Territorio Doméstico: Maneras de luchar

En el marco de la II Bienal Anarquista de Madrid (BAM), asistimos a una charla a cargo del colectivo “Territorio Doméstico”, un grupo de mujeres en lucha por sus derechos como trabajadoras del hogar. Este artículo es una transcripción adaptada (y reducida) de esa misma charla.

¿Cómo surge Territorio Doméstico y por qué?

Yo soy Lucrecia, soy de Nicaragua y estoy en Territorio Doméstico desde su inicio. Soy una de las fundadoras del colectivo. 

Nosotros como colectivo nacimos en el 2006, por problemas de explotación, demandas de malos tratos, de despido improcedente, pero todo eso se hace a través de otros colectivos de inmigrantes, muchas asociaciones y colectivos de Lavapiés y Vallecas. 

En un momento dado, en estos grupos de inmigrantes comienzan a surgir en conversaciones las diferentes explotaciones, las diferentes situaciones que se estaban dando con las trabajadoras del hogar y los cuidados. La mayoría somos extranjeras, mujeres del Mundo, mujeres transfronterizas o madres transfronterizas. También hay compañeras autóctonas que, ellas o sus familiares también han trabajado o han estado vinculadas a este ámbito. 

Una de las dificultades que hemos tenido es robarle el tiempo al tiempo, y saber acogernos, mantener los vínculos, estar escuchando, estar compartiendo los buenos y los malos momentos, no solo se trata de luchar, sino también de cuidarnos y autocuidarnos, que es una de las cosas fundamentales que nosotros hacemos dentro de Territorio Doméstico. 

Nuestra lucha es por el derecho de igualdad de todos los trabajadores, porque somos un sector invisibilizado, no tenemos prácticamente ningún derecho. Las personas que estamos recién venidas y nos vamos a trabajar, la única alternativa es el trabajo del hogar y los cuidados, en situaciones de explotación y de abuso. 

La lucha fundamental de nosotras es esa, pero también participamos en otras luchas que también nos atraviesan, como es la lucha por la defensa de la sanidad pública, la escuela pública, el transporte. Una de las situaciones más vulnerables que nos afecta es la vivienda, que por ser una trabajadora de hogar y tener un salario precario, no puedes tener acceso. Nosotros somos parte de esta sociedad y, por lo tanto, tenemos que luchar por todos esos derechos. 

Una de las trabas fundamentales también es la ley de extranjería, una ley cruel y asesina, por las muertes en la frontera, por el miedo a que nos puedan deportar.

¿Qué tipo de acciones y actividades lleváis a cabo en el colectivo?

Para visibilizarnos, para darnos a conocer y para que la gente se sensibilice y nos apoye, lo que hemos hecho es unir fuerzas, tanto dentro del colectivo como fuera. Tenemos muchos vínculos con otras asociaciones y colectivos, como son el Movimiento Feminista, el 8M de Lavapiés, Las Kellys, hemos estado con las trabajadoras del Hospital Gregorio Marañón y muchos grupos, porque unidas somos más fuertes.

El trabajo de interna es muy complicado porque es una explotación peor, hay externas que a veces trabajamos doce horas, pero las internas trabajan veinticuatro horas por seis días porque después de trabajar hasta quince horas físicamente tienen que estar disponibles por si pasa algo el resto del tiempo. O sea que es una esclavitud moderna la del trabajo del hogar y los cuidados. 

Hacemos talleres de empoderamiento, porque al inicio había mucho miedo, estábamos sin papeles y era la época del 2006-2010, que había mucha persecución policial en los locutorios, en las salidas del metro. Estos talleres nos daban fuerza y ayudaban a conocer también nuestros derechos, que es un arma fundamental para poder luchar ante un empleador o un cazador.

Para darnos a conocer hemos tenido varias iniciativas. Hicimos una pasarela fashion en el Museo Reina Sofía por donde desfilaron todos los tipos de trabajo: la trabajadora pulpo que tiene varias manos para hacer todas las tareas, la trabajadora «eres como de la familia», la trabajadora sin papeles, etc. También hemos compuesto un disco con 10 canciones donde contamos nuestra historia, el porqué de nuestra lucha. Hemos estado un año trabajando en una radionovela, la presentamos en el CaixaForum, en el Reina Sofía. El cortometraje ya se ha presentado en El Matadero y en la Casa Feminista de Ribera de Curtidores. Hemos escrito un libro, titulado Biosindicalismo desde los territorios domésticos, que se ha hecho para crear un sindicato donde estemos representadas las mujeres en general. 

