Sobre 1976-77, durante la llamada Transición por unos y más tarde Decepción por otros, empezaron a ponerse, alrededor de la plaza de Cascorro y la figura de Eloy Gonzalo con su lata de petróleo, puestos de propaganda política de Ateneos libertarios, colectivos de barrio y organizaciones marxistas, fruto de la efervescencia política de la época. La CNT, dada la cercanía de sus locales, acudía a repartir la prensa confederal. Se sucedieron enfrentamientos continuos con la extrema derecha (Guerrilleros de Cristo Rey – Fuerza Nueva) que acudían a reventar esta presencia en la calle, y con la Policía Armada, poniendo el Rastro patas arriba al producirse carreras y enfrentamientos, lo cual generaba una situación peligrosa en una zona llena de gente y ocasionaba destrozos a los tenderos, que se quejaban de que la presencia policial espantaba a la gente. Para combatir la llegada de los fachas los agredidos se organizaron. El Ayuntamiento, por su parte, tras estos enfrentamientos propone trasladar los puestos a un lugar cercano al Rastro pero fuera de él. Los puestos del ala extra-parlamentaria no querían trasladarse, y consideraban que el traslado no implicaba la desaparición de los ataques ultraderechistas. Por otro lado, “el representante del PC, partidario del traslado, manifestó ser contrario a la formación de piquetes de autodefensa y preferir «un compromiso explícito del Gobierno Civil de respetar la libertad de expresión. Por ello, la policía debe de responsabilizarse del orden»”. (El País, noviembre de 1977).
No será hasta 1978 que algunas de las distintas secciones del sindicato CNT (químicas, comercio y metal, etc) se animen a montar mesitas con propaganda y folletos. El tiempo pasa y a mediados de los ochenta los colectivos autónomos y las distribuidoras alternativas se trasladan a la plaza de Tirso de Molina, antigua plaza del Progreso, junto con los puestos políticos anarquistas y comunistas que ya estaban asentados en este lugar, que se convierte en un punto de encuentro donde intercambiar ideas entre personas con inquietudes políticas y sociales, además de un lugar de difusión de información y de iniciativas.
De esta época destacan dos hechos importantes: un ataque fascista y un desalojo municipal. El ataque de Bases Autónomas el 20 de noviembre de 1988 a los puestos es repelido por un grupo de autodefensa de jóvenes autónomos que preventivamente se organizaron para la defensa armados con palos, tirachinas, etc. Los neonazis huyen, pero regresan con refuerzos provenientes del acto que Vanguardia Nacional Revolucionaria había convocado en la Plaza de Chamberí (en recuerdo por la muerte de J.A. Primo de Rivera y de Fco. Franco, como cada 20N) y destrozan tres puestos, tras lo cual intervienen los antidisturbios. Dos años después en la misma fecha, la concentración convocada para defender los puestos por parte del movimiento autónomo, CNT y grupos de izquierda radical acaba con cargas, heridos y detenidos a consecuencia de las declaraciones efectuadas en rueda de prensa el día anterior por el PCE, desmarcándose de los “actos violentos” que en su opinión iban a suceder en la concentración y “desconvocándola” (pese a no haber sido convocada por ellos). Esta concentración de autodefensa de varios cientos de personas fue el origen en 1992 de las manifestaciones antifascistas del 20N.
El segundo hecho a destacar es el empeño de expulsar los puestos políticos en 1992 por parte del famoso Matanzo, concejal de la Junta Municipal de la zona centro durante la alcaldía de Álvarez del Manzano. La policía municipal y nacional irrumpió en la plaza secuestrando el material y ejecutando una denuncia administrativa «por venta ambulante sin licencia«. A pesar del desalojo, la gente resistió montando los puestos en la plaza cada mañana del domingo con poco material por si se lo quitaba la policía. Esta resistencia, unida a la respuesta contra Ángel Matanzo España (con pintadas en los locales de sus empresas cárnicas, múltiples alusiones en los muros del barrio y del Ayuntamiento -por entonces no tan videovigilado- y junto con una manifestación contra el concejal), consiguió que fuera el propio Ayuntamiento quien llamara a los locales de la CNT para otorgarles de manera apalabrada y extraoficial permiso para difundir propaganda política, además de lograr recuperar el material incautado.
Durante los años 90, en la época de auge del movimiento autónomo, la plaza vive una gran efervescencia, con muchos puestos y un ambiente combativo, convirtiéndose en un lugar de referencia donde informarse de convocatorias y movilizaciones o conseguir libros y publicaciones. La manifestación antifascista del 20N llega a congregar algunos años a más de 5.000 personas; en la realizada el 19 de noviembre del 2000 se producen enfrentamientos que acaban con 7 detenidos y doce heridos (cuatro policías). Esta manifestación con recorrido de Atocha a Tirso de Molina dejó de realizarse en el año 2003.
En el 2006 llega la remodelación de la plaza, instalándose algunos de los chiringuitos para la venta de flores justo donde se montaban algunos de los puestos políticos, es decir, pasando por alto su presencia, por lo cual éstos se vieron obligados a instalarse fuera de la plaza hasta que culminan las obras. Cabe destacar lo ocurrido dos años más tarde, cuando un mitin neonazi legalizado en plena plaza provoca la respuesta antifascista y se celebra una contramanifestación que acosa continuamente el acto impidiendo su normal realización y desatando los enfrentamientos por el barrio de Lavapiés. Quizás tomaron nota y un año después se anunció la instalación de 48 cámaras de videovigilancia en el barrio, tres de ellas en Tirso de Molina, “donde se han hecho fuertes los colectivos antisistema, muchos de ellos, de gran violencia” (ABC, 18 de mayo 2009).
A modo de epílogo
La existencia de un lugar como éste llama la atención a toda persona que acude por primera vez, siendo un lugar excepcional en todo el Estado español, incluso podríamos decir en Europa. Un lugar arrebatado al Orden establecido para expresar otras opciones políticas, otras sensibilidades y otros pensamientos radicalmente en contra de la vida que nos imponen. Un lugar de expresión y encuentro para personas que buscan ahondar críticamente en los temas con una visión antiautoritaria, más allá de lo que muestran los Medios de Incomunicación de Masas. Por ello es un lugar degradado, que no limpian, y en el que el Ayuntamiento sólo actúa con el ojo puesto en el dinero de los turistas. Ante todo no queremos olvidar que este espacio en la calle no nos lo regalaron, sino que se consolidó por la lucha y la resistencia colectiva.
Más información en el artículo «Tirso de Molina. Feria permanente del libro libertario y cabreado», en la revista Contrahistoria (http://revistacontrahistoria.blogspot.com.es/).