La periodicidad mensual de esta publicaciónno nos suele permitir tratar las noticias en el momento que están ocurriendo, por lo que no podemos ofrecer la inmediatez de otras formas de comunicación. Pero esto, lejos de “hacernos llegar tarde al suceso”, nos permite tratar los temas con una mayor perspectiva, que nos facilita poder analizar lo ocurrido, buscando extraer enseñanzas que nos ayuden a entender la realidad y, sobre todo, hacer más efectivas nuestras luchas.
En este mes, hemos dado un mayor espacio para comentar la huelga indefinida de los trabajadores/as de la limpieza viaria y de parques y jardines de Madrid, porque creemos que ha sido uno de los mejores ejemplos de arrojo y decisión a la hora de defender un puesto de trabajo que se ha dado en bastantes años en nuestra ciudad.
Este conflicto nos ha dado la oportunidad de comprobar sobre el terreno las ideas que desde estas páginas hemos repetido hasta la saciedad: que la privatización, o externalización, de acuerdo con el neolenguaje ahora vigente, ya sea directa mediante la venta, ya sea indirecta a través de la cesión a contratas, sólo beneficia a las grandes empresas, suponiendo despidos, pérdidas de derechos laborales y un peor servicio; que los medios de comunicación y el aparato del Estado siempre están del lado de las multinacionales; pero también que los ERE se pueden echar para atrás, que con la huelga, cuando se va a por todas, se obtienen resultados; que cuando los/as trabajadores/as se reconocen como tal y se unen en la lucha son casi imparables; que la solidaridad de clase, el boicot y el sabotaje siguen estando vigentes en el siglo XXI, y que si se puede ganar una batalla contra el Ayuntamiento de la capital y tres de las empresas más importantes del Estado, qué no se podrá ganar en otros conflictos laborales.
Inicio del conflicto. Privatización.
La cesión de la limpieza y de la recogida de basura de las calles madrileñas a las empresas, en cristiano, la privatización de un servicio público, comenzó en los primeros años de la década de los ´90, con la actual presidenta del PP de Madrid, Esperanza Aguirre, entonces consejera de Medio Ambiente, como máxima impulsora.
Su sucesor, Alberto López Viejo, implementó el actual modelo de las contratas, y también el de las comisiones del diez por ciento por elegir las empresas a dedo y y el de subir los precios pagados a las contratas con los contratos ya adjudicados. Ahora, tras su paso como consejero de la Comunidad de Madrid, está imputado dentro de la trama Gürtel por, entre otras cosas, la campaña publicitaria de Madrid limpio y olímpico de 2003 en la que encargó cuatro millones de folletos para repartir casa por casa; el problema es que entonces sólo había en la ciudad un millón doscientas mil viviendas y que el contrato se encargó sin seguir el procedimiento establecido de concurso público.
Pero esto no ha ocurrido únicamente en nuestra ciudad, según los papeles de Bárcenas, la Secretaria General del PP, Dolores de Cospedal, cobró en 2007 doscientos mil euros de la empresa Sacyr por la adjudicación de la contrata de limpieza por medio del Gerente del partido en esa Comunidad (sí, el abogado que declaró haber firmado un recibí por esa cantidad porque tenía miedo a Bárcenas). Y en Alicante, dentro del caso Brugal se investigan los contratos relacionados con la basura por un importe de cuatrocientos cincuenta millones de euros que se llevó el empresario Enrique Ortiz, amigo personal de los sucesivos alcaldes de esta comunidad. No le debió parecer suficiente porque por el pinchazo de su teléfono en el marco de la investigación, le hemos podido escuchar que “no está mal, pero tengo que llorar más porque yo soy la polla insaciable”
Con estos antecedentes, comentamos ya el proceso de adjudicación de las contratas de limpieza del Ayuntamiento de Madrid que ha sido el origen del Expediente de Regulación de Empleo tumbado por la movilización. En agosto de este año el Ayuntamiento de Madrid adjudicó cuatro contratos para la limpieza y conservación de espacios públicos y zonas verdes de la capital con un precio inicial de dos mil trescientos millones de euros, un diez por ciento menos que el anterior. En un concurso público en el que la mayor puntuación se obtenía por reducir el coste del servicio, los contratos fueron adjudicados a Ferrovial, Sacyr, OHL y FCC, que presentaron ofertas rebajando un treinta por ciento el coste.
