, el antisistema, el okupa, etc., a quienes se identifica con los actos violentos diferenciándoles de aquellos/as manifestantes que sí se adscriben al “decálogo” democrático e ignorando, por ejemplo, la brutal violencia con la que la policía antidisturbios arremete en las convocatorias. La represión pretende que se produzcan divisiones en el seno de una lucha, que sean los/as propios/as luchadores/as los/as que “se saquen los ojos” los/las unos/as a los/as otros/as, que se olviden los motivos comunes y la diversidad de estrategias y que el Estado, ante este panorama, lave su imagen quedando como la mejor alternativa. Y no digamos ya con el tan sonado “terrorismo”, palabreja tan poco definida pero que vale para justificar cualquier acción del Estado, su supuesto “poder legítimo” y confundir y machacar cualquier intento de rebeldía. Es decir, la represión no sólo pretende acabar con los focos de disidencia, sino que busca intimidar a la población en su conjunto, a los/las potenciales luchadores/as, mediante castigos ejemplares. Es el caso de los/as compañeros/as anarquistas de Sabadell encarcelados/as recientemente y el intento de creación de alarma social en torno a su caso. Como éste hay un sinfín de procesos que se repiten desde siempre. La organización social actual, promotora de la individualización y la atomización social más absoluta, así como la guerra psicológica que se deriva de los procesos represivos, anhela lograr el control y el enfrentamiento entre explotados/as, difuminando cada vez más los enemigos reales.

La represión al anarquismo italiano

Podemos observar cómo en los últimos años, ante la situación de descontento generalizado que está trayendo multitud de movilizaciones sociales en todo el mundo, la represión ha ido en aumento. En multitud de ocasiones, esa represión que viven grandes fenómenos sociales ha sido ensayada antes en movimientos políticos de menor envergadura. Es el caso del movimiento anarquista italiano, el cual lleva sufriendo la dura represión durante décadas, practicando sobre el mismo las leyes de asociación subversiva, allanando espacios[1], encerrando a compañeros/as y sometiéndolos/as a una constante vigilancia mediante increíbles medios tecnológicos –escuchas telefónicas, ambientales, micrófonos ocultos en espacios y vehículos, software o “troyanos” en los ordenadores, etc- .

La represión italiana de la que hablamos tiene que ver con la evolución interpretativa que la jurisprudencia aporta desde el origen de los delitos asociativos. En 1863, con el nacimiento del Estado  italiano, se inaugura la ley Pica cuyo fin era golpear el fenómeno brigantaggio[2], o más bien, la oposición campesina a las expropiaciones del rey de Saboya. Con el paso de los años y con el desarrollo de la oposición al Estado y la expansión de las revueltas con los levantamientos de los fasci[3] de los trabajadores, en 1894 son aprobadas tres leyes de emergencia, la 314, 315 y 316, llamadas leyes excepcionales anti-anarquistas. Estas leyes introducen el delito de subversión y prevén la asociación con propósito delictivo. Más tarde durante el fascismo se define la asociación subversiva mediante el artículo 270. Este artículo, que debiera haber desaparecido junto al resto de dispositivos penales del fascismo, no sólo permanece sino que se endurece tras la desaparición de éste: en 1979, con el artículo 270 bis se añade a la asociación subversiva la finalidad terrorista. Otro de los artículos que se mantienen es el 419, que estableció los delitos de devastación y saqueo y que hace poco ha sido utilizado para condenar a los considerados responsables de los destrozos provocados durante la contracumbre del G8 en Génova en el 2001.

El artículo 270 bis ha continuado evolucionando contra el llamado terrorismo internacional. Si antes  era necesaria una organización rígida y estructurada, estos elementos ya no son esenciales para los jueces, sino que es suficiente el hecho de que la organización sea funcional para lograr el objetivo, por rudimentaria que sea. Este artículo se convierte en una herramienta flexible a las exigencias de las instituciones. De esta manera, el Estado italiano lleva golpeando a los/as compañeros/as italianos/as desde hace mucho tiempo con la vinculación a organizaciones con fines “terroristas” y, entre otras cosas, a través de la creación de organizaciones fantasmas[4]. Desde el conocido proceso Marini –también denominado operación Pontelungo- llevado a cabo a mediados de los 90 hasta la operación Osadía[5] en la actualidad, los/as anarquistas italianos/as llevan a sus espaldas incontables operaciones represivas[6].

A raíz de las últimas operaciones, el Estado italiano ha abierto una nueva sección de alta vigilancia en la cárcel de Ferrara donde se encuentran recluidos/as los/as compañeros/as anarquistas acusados de asociación subversiva.

Los medios, conocimientos y herramientas represivas que se dan en territorios como Italia son exportados a otros donde no están tan desarrollados. Todo esto es importante a la hora de plantear las luchas contra el sistema de explotación. Declarar la guerra a este mundo implica la posibilidad de recibir los golpes del enemigo. Por ello tenemos que conocerlo bien. Evitar caer en discursos derrotistas o victimistas es un buen comienzo para comprender la represión, reafirmarse y afrontarla como parte lógica de una lucha. Reclamar o reivindicar que cese la represión es absurdo pues ésta es inherente al sistema de dominación en el que vivimos. Asimismo, al igual que el Estado busca provocar el mayor daño posible y para ello estudia e investiga a los/las participantes de las luchas, éstos/as han de contrarrestar esta fuerza de la misma manera, estudiando y analizando los procesos represivos, aprendiendo de la experiencia. Por ello hemos hecho especial mención a los/as compañeros/as anarquistas italianos/as ya que el acoso por parte del Estado y sus instituciones no ha conseguido cesar su actividad. Desde aquí enviamos todo nuestro ánimo y apoyo a todos/as ellos/as.


[1] El artículo 41 TULPS le sirve a la policía para allanar casas o locales políticos sin la autorización de un juez, con la excusa de buscar armas y explosivos.

[2] En castellano “bandolerismo”.

[3] Organizaciones populares y campesinas de anarquistas, socialistas y republicanos.

[4] Durante el proceso Marini se intentó demostrar la existencia de un grupo armado anarquista que actuaba en el territorio italiano, con jefes y gregarios llamado ORAI (Organización Revolucionaria Anarquista Insurreccionalista). Otro ejemplo es el grupo GAIT (Grupo Anarquista Insurreccional Trentino) utilizado en la operación Ixodidae para la acusación de asociación subversiva.

[5] En esta operación represiva incluso han incluido como ideólogos a dos compañeros que llevan más de veinte años encerrados en la cárcel, Gabriel Pombo da Silva y Marco Camenisch.

[6] Algunos ejemplos: operación Cervantes, Crocenera, Nottetempo, Gruppi di Affinitá, Outlaw, Brushwood, Shadow, Ardire, Mangiafuoco, Thor, Ixodidae… Para más información puedes consultar el fanzine “Equilibrismos”

 

* El título proviene del fanzine Equilibrismos. Pg.4. Puedes descargar el PDF aquí:  http://www.cabezasdetormenta.org/wp-content/uploads/2013/06/equilibrismos_imprimir.pdf

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