Prometeo contra Leviatán. Teorías sobre el Estado. Del liberalismo al anarquismo

Autor: Costas Despiniadis. Cuadernos de Contrahistoria, Fundación Anselmo Lorenzo (Delegación de Aranjuez), Aranjuez, 2021.

Reseña por Roberto Pradas Sánchez-Arévalo

Este libro de Costas Despiniadis repasa las teorías fundamentales que han legitimado la construcción del Estado. Desde los autores liberales, pasando por los anarquistas e incorporando autores sin una filiación específica, Despiniadis sintetiza la evolución de la idea de Estado y las críticas formuladas contra la misma. Son muchas, por lo tanto, las aristas y temas explorados en este texto y cualquiera de ellos, igual de importantes todos, puede servirnos para ilustrar el espíritu de esta historia de las teorías sobre el Estado. El libro revisa la antropología pesimista de Hobbes, la fundamentación del “contrato social” en la propiedad que hace Locke, la confusa y mitificada idea de democracia que Rousseau expone, el cambio de parecer de Hegel, que pasó de crítico con el Estado a convertirse en uno de sus principales apologistas de sus instituciones. A estos autores parecen responder los anarquistas recogidos en el libro, aunque no siempre se dirijan expresamente a ellos.

Quizá el filósofo que, sin ser anarquista, realiza una de las críticas contra el Estado más influyentes sea Nietzsche, del que Despiniadis explica que, en El Estado y los griegos, dice que, aunque hoy ‘el Estado es considerado […] como meta y cumbre de los sacrificios y deberes del individuo’, los sometidos a él se ocupan poco de su terrible origen. ‘En el fondo no hay ningún tipo de acontecimiento sobre el que la historia universal nos enseña peor que sobre la constitución de aquellas acciones violentas, sanguinarias [pág. 196].Despiniadis ve en la obra de Nietzsche la descripción del terrible Estado de Leviatán de Hobbes. En el capítulo del Zaratustra […] titulado ‘El nuevo ídolo’, escribe Nietzsche: ‘[…] Estado se llama el más frío de todos los monstruos fríos. Es frío incluso cuando miente; y esta es la mentira que se desliza de su boca: ‘Yo, el Estado, soy el pueblo’ [pág. 203]. Por ello, sería interesante probar una nueva definición de Estado y aunque este no es el objetivo de este libro sí que es un potente punto de partida para diferenciar lo público del Estado.

A veces parecen coincidir lo uno con lo otro, pero, en sí, no son lo mismo. Cualquier entidad colectiva democrática que busque hacer política comunitariamente difiere de lo que es propiamente el Estado, que puede ejercer, cuando lo necesite, suficiente autonomía para, prioritariamente, autoconservarse frente a la comunidad. Ese es el conflicto que pone en evidencia que el control de la sociedad es la premisa para permitir una democracia que cualquier constitución garantiza su interrupción para imponer el llamado “orden público”.