El 28 de noviembre, un concejal de UPyD, poco sospechoso de antisistema, se preguntaba en un Pleno del Ayuntamiento “¿Por qué no se presenta ninguna empresa extranjera a los contratos? ¿Por qué siempre ganan las mismas empresas los contratos en Madrid, que luego coinciden con las que tienen recalificaciones en los planes urbanísticos o en edificios singulares, o moras de pago de impuestos, y aparecen según la prensa como donantes de su partido?”. Desde aquí, sugerimos una respuesta: Ferrovial está siendo investigado en el llamado caso Palau, por el continuo pago a CiU de comisiones del cuatro por ciento de los importes de los contratos adjudicados, que alcanzaron más de seis millones y medio en diez años; Sacyr aparece en los papeles de Bárcenas como uno de los mejores donantes del PP, al igual que FCC, investigado en el caso Malaya y OHL tiene graves acusaciones de corrupción en México y reconoce ser financiador de PP, PSOE, UGT y CC.OO.
Tras la adjudicación de los contratos, las empresas hicieron cuentas: un treinta por ciento menos de ingresos se solucionaría con un porcentaje algo mayor de reducción de plantilla. Esta ecuación, aparentemente fácil de apreciar, era desconocida para el
Ayuntamiento, o al menos eso sostiene Ana Botella. Un portavoz de las empresas contratistas le recordó durante la huelga que en los contratos se especificaban los puestos de trabajo que se mantendrían y que por tanto, ella estaba informada de los despidos. Al poco tiempo, este portavoz fue desautorizado por las propias empresas, recordando que no se muerde la mano que te da de comer, sacando del problema a la Alcaldesa y demostrándonos la complicidad entre el Ayuntamiento y las empresas en la sangría de despidos prevista.
Se anuncia el ERE y empieza la huelga.
Después de que la entrada de nuevas contratas dejara en agosto a trescientos cincuenta trabajadores/as en la calle por no haber sido subrogados, las empresas contratistas comunican a los sindicatos la intención de llevar a cabo el despido de mil cuatrocientos empleados/as más, cifra que a los pocos días, con la presentación del Expediente de Regulación de Empleo se reduce a mil ciento cuarenta y cuatro y una reducción salarial cercana al cuarenta por ciento. Esto hubiera sido imposible si el Ayuntamiento hubiera introducido la cláusula de permanencia de empleos, obligación que habían tenido todas las contratas hasta ahora.
La totalidad de los sindicatos presentes en las empresas contratistas convocan la huelga indefinida y el 4 de noviembre se inicia ésta con unos servicios mínimos del cuarenta por ciento decretados por el Ayuntamiento y paralelamente comienzan las negociaciones entre empresas y trabajadores/as. A partir de este momento, la historia es conocida por todos/as, tras trece días de huelga en la que el seguimiento es total, en la que la Policía Municipal escoltaba, más bien vigilaba, a los servicios mínimos, y con la amenaza de que la huelga sea reventada mediante la contratación de la empresa pública Tragsa, ésta finaliza con un acuerdo de congelación salarial y con un expediente de regulación temporal de empleo y con un gran ejemplo de lucha que en Madrid llevábamos tiempo sin ver.
La importancia de la huelga.
Sólo con ver las reacciones de los/as políticos/as tras el final de la huelga podemos observar la vital importancia de esta herramienta.
