Contextualizando la jornada de movilización del 15 de octubre: la reivindicación toma espacios

La ciudad no se duerme y el otoño se presenta calentito: el pasado 15 de octubre se produjo en Madrid una de las manifestaciones más multitudinarias de los últimos tiempos y la más grande desde el nacimiento del movimiento del 15M. Centenares de miles de personas (resulta como poco sorprendente el silencio del gobierno regional y de la policía respecto de cifras “oficiales”, mientras que en las redes sociales se mencionan cifras de hasta medio millón de asistentes) se dieron cita en Cibeles, o marcharon directamente desde sus barrios, para volver a tomar las calles del centro de la ciudad y llevar sus reivindicaciones a la Puerta del Sol. Una nueva muestra de fuerza que sirve para exteriorizar lo que muchos/as ya sabemos: esto va para largo y la gente involucrada en las Asambleas Populares de Barrios y Municipios no está dispuesta a dejar morir aquello que nació espontáneamente el 15 de mayo de 2011.

Con Madrid como epicentro la protesta tomó las calles de ciudades por todo el Estado, produciéndose más de 60 manifestaciones en capitales y ciudades más pequeñas, algunas con cifras de asistencia impresionantes (así, la Policía Municipal de Mieres, Asturias, cifra la asistencia a la manifestación en ese municipio de alrededor de 45.000 habitantes en “más de 15.000 personas”, según declaraciones recogidas por Europa Press).

Resulta igualmente imprescindible resaltar la internacionalización de esta protesta, que sin articular un discurso único y centralizado, ha conseguido expresar un sentimiento que se encontraba de manera soterrada en todo el mundo: un hartazgo generalizado con una determinada forma de hacer política, a espaldas y en contra de las necesidades de la sociedad, así como la voluntad de juntarse entre iguales para construir aquí y ahora otra realidad. Por modestos que estos esfuerzos puedan parecer, las acampadas de protesta que se han expandido a Londres o Nueva York no dejan de ser una expresión de esta voluntad, del intento de reapropiarse de la política, secuestrada hasta ahora por especialistas interesados/as. Los datos hablan por sí solos: la protesta del 15 de octubre tuvo repercusión en las calles de unas mil ciudades en más de 80 países. No es mal momento para recordar que la acampada de la Puerta del Sol, que de alguna manera inspiró estos acontecimientos, comenzó con 40 personas que decidieron solidarizarse con los/as detenidos/as durante una jornada de protesta en Madrid en la que habían participado unas 20.000-25.000 personas.

Las movilizaciones de Madrid y Barcelona no se agotaron con la lectura del manifiesto al finalizar el recorrido. Parte de los/as asistentes tenía planes de convertir la jornada de lucha en algo duradero y en ambas ciudades okuparon inmuebles abandonados para ponerlos a disposición de las necesidades más inmediatas del movimiento. En el caso del Hotel Madrid, inmenso espacio situado en la C/Carretas 10, muy cerca de la Puerta del Sol, abandonado desde hace más de una década, se plantea ceder el uso del edificio a familias que hayan sufrido desahucios, abrir un Centro Social o utilizarlo para dar cobijo a diferentes asambleas del entorno del 15M. En todo caso se dará un uso social a un espacio, propiedad de una gran inmobiliaria, que hasta ahora no representaba más que otro de tantos símbolos de la especulación urbanística en nuestra ciudad. Símbolo que por tanto “forma parte de la mentalidad económica que nos ha llevado a la insostenible situación que padecemos actualmente. Por tanto, la liberación de los espacios usurpados por su actividad resulta completamente legítima”, declaró la asamblea que procedió a la okupación del espacio la noche del 15 al 16 de octubre.

Pero no sólo del 15 de octubre vive Madrid, afortunadamente no todo queda ahí, el otoño ha comenzado fuerte. Parece que el fin de año va a ser movidito y más nos vale ponernos las pilas si queremos que en algún momento la escalada de agresiones que sufrimos por parte del sistema (vease políticos/as, instituciones europeas, bancos, CEOE, etc.) arrecie, y más aún si queremos darle la vuelta a este desaguisado. Es en este camino en el que, con mayor o menor acierto, se está tratando de avanzar aquí en Madrid, ya sea desde los barrios, el mundo laboral o nuestros centros sociales.

La mayoría de los vecinos han llegado a no conocerse, y van de casa al trabajo (si lo tienen) y de ahí al centro comercial antes de volver a casa. Ya nadie tiene tiempo para hablar, todos tienen miedo a perder lo poco que tienen y nadie sueña con nada. O eso nos decían…” – Extracto del comunicado de la asamblea popular de la Guindalera que llamaba a las jornadas culturales realizadas entre los dias 31 de septiembre y 2 de octubre en dicho barrio madrileño.

