«Quiero a los pobres hombres, odio a los generales« – Tardi
Desde pequeños hemos sido bombardeados con un sinfín de novelas y películas ambientadas en la II Guerra Mundial. Existe una cierta cercanía al conflicto, aunque sea ficticia y caricaturizada hasta el absurdo. Sin embargo, no solemos tener ni idea de qué sucedió en la contienda que vino antes: la I Guerra Mundial. La mayor lejanía en el tiempo, la menor cantidad de material gráfico disponible, o incluso la ausencia del magnético enemigo nazi —ese malo entre todos los malos, ataviado además con su potente parafernalia estética— la ha hecho caer en el olvido para la mayor parte de la gente. Pero lo cierto es que ni la II Guerra Mundial, ni el siglo XX, ni lo poco que llevamos del XXI, pueden entenderse si aquel devastador conflicto que arrasó buena parte de Europa hace casi cien años. El odio como moneda de cambio, el descontrolado desarrollo tecnológico, el abismo que separa al que ordena y el que ejecuta y, sobre todo, el desprecio absoluto al valor de la vida humana, están ahí, chapoteando sobre la sangre de millones de desgraciados que fueron sacrificados en el nombre de sus patrias entre 1914 y 1919.
La obra que se va a reseñar es un cómic dedicado de manera exclusiva a esos años de guerra. No se trata solo de una historia ambientada en ese contexto, sino de una exposición ilustrada de la evolución y efectos de la contienda. Jean-Pierre Verney es el historiador encargado de conseguir enlazar los acontecimientos, y Jacques Tardi el dibujante que desgrana las imágenes del horror. Se entiende que haya quien no acepte de primeras esta fórmula y piense que el cómic no es un formato apto para un libro en el que no siempre hay una correspondencia secuencial entre la narración y las ilustraciones, pero todo lo que puede decírsele es que se anime y lo lea. Los autores han conseguido un acercamiento histórico contundente, escrupulosamente documentado (se incluye una extensa cronología con imágenes de la época), ameno (no estamos frente a un texto universitario de esos que nunca acaban) y, lo que más nos interesa desde esta publicación, un alegato irreprochable contra la estupidez bélica y el poder que la usa para perpetuarse. Texto e imágenes caminan paralelos, moviendo resortes en las tripas del lector que otros recursos como los documentales y ensayos, a los que estamos más acostumbrados, quizás ni intuyan. Tras los efectos reales de los gases, las balas y las bombas que dibuja Tardi, están agazapadas las motivaciones reales de aquella pesadilla, la certeza de que para los que gobiernan el mundo, las vidas de los de abajo no valen nada.
Cuando cierras un cómic y te entran ganas de orinar en una bandera, es que todas esas páginas impresas y cosidas merecen la pena de principio a fin.