A principios de marzo saltaba la noticia: una nueva reforma laboral contra la clase trabajadora francesa, una reforma diseñada por el propio Partido Socialista que gobierna Francia. Una reforma laboral que desde que fue presentada lleva el apelativo “a la española”, por sus grandes similitudes con las últimas reformas que hemos sufrido aquí. Algo que no debe sorprendernos, puesto que los países dentro de la Unión Europea funcionamos bajo un mismo marco integrador económico y político, y aunque a distintas velocidades las reformas de corte neoliberal se van sucediendo país a país. Otro hecho característico de este proceso de reforma laboral vendría a ser quiénes son sus impulsores, el Partido Socialista, un partido aupado al poder generando ilusiones y expectativas en la población humilde y trabajadora, un gobierno votado y apoyado, al principio, por las fuerzas de izquierdas frente a las derechas del Frente Nacional y la UMP de Nicolas Sarkozy. Como tantas otras veces son las propias fuerzas autodenominadas como izquierda las que llevan a cabo las grandes reformas contra las clases populares, quizás porque la tolerancia de ciertas organizaciones políticas y sindicales hacia estos gobiernos “progresistas” es mayor que ante la derecha, pero que al fin y al cabo no es más que una continuación de la representación espectacular de unas élites tanto sindicales como políticas que buscan mantener sus parcelas de poder, aun a costa de la precariedad y sobreexplotación de millones de personas.
Esta Reforma Laboral ha supuesto el inicio de un nuevo y vibrante ciclo de movilizaciones en el país galo. Unas movilizaciones que ya duran más de dos meses y que han tenido multitud de expresiones, desde las clásicas protestas sindicales, a las combativas marchas estudiantiles o las nuevas formas de protesta mediante la ocupación de plazas en varias ciudades.
Una reforma a la española
Atendiendo a las exigencias impuestas por la Unión Europea, aprovechando la situación de Estado de Urgencia (por la alerta antiterrorista) la ministra de trabajo Myriam El Khomri, del Partido Socialista, presentó el proyecto de reforma de la ley laboral que toma su nombre.
La ley de trabajo El Khomri, ha sido hecha para “facilitar” y dar “flexibilidad” a la contratación reduciendo así el desempleo y para “instaurar nuevas libertades y protecciones para las empresas y los asalariados”. Supone un retroceso en los derechos conseguidos por trabajadores/as y estudiantes y la libertad total para empresas y patronal, aprovechándose de las personas en situaciones más precarias y dividiendo a los trabajadores/as por sectores y empresas, dificultando así la lucha colectiva.
En los últimos meses se han ido modificando y eliminando distintos puntos de la ley por el desacuerdo social provocado, sin dejar esta de ser un insulto para los trabajadores/as. A continuación vamos a explicar los puntos principales de dicha ley:
LA EMPRESA DICTA SU LEY
Actualmente la jerarquía de normas pone por encima la ley de trabajo, después los acuerdos de sector y por último los acuerdos de empresa, de manera que estos últimos no podrán imponer condiciones peores a las de la ley o el sector.
Si la ley pasa, se priorizará el acuerdo de empresa frente a la ley de trabajo a la hora de aplicar la mayor parte de las reglas. La ley de trabajo se aplicará solo si no existe acuerdo de empresa o en el sector concreto.
MAYOR INCERTIDUMBRE EN LAS FECHAS DE VACACIONES PAGADAS
Actualmente el empleador debe avisar con al menos un mes de antelación modificaciones en las fechas de vacaciones.
Si la ley pasa, el empleador podrá modificar dichas fechas en cualquier momento, el plazo de antelación con el que deberá comunicarlo estará fijado solo por el acuerdo colectivo, por lo que podrá ser un mes como podrán ser tres días.
DESPIDO POR CAUSAS ECONÓMICAS
Actualmente los motivos económicos como causa de despido están recogidos en la ley y mediante un proceso judicial se puede verificar si las empresas tienen realmente dificultades económicas.
Si la ley pasa, debido a las definiciones vagas y poco significativas de la «dificultades económicas», en un proceso judicial ya no será posible ver si existen realmente dichas dificultades.
