Bengasi: Ciudad asediada, ciudad autogestionada

Ya no podemos siquiera imaginarnos por dónde comienza una insurrección.  Sesenta años de pacificación, de suspensión de las convulsiones históricas, sesenta años de anestesia democrática y de control de los acontecimientos han debilitado en nosotros una cierta percepción abrupta de lo real, el sentido partisano de la guerra en curso.  Para empezar, ésta es la percepción que hay que recuperar.

Comité invisible – La insurrección que viene

¿Cómo se organiza un levantamiento? ¿Cómo se vive el vacío de poder? ¿Cómo se organiza la solidaridad material? ¿Cómo se come? ¿Cómo se lucha? ¿Cómo se desarrollan los encuentros? ¿Cómo se suspenden y cómo se mantienen las relaciones sociales preexistentes? ¿Cómo se piensa, se expresa y se vive la insurrección? ¿Qué nos enseña? ¿Qué nos anuncia?

Las pocas informaciones que llegan de Libia – más allá de los partes militares – son confusas y resulta extremadamente difícil hacerse una idea medianamente clara de los acontecimientos y los/as diferentes actores implicados/as.  Y sin embargo la voz de esos/as actores arroja una luz valiosísima sobre el fondo del conflicto y algunas de las preguntas que plantea.  En este sentido, la situación en Bengasi, ciudad costera en el golfo de Sirte, una aglomeración de casi 1,2 millones de habitantes, es una fuente directa de relatos en primera persona que nos acercan a una realidad difícil de imaginar desde las metrópolis europeas, nos hacen partícipes de procesos que implican contradicciones, victorias y derrotas en el camino.  Desde el estallido de la revuelta el 19 de febrero de 2011, que en Bengasi – la segunda ciudad más importante del país –  se salda ese día con una cinquentena de víctimas mortales (y un total de 173 en los próximos tres días), pasando por la proclamación por parte de los/as insurgentes de Bengasi como ciudad liberada, hasta llegar a la actual situación de asedio por el ejército de Gadafi, los habitantes de la ciudad deben encontrar respuestas inmediatas a preguntas organizativas, desde cuestiones relacionadas con el abastecimiento hasta el propio desarrollo de la guerra.

La toma de la ciudad fue una primera muestra del potencial autoorganizativo de una parte amplia de la población: la shebab (juventud) que en su vida no había participado en ninguna manifestación aprendió sobre la marcha a incendiar comisarías y asediar bases militares.  Gente que en décadas de dictadura no había osado pronunciar la palabra libertad toma la palabra en asambleas multitudinarias para gritar su rabia acumulada: “¡Hemos aguantado demasiado, basta ya de tanta tortura, de tanta opresión y de tanta paciencia!”  Esta pérdida de paciencia se tradujo en un eslogán coreado por la multitud: “Moriremos mártires, hombres y mujeres!”, y en hechos concretos. Juntos/as tomaron la Katiba, el cuartel militar y palacio residencial de Gadafi cuando se encuentra en la ciudad.  Dentro, parapetrados tras muros de cuatro metros se encontraban miles de soldados, equipados con misiles antiaéreos, tanques y lanzagranadas.  Fuera la ciudad enfurecida, armada con cuchillos y la dinamita normalmente utilizada para la pesca. Los/as héroes anónimos/as de ese día son aquellos/as obreros/as que equiparon sus montacargas con dinamita y los estrellaron contra los muros del cuartel, o aquel funcionario que llenó su coche de bombonas de gas y se arrojó contra puerta principal.  De ese cuartel provienen los AK-47 y los lanzagranadas con los que los insurgentes se defienden ahora de las partes ejército regular que permanece leal a Gadafi.

El verdadero trabajo de organización vino después, con la creación de 14 comités populares para gestionar la vida de la ciudad a partir de ese momento autónoma, que se encargan entre otras muchas cuestiones de los colegios, los hospitales, la economía y la defensa de la ciudad (incluyendo armar y dar cierta formación a cientos de voluntarios/as que llegan a diario de otras ciudades y pueblos).  Mucha gente ya no cobra sueldos, pero se está organizando el abastecimiento y la distribución gratuita de comida y bebida (en parte se trata de donaciones provenientes de Egipto, en parte se financia a través de donaciones de los altos cargos locales de la industria petrolera, que se producen tras las “sugerencias” de sus trabajadores).  Las asambleas han unido a la población y el ambiente en la ha cambiado: “Antes no te parabas a ayudar a una persona desconocida, ahora sí.  Además, antes, cuando aún estaba la policía, había muchos más crímenes que ahora”.  “El poder ha vuelto a ser del pueblo.  Ya no hay que tener miedo a decir lo que uno piensa – somos felices”.  “No conocíamos nuestra fuerza, hemos descubierto muchas cosas sobre nosotros/as mismos/as.” “La barrera del miedo ha caído, la gente no tiene miedo, no tiene que esconderse.  La gente se mira a los ojos al hablarse.  Y tienen la valentía de luchar”

Tras esta euforia inicial Bengasi – y el resto del país – se encuentra ante una serie de encrucijadas:  ¿Qué papel pueden jugar los comités populares en la construcción de una nueva realidad? Y, sobre todo ¿quién los controlará: élites burguesas o realmente toda la población?  ¿Cómo actuar ante la hipocresía de los gobiernos occidentales[1]?, cuya intervención de momento ha supuesto un alivio para los/as insurgentes asediados/as, pero cuyo “apoyo” lejos de ser desinteresado tendrá su precio, ya que en el futuro defenderán su propia agenda.

El primer paso se ha producido, está por ver a donde lleva el camino.  Si se extiende el ejemplo de la autoorganización y de aprendizaje colectivo, si los grupos que construyen una nueva ciudad y que luchan en el frente no se dejan arrebatar el protagonismo, el futuro no pinta mal…

Información actualizada en http://setrouver.wordpress.com/ (principalmene en francés)


[1] Como muestra un botón:  Nicolas Sarkozy tuvo que prohibir al ejército francés la utilización de sus cazas tipo “Mirage” – dado que estos eran idénticos a los que el gobierno francés había vendido a Gadafi en los años  ’70 y que una compañía francesa actualizó en 2007, existía cierto riesgo de confusión…

Comparte y difunde
Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver
Privacidad