Todo esto lo hemos hecho porque al estar nosotros entre cuatro paredes y no tener una patronal como una empresa, ha sido difícil integrarnos y sentirnos identificados en los sindicatos tradicionales. 

Una de nuestras iniciativas es la asociación sin ánimo de lucro Senda de Cuidados, que vela por las trabajadoras y por los empleadores, plantean salarios y tratos justos. Hemos parido también el Observatorio de Derechos Jeanneth Beltrán para sacar a la luz las vulneraciones que hay sobre el trabajo del hogar. 

Semanalmente tenemos la asesoría legal “Acuerpando derechos”, para recoger demandas, reclamaciones y hacer acompañamientos. 

También hemos ido a encuentros y jornadas dentro y fuera del país dándonos a conocer y ayudamos a que se creen espacios como el nuestro y servir como modelo para que también defiendan sus derechos. 

Desde la lástima nada, desde la dignidad todo

A las trabajadoras del hogar nos estigmatizan, nos tienen lástima, incluso nos culpan de ser malas madres por dejar a nuestros hijos y hasta llegamos a normalizarlo y la idea es cambiar ese pensamiento y pensar que no nos están haciendo ningún favor, que tenemos derecho a trabajar, ganar y convivir como cualquier otra persona. Somos trabajadoras con iguales derechos.

Querían brazos y llegamos personas

Porque no somos ningún robot y las manos no pueden trabajar solas, somos personas y queremos que se nos visibilice y que se vea que no somos ningún objeto. Aquí también la ley de extranjería nos limita mucho porque el proceso migratorio de por sí es duro. Los que vienen por mar, ya ven que una parte se queda en el mar y los que venimos por tierra, igual, una parte dejan pasar y otra parte nos deniegan a la entrada. 

Sin nosotras no se mueve el mundo

Esto se refiere a los cuidados, a que son mercantilizados, a que las personas que no pueden pagarlo sufren. Nosotros queremos que todos tengamos derecho a los cuidados y ponerlos en el centro de la vida. Desde que nacemos necesitamos cuidados, cuando estamos mayores, cuando caemos enfermos. Queremos que el Estado se haga cargo de los cuidados de las personas que realmente carecen de recursos, porque es algo que merecemos todos. Para ello nosotras queremos y exigimos que el Estado se moje en ese aspecto y que el cuidado sea el centro de la vida. Tanto el cuidado de las personas como el cuidado del ambiente, del medio ambiente en que vivimos.

Lo vemos como cadenas globales de cuidados porque yo en mi país de origen tengo que dejar a otra mujer o a otras mujeres al cuidado de mis hijos para venir aquí a cuidar, hacerle el trabajo a otra mujer, en el contexto de un mundo machista machista, para que pueda salir al ámbito laboral a hacer otro trabajo productivo en la sociedad.

Politizar las ollas y los delantales

Nuestro lema de “politizar las ollas y los delantales” significa que esto es prácticamente una tarea de todos. Queremos crear otro mundo, donde todos y todas nos involucremos en los cuidados y que seamos cuidados también. Esta es nuestra lucha fundamental para seguir viviendo y defendiendo esos derechos que vamos alcanzando. Actualmente hemos logrado el convenio 189, ya tiene dos años desde que fue aprobado, así que seguimos en espera que pase a otro ámbito. Porque las trabajadoras del hogar seguimos en un sistema de cuidados que no está valorado y nos estamos desprotegiendo. Entonces nuestra lucha continúa, hemos avanzado con pasitos muy cortitos, pero seguimos en lucha y no vamos a parar hasta que realmente sí se nos reconozca y se nos valore y pasemos a un régimen general como cualquier otro trabajador. Seguimos avanzando, no retrocedemos ni un pie atrás, así que espero que también ya una vez que conozcan todo nuestra lucha, nuestro sistema de organización, pues cada vez se unan más a las luchas nuestras, a las luchas generales de los cuidados, porque todos tenemos derecho al cuidado, a cuidar.

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