PLAZOS DE ANTELACIÓN
Actualmente existen una serie de plazos que deben respetarse a la hora de cambiar los horarios de trabajo, poner sanciones, reducción o aumento de las horas de trabajo…
Si la ley pasa, dichos plazos de antelación disminuyen o desaparecen (quedando definidos como “plazo razonable” en lugar de dar un número exacto de días) dando así libertad total a la empresa para decidir.
VALIDEZ DE LOS ACUERDOS COLECTIVOS
Actualmente un acuerdo de empresa es válido solamente si los delegados sindicales representantes de un 30% de los votantes lo firman y si este no está en oposición a los sindicatos mayoritarios no firmantes.
Si la ley pasa, si los delegados sindicales se niegan a la firma del acuerdo de empresa, la empresa podrá pasarles por alto, convocando un referéndum de todos los trabajadores. Referéndums realizados por la empresa, para que la empresa salga ganando.
TIEMPO DE DESCANSO FRACCIONADO
Actualmente las trabajadoras deben descansar todos los días un mínimo de 11 horas consecutivas.
Si la ley pasa, estás 11 horas podrán ser fraccionadas de cualquier manera en el caso de las trabajadoras con contratos de trabajo a distancia.
60 HORAS POR SEMANA
Actualmente, aunque la duración máxima de las horas de trabajo es de 35 por semana, estas pueden aumentar hasta 60 horas por semana bajo “circunstancias excepcionales”, con la aprobación de la Direccte (Dirección regional de empresas, competencia, consumo, trabajo y empleo).
Si la ley pasa, se mantiene este máximo de 60 horas por semanas, pero sin necesidad de la aprobación de la autoridad administrativa, pudiendo prolongarse estas “circunstancias excepcionales” como la empresa determine.
DESPIDOS INJUSTIFICADOS
Actualmente la ley fija un baremo con la cantidad mínima que se deberá pagar a la asalariada en caso de despido injustificado.
Si la ley pasa, el baremo, que debería ser obligatorio, se convierten en “indicativo”.
Las acciones contra esta ley abusiva continúan pese a la enorme represión que permite la ley de Estado de Urgencia, con el aumento del tiempo de retención y detención o la posibilidad de disolución y prohibición de asociaciones, actos y reuniones si estos “alteran el orden público” o “provocan o continúan el desorden” (como es el caso de cualquier manifestación) entre otras violaciones de las libertades.
Con un 70% de la población en contra de la reforma, la movilización empieza en algunas ciudades más fuerte que en 2006 contra el CPE (Contrato de Primer Empleo, que afectaba a los contratos de los menores de 26), reforma de la ley laboral que los movimientos sociales, sobre todo estudiantiles, pararon con una huelga indefinida entre otras acciones.
La juventud toma las calles
Si la reforma laboral es el motivo, es la juventud en general, y los/as estudiantes en particular, quienes toman la iniciativa en un primer momento. En los primeros días de marzo se suceden las movilizaciones estudiantiles en varias ciudades de todo el país, manifestaciones que en muchos casos son reprimidas por la policía, no olvidemos que están bajo el Estado de Urgencia, y acaban con disturbios callejeros. Las manifestaciones se complementan con la ocupación de Liceos (equivalentes a los Institutos de aquí) y por tanto de la paralización del curso escolar por las protestas. Pero es a partir del 9 de marzo cuando la protesta empieza a generalizarse en las calles más allá de la juventud. Es el día 9 cuando alrededor de medio millón de personas se movilizan en 200 ciudades de toda Francia y se realiza una huelga en el sector del ferrocarril, el día 15 toca huelga en el sector servicios y la sanidad, el 22 paros parciales de funcionarios y el 23 huelga nacional en el servicio de correos. Esta oleada de huelgas sectoriales servirá para calentar el ambiente de cara a la gran jornada de huelga general del 31 de marzo, que supondría un punto de inflexión en las protestas.