Escuchar a Ana Botella, un día después de que finalizara la huelga, y tras haberla intentado reventar mediante el esquirolaje, afirmar que no había habido despidos gracias a la reforma laboral y no debido a la fuerza de los/as trabajadores/as, mientras corría a pedir una ley de huelga que limitara aún más este derecho nos demuestra que si no hay en este momento mil y pico trabajadores/as en la calle es gracias a la fuerza demostrada en la huelga. La huelga, como hemos repetido en infinidad de artículos es un instrumento que a lo largo de la historia ha proporcionado grandes victorias a la clase trabajadora en lucha. Eso es algo que a los/as trabajadores/as parece que se nos ha ido olvidando, pero que el Estado y el capital siempre tiene muy presente, de ahí que sus intentos por acabar con esta herramienta hayan sido continuos y que ahora, tras sentirse derrotados en el conflicto de la limpieza, se haya visto acentuado.
Por eso, tenemos que estar alerta y desenmascarar toda la palabrería que nos vendrá desde el Estado y la patronal sobre la necesidad de regular (traducido: limitar) el derecho a huelga “para que los ciudadanos no sean rehenes de los sindicatos” o gilipolleces por el estilo.
No podemos caer en esa división artificial de usuarios/as, o clientes/as, o consumidores/as, enfrentados/as a los/as trabajadores/as en huelga como si nuestros intereses sean distintos. Tenemos que comprender que la victoria de los huelguistas de la limpieza de Madrid es una victoria que nos beneficia a todos/as, que cada despido o recorte salarial paralizado mediante la lucha, pese a que nos haga llegar un poco más tarde al curro o tener que pisar un par de bolsas de basura, es un freno en la carrera del capital de precarizar aún más nuestras vidas.
Mientras no seamos conscientes de eso, las empresas, con sus medios de comunicación a la cabeza, seguirán fomentando las divisiones entre trabajadores/as precarios/as y con puesto indefinido, funcionarios/as frente temporales, y continuarán riéndose a nuestras espaldas tramando la próxima reforma laboral o recortes en el desempleo que nos impondrán.
Comunicación para romper el aislamiento de las luchas
Al hilo de lo que comentábamos de la importancia de tejer lazos entre los/as trabajadores/as, creemos que es de una gran importancia hacer llegar nuestro mensaje, nuestras reivindicaciones y razones para llevar a cabo una huelga al resto de trabajadores/as no inmersos en el conflicto laboral que se trate.
Sabemos que no es fácil contrarrestar el mensaje con el que los grandes medios de comunicación nos bombardean a través de sus periódicos, radios y televisiones, pero es un esfuerzo que creemos vital para poder combatir, bien el silencio mediático, bien la criminalización, con la que las grandes empresas de comunicación tratan a las luchas obreras.
Decimos esto porque en las movilizaciones y otras acciones realizadas por los/as huelguistas, hemos echado en falta una mayor dedicación de éstos a la hora de difundir su mensaje y de buscar empatizar con los/as habitantes de Madrid. Siendo conscientes de que un panfleto dado a la salida del metro o repartido durante una manifestación es algo minúsculo comparado con las toneladas de propaganda que nos llega desde los medios controlados por el Estado y el capital, creemos que es imprescindible a la hora de buscar comunicación con el resto de trabajadores/as. En cambio, en las calles la propaganda de apoyo a la huelga que hemos encontrado mientras ha durado la huelga era en su mayor parte realizada por personas ajenas al conflicto laboral que han querido dar su apoyo solidario. Podemos destacar las miles de pegatinas que con el lema “hoy por ti, mañana por mí. Apoya la huelga, ensucia las calles”, firmada por Trabajadorxs solidarixs, nos recordaban que “la lucha es el único camino” y el Bando publicado por la Asamblea Popular de Lavapiés y difundido por el barrio que hacía saber que “1º. Si los trabajadores/as que cuidan nuestras calles y jardines (y por tanto a nosotros/as) están de huelga, los apoyaremos hasta las últimas consecuencias. Estaremos junto a ellos/as en los piquetes y manifestaciones y haremos todo lo que se nos ocurra para no abandonarles. 2º. Si las riquezas no se reparten, nosotras repartiremos la basura, la llevaremos ante los pies de los señores, hasta sus bancos, palacios y sedes. 3º. Si siguen deteniendo a huelguistas, cada día seremos más en las calles. Que la razón y la rabia de las trabajadoras y trabajadores no sea callada por policías, jueces, patrones, medios de comunicación, políticos y jefes sindicales. 4º. Si la huelga acaba, que sea porque la hemos ganado, no por pactos a espaldas de los trabajadoras y trabajadores. Apoyaremos ahora y siempre a las asambleas de trabajadoras y trabajadores y a las bases sindicales. ¡Viva la huelga!”.
