Autores: Paco Roca y Rodrigo Terrasa. Editorial Astiberri. 295 páginas. 2023.
“Batiste se unió a la causa de Pepica en cuanto se enteró de que era la fosa donde estaba su tío Bautista. Quería recuperar los huesos de los suyos. ¿Por qué? Porque así lo querían quienes le querían. Y porque Batiste no quería que se quedasen donde sus asesinos lo habían querido.”
Vivimos en un país salpicado de fosas comunes. Miles de cuerpos de hombres y mujeres asesinados hace más de 80 años siguen diseminados por campos, cunetas y cementerios, sin que sus familiares puedan decidir que hacer con sus restos. Muchos de estos cuerpos yacerán así de forma permanente, no podremos dar con ellos. Una dictadura sangrienta sumió a nuestros/as abuelos/as en 40 años de sangre, miseria y misticismo barato, para luego dar paso a una transición que cerró los ojos a la barbarie y cambió lo mínimo para que todo siguiera prácticamente igual. De esos barros, estos lodos. La memoria de lo que sucedió, de lo que pudo haber sido y no permitieron, la memoria de todo eso, quedó en segundo plano; se pretendió desde el poder que siguiera en el ámbito privado. Con el tiempo, la lucha de muchas personas ha ido devolviendo esta memoria al plano colectivo de nuestra sociedad, aunque aún queda mucho camino por recorrer.
Esta novela gráfica de Paco Roca y Rodrigo Terrasa es un precioso acercamiento a esta memoria en parte olvidada, en parte sepultada. Nos acompaña hasta la lucha iniciada por Pepica para exhumar la fosa 126 del cementerio de Paterna, en Valencia. En ella estaba enterrado su padre, José, labrador fusilado junto a otros muchos en 1940 en El Terrer, el campo de tiro del Cuartel de Artillería de Paterna. Su lucha, las conversaciones con los/as arqueólogos/as encargados de la exhumación o la visión de otros familiares implicados, van alternándose con las historias de la represión franquista, de quienes fueron enterrados en la fosa 126 y de quienes tuvieron que seguir adelante sin sus seres queridos, sin derecho a luto, sin derecho a recuerdo. También aparecerá la historia de un personaje inesperado, Leoncio, encargado muy a su pesar del trabajo de enterrador.
Historias como estas nos recuerdan que tenemos que seguir peleando por recuperar la memoria de nuestro pasado, por nosotros/as, por los/as que ya no están, pero ante todo, por los/as que vienen. Nuestro futuro depende de ello.
“El abismo del olvido. No todos conseguimos regresar de él. Mi nombre es uno de los dos únicos que aún eran legibles en los papeles que seguían intactos en el interior de las botellas. Un mensaje para el futuro. Pero en el futuro ya no me esperaba nadie. Los que me quisieron ya no están. Y ya nadie me recuerda… Y sólo mientras nos recuerdan existimos.”
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