Director: Marcel Barrena. Catalunya. 2024. Drama histórico. Duración: 110 minutos.
No existen actos de disidencia pacífica, todo enfrentamiento a una autoridad estructural implica una buena dosis de conflicto, enfrentarse física y psicológicamente a quienes nos vulnerabilizan y explotan. Tampoco existen actos de disidencia individuales, las luchas sociales no tienen «elegidos» mesiánicos, pueden tener caras visibles, hombres y mujeres que dan el callo públicamente, pero detrás de cada uno de ellos está la fuerza social de lo común.
La historia que cuenta ‘El 47’ refleja ambas cuestiones narrándonos unos sucesos donde el protagonista fue el movimiento vecinal del barrio de Torre Baró en la ciudad de Barcelona en 1978. Pero esa historia no comienza ese año, y no solo con Manolo Vital, conductor de autobuses extremeño emigrado a Catalunya veinte años atrás. Es la historia de un barrio popular de Barcelona construido a pulso por sus habitantes. Pero no romanticemos tampoco, lo cierto es que se edificó sobre las brechas de la miseria y de la represión Franquista, cuando los suburbios urbanos sumaban manos cada noche para construir la casa por el tejado sobre empinadas pendientes de tierra.
La película se inserta en el cine social español que quiere contrarrestar la ola reaccionaria que vivimos actualmente, aunque como filme de la industria del cine, realiza una maniobra de borrado pertinente de cuestiones que deben visibilizarse. Y es que la figura de Manolo Vital no actuaba por cuenta propia; era militante del PSUC y de CC.OO. en los años 70. Independientemente de la opinión que pueda tener como anarquista, lo que es verdad es que las luchas sociales no las abordan sino hombres y mujeres militantes organizados.
Esa lucha vecinal para llevar el autobús hasta su barrio, para estar conectados a la realidad de Barcelona, también tiene su contraparte desde la perspectiva revolucionaria. Y es que muchas de esas personas, en los años 70, veían ya más cerca el horizonte de la vida que prometía el neoliberalismo en ciernes que una revolución social como se soñaba a lo grande unas décadas más atrás. De por medio, una dictadura implacable y genocida había robado ese horizonte exterminando cualquier organización para emanciparse la clase explotada.
Las historias de supervivencia y de construcción del común son emotivas, no podemos negarlo. La increíble interpretación de la hija de Vital en la película de la canción «Gallo rojo, gallo negro» de Chicho Sánchez Ferlosio, hizo que se me cayeran lágrimas en el cine. Nos hace estallar en una emotividad a aquellos quienes portamos en nuestro día tras día esas ideas de justicia social y de organización política que recorre nuestras venas. Nos conectan con un pasado de luchas de clase contra la Dictadura y contra su hija predilecta, la democracia burguesa.