La convergencia de luchas y la noche en pie
La jornada del 31 de marzo fue una gran demostración de fuerza y rechazo a la reforma laboral, una jornada convocada por los grandes sindicatos y secundada por todos los movimientos que venían participando de esta lucha. En este marco, un colectivo de activistas de distintos sectores llamado “Convergence des luttes” (Convergencia de las luchas), hizo un llamamiento: “¡El 31 de marzo no regresaremos a casa!” bajo el lema “NuitDebout” (noche en pie), convocando a la ocupación de la Plaza de la República. Al primer llamamiento acudieron unos centenares de personas, pasaron los días y los asistentes se tornaron en miles y se expandió a distintas ciudades del país. Esta ocupación se da de forma intermitente, ya que las estructuras que se levantan durante el día, se recogen por la noche, por lo que no se conforma como una acampada permanente, sino como un espacio de encuentro que debiera servir para potenciar las distintas luchas. El movimiento NuitDebout crecía a cada día, asambleas multitudinarias, comisiones de trabajo, radio, televisión y mucha performatividad, desbordando cualquier expectativa inicial del grupo promotor de la idea original.
Para la reflexión
Da la sensación de que movimientos como NuitDebout, el 15M u Occupy responden a lógicas y esquemas similares, fruto del mundo occidental en el que se desarrollan. Son movimientos que surgiendo, o no, de espacios previamente organizados, desbordan de forma clara cualquier intención previa a la par que lo hacen sin ningún tipo de marco reivindicativo común, más allá de negar la situación existente. De ahí que desde algunos entornos se los califique como movimientos de ruptura o destituyentes, ya que su multiformidad de acciones están más mediadas por la situación concreta del momento (ocupación de un espacio público y descontento generalizado) que por una fórmula propositiva y los temas que se tratan, y cómo se tratan, están más enfocados a desmontar el estado actual de las cosas, que a sentar las bases para la construcción de un nuevo marco de relaciones sociales. Estas características crean tensiones de puertas para dentro, tensiones que se materializan en grandes debates públicos que hacen de cursillos exprés de politización, como lo sucedido con la cuestión de la violencia-noviolencia, dándose situaciones como el estar de asambleas en la Plaza y 4 calles más allá sucederse enfrentamientos entre estudiantes y policía. Estas tensiones son también fruto del tipo de movimiento. Un espacio donde se dan grandes desequilibrios fruto de la disparidad de personas que acuden, hecho que se debe a la pluralidad e indefinición de los movimientos de las plazas.
Este tipo de movimientos pueden ser tremendamente positivos, siempre y cuando sepan avanzar y consolidarse. Ningún movimiento puede resultar exitoso si, por lo menos, no se marca una serie de objetivos y pone sus fuerzas e intenciones en conseguirlo. El debate por el debate, la creación de comisiones y/o grupos de trabajo de forma aleatoria y mediadas únicamente por voluntarismos no tendrán mucho recorrido o simplemente atraerán a unos perfiles sociales que se adapten a esas circunstancias (blancos, clases medias, entornos urbanos, universitarios…). De ahí la importancia de avanzar hacia planos reivindicativos más concretos que tengan la capacidad de conectar con las demandas de los sectores de la población trabajadora más desencantada y afectada con el estado actual a escala política, económica y social. Y más en un país como Francia donde la extrema derecha, representada por el Frente Nacional, va ganando cada vez más terreno entre las clases populares desencantadas con el proyecto de los partidos de izquierdas. Pero para avanzar hacia esas posturas más reivindicativas y constituyentes, es necesario que los militantes se involucren de lleno en los movimientos y no se mantengan en un segundo plano o alejados, por muy cómoda que sea esa situación. Existe un hartazgo generalizado a nivel social, puesto que todas las expectativas generadas y publicitadas desde las élites se ven cada día más como una mera falsedad, por ello se hace indispensable el hacer que ese hartazgo transite hacia posiciones de libertad, solidaridad e igualdad frente a posiciones reaccionarias representadas por el fascismo. Estas son las oportunidades que brindan estos movimientos, transitar de un estallido de negación de lo establecido hacia la constitución de un movimiento reivindicativo por una vida que merezca la pena ser vivida.
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