Chile 73 o la historia que se repite

Autor: Miguel Herberg. Editorial: Fundación Anselmo Lorenzo. 1999. 143 páginas

Miguel Herberg es un cineasta español que nació en 1943 en Gijón, y estudió cinematografía y fotografía en Madrid. De 1962 a 1964 trabajó en Hollywood como ayudante de dirección y fotógrafo. De 1964 a 1969 estudió filosofía y literatura en París en la Sorbona y en la misma ciudad en el IDEC (Hautes études cinématographiques). Trabaja para ORTF, Organisation Radio Télévision Française, una emisora estatal oficial. De 1969 a 2000 vivió y trabajó en Roma, colaborando con Roberto Rossellini como actor y asistente. Visitó diversas partes del mundo y se interesó por los temas sociales y políticos que alimentan su creación. Creó películas animadas y escribió libros. Desde el año 2000 vive y trabaja en China en el campo de la animación.

El proceso judicial incoado a Pinochet reabrió unas heridas que no habían sido siquiera cicatrizadas, las viejas heridas, nunca cerradas totalmente, que fueron infligidas a una gran parte de la población chilena. Se vuelve a asistir a la brutalidad de una casta militar que actúa en Chile, al igual que en otras muchas latitudes, como en territorios a conquistar. A los pocos meses del golpe de Estado triunfante de Pinochet y sus secuaces, Miguel Herberg, utilizando unas vías que hoy nos parecen increíbles, lograba realizar con grave riesgo de su vida un reportaje filmado de los — para el régimen militar inexistentes — campos de prisioneros de Chacabuco y Pisagua.

Gracias a este reportaje filmado, dado a conocer al mundo tras su salida espectacular de Chile, el gijonés Miguel Herberg dio rostro a los desaparecidos y salvó innumerables vidas que de otro modo hubieran desaparecido definitivamente. Tras la edición del vídeo donde se recoge este reportaje, se publica una amplia colección de fotografías que complementan el reportaje videográfico.

A pesar de la importancia que tuvo en su momento, no pudo publicarse en España por causa de la dictadura franquista y posteriormente se fue demorando su publicación. Y aunque en la actualidad ha perdido parte de su importancia como denuncia práctica en el momento de la barbarie represiva de los militares golpistas chilenos, conserva en la totalidad su riqueza como documento histórico de aquel proceso. Sobre todo para recordarnos que hubo muchos otros responsables que también deberían ocupar el mismo protagonismo de señalamiento y juicio internacional como acusados en el tribunal de la historia.

Miguel Herberg retrata a un pueblo chileno que luchaba por su libertad, las resistencias campesinas, indígenas, mujeres; y enfrente una conjura de multinacionales con intereses heridos que se revolverán violentamente de la mano de la CIA estadounidense y con el golpe de mano del ejército chileno. También retrata a un Salvador Allende demasiado confiado, que pese a todas las pruebas y documentación presentada por él mismo en sus investigaciones previas le respondió: «Miguel, esto no es España, aquí el ejército tiene una tradición democrática», y no podía estar desgraciadamente tan equivocado, en lugar de apoyarse en el pueblo, decidió confiar en su verdugo, tanto que acabó pagando el precio con su propia vida.

Miguel Herberg nos narra su tapadera para entrar a Chile en 1972 como reportero y granjearse el favor de la alta sociedad, empresarios y fascistas chilenos. De esos contactos una vez iniciado el golpe de Estado y la dura represión posterior pudo moverse como pez en el agua para contar al mundo ese horror completamente planificado. Igualmente recoge el testimonio directo de familiares de desaparecidos con el interés de localizarlos, es decir, que además de su labor de denuncia, también realizaba Miguel Herberg un apoyo y solidaridad directa con las víctimas de esta represión desatada. Augusto Pinochet fue una marioneta cruel de los intereses de las multinacionales estadounidenses, su procesamiento a finales de los 90 no supuso más que un teatro.

Miguel Herberg, de convicciones anarquistas, y a pesar de la tapadera y financiación a través de la RDA (República Democrática Alemana), denunció a ésta por incumplir los acuerdos de derechos cinematográficos que habían adquirido. Él no tenía intención de hacer negocio con ese material en el mercado capitalista, pero también trataba de impedir que el Estado socialista alemán se llevara un mérito que no le correspondía. Y es que uno hace un trabajo revolucionario en silencio, Miguel trataba de generar inflación en el capitalismo global y cambiaba dólares que le entregaba la RDA por moneda chilena utilizando para ese fin a la empresa de alquiler de coches Hertz. En definitiva, nadie más que el propio pueblo chileno financió su película. Solo el pueblo salva al pueblo.

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