Terremoto en Kurdistán. Un desastre profundizado por la discriminación turca y siria

El pasado mes de febrero un terremoto de 7.8 grados sacudió el Kurdistán, matando a decenas de miles de personas en ese instante y aumentando la cifra en los días siguientes tras quedar sepultados bajo los escombros. De hecho, hasta la fecha, y sin contar las víctimas en las réplicas posteriores, las cifras otorgadas por Turquía y Siria han sido de un total de 46 mil personas muertas, lo que le convierte en el sismo más devastador que ha sufrido la región en este siglo. Pero más allá de las lamentaciones por un desastre natural como es un terremoto de esta magnitud, esta clase de fenómenos dejan una impronta de tragedia mucho más grande debido a cuestiones políticas, estructurales e ideológicas.

En el oeste de Turquía y el norte de Siria se encuentra el pueblo kurdo, que ha sufrido violencia sistemática durante décadas por parte del gobierno turco, y actualmente una ofensiva militar en proceso desde hace algunos años. En el norte de Siria se encuentra el territorio de Rojava, inmerso en el proceso revolucionario del Confederalismo Democrático desde 2012, y en una resistencia frente a Daesh la pasada década, situando a la población kurda en medio de un conflicto geoestratégico mundial.

En el año 2020 un terremoto de 6,8 que mató a decenas en la provincia turca de Elazig, de mayoría kurda, pudo haber servido como advertencia. Y es que el Partido Democrático de los Pueblos (HDP), una organización pro-kurda en Turquía, denunciaba que el gobierno turco había bloqueado la entrega de ayudas económicas a la región. El Kurdistán turco (Bakur) está completamente abandonado por las autoridades turcas, con ya muchos años de desasistencia y edificios levantados con materiales de construcción defectuosos. Por lo tanto, no solo matan los sismos, también las políticas de carácter fascista del gobierno turco contra la población kurda.

A ello debe sumarse, además, que cientos de miles de supervivientes al sismo han sido absolutamente abandonados, y han tenido que ser equipos de rescate internacionales u organizados por la propia solidaridad kurda, quienes hayan alcanzado algunas ciudades y asistir a los heridos. Eso siempre y cuando la policía turca lo ha permitido, porque algunos residentes trataban de rescatar a familiares por su cuenta, y las autoridades turcas lo impedían, argumentando que debían esperar a una ayuda oficial y recursos que nunca llegaban. La actitud del presidente Erdogan ha sido, por un lado, ataques y detenciones contra las organizaciones que criticaban las acciones gubernamentales de discriminación contra las víctimas kurdas, y en otro sentido, prometiendo en intervenciones de prensa mundiales ayudas que no llegarán como ya hicieron en otras ocasiones. Igualmente, Turquía ha realizado durante semanas cortes en medios informativos como Twitter, para evitar la circulación de noticias sobre la realidad que se vivía en el área afectada por el sismo.

También se ha actuado contra periodistas que trataban de cubrir mundialmente la situación en el cantón de Afrín, ocupado militarmente por Turquía al norte de Siria. En los días siguientes al sismo, el Ejército turco continuó bombardeando diariamente con su artillería poblaciones afectadas por el terremoto al norte de la ciudad de Alepo, donde se encuentran numerosos refugiados kurdos.

En algunas de estas poblaciones de mayoría kurda, el 90% de su población superviviente están durmiendo en la calle con temperaturas invernales muy bajas. Algunos convoyes de ayuda humanitaria son requisados por autoridades turcas, y ni siquiera se permiten acceder vehículos para subsanar la vulnerable situación. «Cuando los kurdos pidieron una excavadora para cavar las tumbas de sus hermanos que habían muerto, se les dijo que cavaran con las manos».

Estos terremotos no son desastres que caen en vacío, las consecuencias están íntimamente relacionadas con las políticas ideológicas discriminatorias. Concretamente el Kurdistán está expuesto a múltiples violencias por parte de los enemigos de la revolución kurda del Confederalismo Democrático, un proceso transformador que trata de romper con el capitalismo, el imperialismo y el patriarcado, construyendo un proyecto de paz a largo plazo en la región. La actitud beligerante del gobierno turco y la situación de más de una década de conflicto en Siria previa al sismo, así como las políticas contra una intervención coordinada conveniente han provocado aún más pérdidas y una grave crisis humanitaria.

Los esfuerzos del Congreso Nacional del Kurdistán están puestos sobre el apoyo humano y material a sus hermanos en las regiones afectadas, ya que no es ninguna entidad estatal sino los revolucionarios kurdos los que están acudiendo a ayudar. También se ha organizado internacionalmente una respuesta de apoyo al pueblo kurdo, colectivos anticapitalistas que llevan más de una década apoyando la revolución social kurda, han abierto canales de ayuda económica y material (más información en la web de ANF en español). Es el momento de solidarizarnos por hacer posible que las vidas de la población en el Kurdistán y su transformación profunda continúen adelante.

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1003 Lausanne (Lausana)
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Nombre del banco: PostFinance SA; Mingerstrasse 20; 3030 Berna; Suiza

Más información sobre cómo la corrupción y el racismo agravan las consecuencias del terremoto en este dossier de Rise Up 4 Rojava:

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