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En el mes diciembre del pasado año, en el matadero más grande de España, Litera Meat, situado en Binéfar, Huesca, propiedad de Grupo Pini, tuvo lugar una huelga de 4 días convocada y organizada por la sección sindical de CNT en la empresa.
La tabla reivindicativa contenía, principalmente, cuestiones básicas en materia de prevención de riesgos laborales, tan básicas que evidencian una práctica cotidiana al margen de la legalidad presente que había generado múltiples lesiones y enfermedades en la plantilla. Además, a dichas exigencias, se sumaban otras que tenían que ver con el incumplimiento sistemático de la empresa en cuestiones como vacaciones, descansos, festivos, horas extras, etc., los despidos producidos en situación de baja médica, la imposibilidad de acceso a los permisos vinculados a la conciliación familiar y al cuidado de familiares a cargo, etc., e, incluso, algo tan elemental como el poder ir al baño cuando el trabajador tenga la necesidad.
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Como quedaba recogido en uno de sus comunicados, la huelga es “el resultado de años de injusticias, explotación despiadada y la negativa de la empresa a negociar con el sindicato” y evidencia la impunidad de un entramado empresarial protegido por las instituciones locales y autonómicas, y la complicidad del Comité de Empresa. A lo que hay que sumar un amplio historial previo de acoso y ataque a todas aquellas expresiones de disenso surgidas en el centro de trabajo. Como continúan expresando los trabajadores, en Binéfar, se habría creado un “régimen hostil basado en sanciones y despidos completamente arbitrarios, administrado por la empresa y encargados afines que acorralan a todo aquel que pretende ejercer cualquier derecho”.
Pero, el sindicato CNT, tras muchos meses de trabajo constante, creación de una comunidad de lucha, ha conseguido romper el ambiente de control y miedo impuesto, convocando cuatro jornadas de huelga, convirtiéndose en ejemplo para todo el país en unos tiempos de escasos referentes de organización colectiva en los centros de trabajo.
Como particularidad, en la factoría de Binéfar hay 1.600 trabajadores, en su mayoría personas migrantes, de más de una docena de nacionalidad diferentes, pero, como decía uno de las comunicaciones, a través del conflicto se han constituido en clase unida, “somos una sola voz, una sola fuerza y esta lucha será nuestra victoria porque la dignidad no entiende de fronteras y con esta huelga queremos decir basta”.
Pese al amplio seguimiento del paro, que fue acompañado de piquetes, manifestaciones, etc., la empresa se ha cerrado en banda, pero, la sección sindical de CNT ha valorado de forma muy positiva el pulso lanzado, asegurando que la participación y determinación de la plantilla ha empoderado al colectivo, haciendo ver al conjunto de las trabajadores la fuerza de la que disponen. “El último piquete informativo ha sido masivo y emocionante y sin la tensión existente en anteriores días. […] los/as huelguistas han recibido autobuses medio vacíos en un clima de compañerismo y lucha obrera que, tras un merecido receso de fin de semana, deben continuar y continuarán hasta que las reivindicaciones que abrieron esta huelga se consigan”.
Por otro lado, la construcción del macromatadero de Binéfar ha sido fuente de resistencias desde que se conoció la noticia. El grupo Pini, propietario de Litera Meat, encabezado por el propio Pini, un empresario siniestro con un largo historial judicial por delitos de tipo económico y laboral por el Este de Europa, llegó a Aragón bendecido por el gobierno regional socialista del momento, aunque el “llegó”, en este caso, es metafórico, pues no pudo acudir a la inauguración del matadero al encontrarse en prisión preventiva en Hungría por fraude fiscal.
La tan repetida promesa de puestos de trabajo e inversión local acalló las voces críticas que se levantaron desde muy diversos sectores, principalmente, colectivos e individualidades ecologistas y antiespecistas que señalaron el brutal impacto medioambiental de un complejo de estas características (gasto de agua, emisiones de CO2, etc.) y los altos niveles de explotación, sufrimiento y asesinato animal que generaría el procedimiento macroindustrializado. Por otro lado, es de interés, también, reseñar que tan sólo el 10% de la carne de Litera Meat se queda en España, siendo otro ejemplo de la deslocalización de los efectos destructivos sobre el ecosistema hacia aquellas regiones periféricas para el deleite de unas oligarquías económicas concretas.
En 2019, una acampada antiespecista se instaló en las inmediaciones del matadero para visibilizar y denunciar un lugar donde, al año, son asesinados más de 7 millones y medio de animales. La acampada, organizada de forma horizontal entre activistas de todo el Estado, con una duración de tres meses y medio, junto a acciones descentralizadas por diferentes ciudades y una intensa labor informativa, rompieron el silencio sobre el que se asientan dichos espacios, convirtiéndose en una práctica pionera a nivel nacional, que, si bien no consiguió su objetivo principal, el cierre del matadero, algo realmente complicado por la presión institucional, policial, comunicativa, etc., puso en práctica una forma de lucha novedosa que aporta una valiosa experiencia para campañas futuras.
Las brutales cifras de asesinatos de animales, la explotación y abuso laboral sobre las trabajadoras migrantes, el impacto sobre el entorno, etc., nos muestra, una vez más, que la maquinaria capitalista está dispuesta a pasar por encima nuestra, sin piedad, por simple interés empresarial.