Autor: Malcolm Braly. Sajalín editores. 453 páginas.
Allí estaba todo en silencio y tenía ese aire de extrema seriedad que se percibe en los hospitales, las comisarías o los tribunales, el inconfundible aroma de la responsabilidad y el poder, el control de la vida y de la muerte.
Publicada en 1967, En el patio es una novela atípica y excepcional. Su autor Malcolm Braly pasó casi la mitad de sus primeros cuarenta años de vida en la cárcel, y fue entre sus muros donde comenzó a redactarla. Como en tantas otras ocasiones, Braly pasó décadas encerrado pese a no haber cometido ningún delito especialmente grave, e incluso si apuramos, pese a no haber robado jamás nada demasiado valioso. Simplemente sus cartas estaban marcadas de antemano, tenía todas las papeletas para llevar una vida que fuera del reformatorio al talego y así fue. Entró y salió para volver a entrar. Su conocimiento de la vida entre rejas es lo que toma forma en una historia llena de ambigüedades que se desarrolla casi por casualidad, enlazando estados psicológicos y diálogos hasta que el lector se da cuenta de que ha sido arrastrado al punto exacto al que el narrador ha querido llevarle.
En el patio deja claro al menos dos cosas, a saber: lo primero, que las buenas historias son escritas por gente que ha vivido y no por académicos especializados en los artefactos del lenguaje; y segundo, que la cárcel (la que vivió el autor en sus carnes y la que perdura hoy en día, puesto que la esencia del encierro se mantiene inalterable) no es el espantajo que se nos suele presentar en el cine y la literatura… ese espacio ajeno a nuestras vidas donde quedan olvidados hombres y mujeres que nada tienen que ver con nosotros y nuestras rutinarias existencias. La cárcel no se encuentra en los extrarradios de la sociedad, la cárcel es uno de sus pilares fundamentales.