Este mes recomendamos dos obras que, pese a que fueron escritas hace decenas de años, siguen estando de actualidad gracias a los frecuentes casos de montajes policiales-judiciales frente a activistas y ataques a la libertad de expresión y a las expresiones culturales disidentes. Ray Bradbury nos plantea un futuro en el que los libros son eliminados bajo el fuego y Dario Fo nos habla de la muerte de un anarquista italiano a manos de la policía en los años de plomo de la Italia de la década de los setenta.
[Novela] Fahrenheit 451. Ray Bradbury 1953.
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En aquel momento, Clarisse McClellan dijo:
— ¿No le importa que le haga preguntas? ¿Cuánto tiempo lleva trabajando de bombero?
— Desde que tenía veinte años, ahora hace ya diez años.
— ¿Lee alguna vez alguno de los libros que quema?
Él se echó a reír.
— ¡Está prohibido por la ley!
— ¡Oh! Claro…
— Es un buen trabajo. El lunes quema a Millay, el miércoles a Whitman, el viernes a Faulkner, conviértelos en ceniza y, luego, quema las cenizas. Este es nuestro lema oficial. Siguieron caminando y la muchacha preguntó:
— ¿Es verdad que, hace mucho tiempo, los bomberos apagaban incendios, en vez de provocarlos?
— No. Las casas han sido siempre a prueba de incendios. Puedes creerme. Te lo digo yo.
— ¡Es extraño! Una vez, oí decir que hace muchísimo tiempo las casas se quemaban por accidente y hacían falta bomberos para apagar las llamas.
Montag se echó a reír.
Ella le lanzó una rápida mirada.
— ¿Por qué se ríe?
— No lo sé.
Volvió a reírse y se detuvo
— ¿Por qué?
— Ríe sin que yo haya dicho nada gracioso, y contesta inmediatamente. Nunca se detiene a pensar en lo que le pregunto.
Montag se detuvo.
— Eres muy extraña — dijo, mirándola — . ¿Ignoras qué es el respeto?
— No me proponía ser grosera. Lo que me ocurre es que me gusta demasiado observar a la gente.