Autor: Jason Hribal. Ochodoscuatro ediciones. 178 páginas. Diciembre 2014.
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¿Cuál ha sido el papel que han desempeñado los demás animales en el desarrollo del capitalismo? El historiador Jason Hribal comienza el primero de los tres artículos que recoge este libro planteándose esa pregunta. Rápidamente empieza a encontrar respuestas, pero lo primero que vemos claramente es que con las revoluciones industrial, agrícola y ganadera se produce un salto en el tipo de relación histórica entre humanos/as y no humanos/as. Ya antes se explotaba a otros animales, pero con la llegada de la industrialización y el “progreso” los niveles se disparan. Caballos, bueyes, mulas, burros, incluso vacas, ovejas y perros/as grandes hacían funcionar la maquinaria agrícola, araban la tierra, trabajaban en las minas remolcando los metales o el carbón, movían los molinos, preparaban y cargaban el algodón, transportaban las mercancías y a la gente, e iban a la guerra para abastecer de armamento y víveres. Los animales trabajaban, y trabajaban muy duro. Si el libro sólo hubiera aportado esta aproximación a un periodo histórico fundamental para comprender cómo se ha llegado hasta el presente, ya habría sido interesante. Pero no se queda ahí. Hribal nos plantea un nuevo reto: si los animales han tenido un papel activo en determinados procesos históricos y entendemos que es injusto explotarlos como a objetos, ¿no sería lo justo reconocerlos como sujetos, sujetos explotados, de hecho? Y yendo un poco más allá (o más acá, según se mire): siendo nosotros/as mismos/as sujetos explotados, ¿no sería fácil encontrar puntos en común entre su explotación y la nuestra y establecer, por tanto, relaciones de clase? En este punto es en el que mucha gente pensará que a Hribal se le ha ido la cabeza, pero ni corto ni perezoso se tira al fango dialéctico y confronta sus ideas (o descubrimientos, según se mire) con las de multitud de teóricos/as tanto clásicos como actuales. Así, se va abordando la cuestión desde diferentes ángulos, desde el análisis más clásico sobre el trabajo, el valor y la plusvalía, a cuestiones más propias de estos tiempos como las teorías (muy extendidas) que consideran que los demás animales no deben ser vistos ya ni como organismos sino como biotecnología, pasando por los diferentes estudios sobre historia animal que tanto han proliferado en los últimos cinco años, que siguen retratando a los demás animales como objetos pasivos a los que les suceden cosas de manera prácticamente irremediable. Y ahí reside una de las mayores virtudes de la obra de Hribal: devuelve a los demás animales el protagonismo de sus propias vidas y demuestra que la historia de la explotación animal es también la historia de la resistencia animal, y que ha sido una historia dialéctica de acción reacción la que ha llevado a la situación actual. Los animales han saltado las vallas, cavado túneles, derribado puertas, golpeado a sus explotadores/as, se han negado a seguir trabajando, se han negado a reproducirse en cautividad, han dejado de comer, han protestado, y eso ha dificultado su explotación y ha llegado a provocar que algunas formas de explotación animal hayan sido abandonadas por ser excesivamente problemáticas. Y todo eso se oculta deliberadamente.
Un libro rompedor, que seguramente será polémico porque trae ideas nuevas, pero que lo hace de una forma muy seria y documentada y que, en el fondo, lo que viene a decir es lo que ya se ha dicho otras veces: fin de los privilegios y solidaridad entre explotados/as.
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