La lucha sigue en Panrico
Siguiendo con Siguiendo con los conflictos laborales (y dejando por ahora de lado la huelga de limpieza madrileña), creemos importante dedicarle unas pocas líneas a otra lucha, esta aún abierta, como es el caso de Panrico. Ya escribimos sobre ella el mes pasado
(www.todoporhacer.org/los-donuts-envenenados), pero el despropósito del pasado martes 27 de noviembre nos hace volver a ello. Para meternos en harina, son dos meses de conflicto abierto por la intención de la empresa de llevar a cabo un ERE sobre parte de la plantilla y una rebaja salarial del resto de trabajadores/as.
Son casi dos meses de huelga indefinida en una de las plantas de Panrico, la situada en Santa Perpetua de Mogoda, centro que se ha destacado por su combatividad durante todos estos años. Y después de estos meses de lucha, llega la desilusión. Las negociaciones entre el comité de empresa (trece delegados de UGT y CC.OO.) y la empresa derivaron en una preacuerdo, firmado entre UGT y Panrico que incluía 745 despidos (de un total de casi dos mil empleados/as), una rebaja salarial del 18% para el resto de la plantilla y el también despido de 300 de los/as distribuidores/as que trabajan como autónomos/as para Panrico. Este preacuerdo es aceptado sin rechistar por los/as delegados/as de UGT, pero aún así se lleva a votación en todas las plantas. En casi todas ellas (incluyendo las de Santa Pertua de Mogoda –Barcelona- y la de Paracuellos del Jarama –Madrid-, las dos más grandes) la votación es contraria al preacuerdo (así como en el cómputo global de trabajadores/as), siendo éste sólo respaldado por las plantas de Valladolid y Puente Genil (Córdoba). A pesar de ello, los/as delegados sindicales firman el martes 27 un acuerdo con la empresa (con nueve de los trece miembros de la mesa sindical a favor). Ante esta situación, una nueva puñalada de los/as delegados/as de los sindicatos en cuestión, la asamblea de los/as trabajadores/as de la planta de Santa Perpetua vuelve a rechazar el acuerdo (en el que se les castigaba por la huelga con 154 despidos del total y el traslado de parte de su producción a Zaragoza) y deciden proseguir con la huelga.
Pero si acaso, lo más jodido de este asunto es la falta de solidaridad de la que hacemos gala los/as de abajo, pues hay que resaltar que en algunas de las plantas de Panrico para las cuales el acuerdo era más beneficioso (con apenas despidos y con mayor carga de trabajo como consecuencia del adelgazamiento de otras plantas), las votaciones respaldaron el preacuerdo alcanzado por los sindicatos. Como a mí me joden menos, al resto que les den.
Si esa es la premisa, no vamos a ir muy lejos. Desde la dirección, la estrategia era bastante acertada, posicionar a unos/as trabajadores/as contra otros/as, y lo han conseguido. Ese es el fallo, nuestro continuo fallo. Nos hemos tragado sus valores, nos hemos tragado su competitividad, su individualismo, su flexibilidad… y todas esas mierdas que no nos reportan nada bueno. Quien dice que mañana no les tocará a los/as trabajadores/as que hoy votaron por el acuerdo…
Pingback: Enlaces del mes: Noviembre 2013 | Regeneración
Pingback: Todo por Hacer » Breve repaso a algunos conflictos laborales en Madrid