Anónimo. Editorial Descontrol. Barcelona 2020, 253 págs.
Todavía está en la mesa de novedades La Acción Directa Económica, el libro anónimo editado por Descontrol. En la contraportada se anuncia: «Los libros de economía anarquista que no desafían el Código Penal, tales como los dedicados a la construcción pacífica de grupos de consumo o de cooperativas de producción, no bastan. Necesitamos también manuales que nos ayuden a estar fuera de la ley, ya que ninguna revolución se hizo ni se hará dentro de ella».
No es inverosímil que el enmascarado, que habrá ocultado su identidad para eludir represalias legales, sea lector de El Salto o que haya pedido un crédito al Coop57. Sin embargo, su definición de Economía Social no puede ser más desalentadora: «Rama del capitalismo cuya actividad lucrativa es la crítica al capitalismo y la mercantilización de supuestas alternativas». Del consumo responsable, el precio justo y la banca ética dice biliosamente que son un «eslogan de marquesina», que «han entrado ya en el temario de Educación para la Ciudadanía y en el suplemento dominical de El País», que «son el bicarbonato de una clase media urbana con malas digestiones de conciencia» …
Ya es costumbre que desde algunas tertulias del anarquismo se menosprecien los esfuerzos de las que intentamos llevar a la práctica otra economía. Normalmente, basta con responder a estos críticos tan puros que sólo el que se arriesga a hacer algo incurre en contradicciones con la teoría. Con La Acción Directa Económica, sin embargo, no podemos decir lo mismo. Es evidente que quien la haya escrito ha intentado montar cooperativas revolucionarias, grupos de consumo combativos, monedas alternativas… No es menos evidente que la mayoría de emprendimientos en los que ha participado el autor han quebrado. Los proyectos autogestionarios que pretenden profundizar en una economía anticapitalista tienen menos esperanza de vida que un amanecer, quizá porque una economía anticapitalista es inviable todavía. No lo digo para hacer leña del árbol caído. O quizá sí, porque las que hemos apostado por una economía social y solidaria podemos y debemos sacar provecho de todas esas experiencias fallidas, aprender algo de ellas. Nos queda mucho por recorrer y el camino apunta hacia una economía cada vez más nuestra, es decir, cada vez menos capitalista, aunque nos disguste la ferocidad con que nos lo señalan en la Acción Directa Económica.
Concluiré con las opiniones de dos teóricos apreciados en los ambientes de la autogestión ibérica, Carlos Taibo y Miguel Amorós.
«No menudean los ensayos relativos a la propuesta libertaria en el terreno económico. Y cuando se revelan las más de las veces enuncian principios generales —la autogestión y la desmercantilización, por ejemplo— que, ciertamente insoslayables, a duras penas permiten profundizar, sin embargo, en realidades complejas. Acción directa económica, el libro recientemente publicado por Descontrol, le hinca el diente de manera sugerente a muchas de esas realidades, y entre ellas, a guisa de ejemplo, el consumo combativo, la compra colectiva, el funcionamiento de las instituciones del sistema, el dinero, la expropiación o las muchas miserias que arrastra la llamada ‘economía social’. No perderán el tiempo depositando sus ojos en estas páginas». (Carlos Taibo)
«La ocupación de la calle, la huelga y la toma de edificios públicos, armas tradicionales de la lucha de clases, son la negatividad en acción que por sí sola no basta. En la actualidad, se hace cada vez más patente la necesidad de un anticapitalismo afirmativo: el frente de la guerra social exige una retaguardia logística hecha de proyectos autogestionarios ejemplares. El libro Los papeles de Albert Mason. Volumen I. La Acción Económica, anónimo, una selección de artículos de calidad desigual, aclara este último punto: ‘la revolución es menos un construir sobre la destrucción que un destruir construyendo’. Con esa rotunda aseveración se cambia radicalmente la estrategia de lucha tradicional contra el capital y el Estado basada únicamente en la resistencia organizada; la confrontación ideológica y política ha de combinarse con la forja de un entramado económico autogestionario, antipatriarcal, fuera del mercado e independiente del Estado. La finalidad no ha cambiado puesto que se persigue la revolución social total, no una reforma cualquiera». (Miguel Amorós).
Todo lo que haces día a día es Acción Directa. No hay que confundir, la Acción Directa, con actos extrambóticos. Hacerse la comida es Acción Directa, jugar a un juego es Acción Directa, limpiar las encimeras es Acción Directa.
Estar sentado en un banco público leyendo el periódico es Acción Directa.
6 de abril. Día de Acción y Reflexión.