Pedro Rosas. Editorial Septiembre negro. 391 páginas.
Horas de inquietudes, derrotas parciales, amedrentamientos basados en la represión física y psicológica, incomprensiones, pero aun así, fueron capaces de doblegar cada intento de aniquilamiento que el poder les hacía caer. Y es de esta forma, que el tiempo de encierro les dejó la gran satisfacción, de que pese a la cantidad de años allí dentro, pudieron salir y decir que en ese combate desigual ellos vencieron.
Muchos pueden sentirse tranquilos y mirar cara a cara a cualquiera, porque tienen la certeza de que su libertad la fueron construyendo a pulso y de manera ininterrumpida. Motines, huelgas de hambre, fugas, destrucción de cámaras de vigilancia y micrófonos, golpes, secuestros, intentos de ataques armados, explosivos, rescates a compañeros, redes, escribiendo, aportando en contracultura, replanteando conceptos, ideas y prácticas, y por supuesto gestando nuevas vidas como homenaje eterno a los caídos, estas fueron una de las tantas formas en que estos hombres y mujeres apalearon el olvido y el exterminio al cual el Estado chileno los sometía con sus instituciones y fuerzas represivas.
Ellos supieron demostrar que su vida en prisión formaba parte de la lucha por una vida emancipada, asumiendo desde su ingreso, que cada pequeña lucha por conseguir pequeños espacios de libertad, culminaria con su anhelada puesta en la calle.