Continúan las acciones contra los desahucios y las movilizaciones de profesores/as y estudiantes de la educación pública y los primeros fines de semana de octubre nos han traído numerosas actividades en los barrios y pueblos madrileños, donde las asambleas populares han comenzado a recuperar sus fuerzas tras un largo verano. Además, con la apertura del curso se han establecido nuevas asambleas de profesores/as, estudiantes, investigadores/as y personal universitario en más de un campus de la región. El número de participantes puede haber disminuido, pero las asambleas se van afianzando, el trabajo cotidiano las ayuda a avanzar y a continuar evolucionando. Charlas, debates, cuentacuentos, conciertos o comidas populares han agitado Manoteras, la Guindalera, Getafe o Moncloa, jornadas con una doble función: por un lado, de cara al exterior, permitiendo visibilizar un trabajo y una presencia política por parte de las asambleas barriales; por otro, desde un punto de vista interno, fortaleciendo los lazos entre vecinas/os participantes en asambleas, se continúa generando barrio. Los temas de discusión han sido variados, unos pueden ser mas interesantes que otros, unos pueden parecernos más acertados y otros menos, pero el fondo de generación de conocimiento colectivo es una experiencia positiva, el tratar de plantear la creación de una cultura de confrontación como una necesidad imperiosa en la actualidad.

Hoy, la Plaza de Cabestreros es el cementerio en el que reposamos envueltos en un gran manto gris de cemento: una fuente seca, unos bancos lápida, barreras arquitectónicas y cámaras de vigilancia. Quieren que nos sintamos ajenos. Una plaza saqueada y convertida en una explanada, en un patio carcelario, que facilita la circulación y el control del coche policial. Una plaza sin sombre, sin agua ni verde, sin piedra y sin tierra: sin nada que tocar y sin nada que recoge, sin nada con lo que jugar. Por eso hemos decidido tomarla, y tomarla de verdad. No se trata de hacerla más bella, sino de recuperar nuestra vida cotidiana y nuestro espacio, y decidir qué queremos hacer con ella”. – Extracto del bando publicado el 5 de octubre por el grupo de trabajo Okupa tu Plaza de la asamblea popular de Lavapies.

Todas estas jornadas, charlas, reuniones, etc., requieren de espacios para su realización, requieren de lugares en los que llevar a cabo actividades comunes, ya sean al aire libre o en espacios cerrados. Es necesario, por tanto, encontrar lugares que gestionemos según nuestras necesidades. Es en este sentido que destacan otras muchas tomas de espacios abandonados (aparte de la ya mencionada okupación del Hotel Madrid) llevadas a cabo durante el pasado mes aquí en nuestra ciudad, como la proveniente de un grupo de trabajo de la Asamblea Popular de Lavapiés y otra realizada desde una asamblea de carácter antiautoritario.

Desde Lavapies surgió la idea, el pasado 5 de octubre, de convocar a los/as vecinos/as del barrio para el siguiente sábado de cara a retomar la plaza de Cabestreros. El grupo de trabajo Okupa tu plaza lanzó la convocatoria con la idea de que la participacion vecinal posibilitara la transformación de la plaza según nuestras necesidades, que cada uno/a fuera allí con sus ideas y sus herrameintas para realizarlas, que entre todos se plantearan cómo quieren que sea su plaza y su barrio, y lo hicieran realidad. Todo ello como negación de una política urbanística que cambia y diseña la placer nuestros espacios comunes, una política alejada de la escala humana, en la que todo está dirigido al consumo y al tránsito de mercancías, donde las plazas no están ya hechas para hablar, para juntarse, jugar o disfrutar.

Por otro lado, en el barrio de las Adelfas, en el distrito de Retiro (concretamente en la calle Adelfas número 26), un nuevo centro social okupado (bautizado como KOALA, cuya web se puede ver aquí) ha abierto sus puertas tras varias semanas de preparaciones y puesta a punto del lugar. Este nuevo espacio, ubicado en un edificio abandonado que previamente había albergado los laboratorios de una gran multinacional, nace con la intención de generar un lugar para la autoorganización en el barrio y para la construcción colectiva de alternativas de ocio alejadas de los parámetros capitalistas.

Otras Asambleas Populares que han actuado en esta línea son la Asamblea de Prosperidad o la de Usera. En Prosperidad se procedió a la toma de un espacio abandonado de su barrio: “Probablemente muchxs de vosotrxs pasáis por aquí a diario, nada os llama la atención, nos han acostumbrado tanto a los horarios, a las verjas, a las cadenas, que encontrar un parque cerrado ya no es motivo de asombro”. Ante este hecho, la asamblea decidió reabrir el parque, acondicionarlo y crear un huerto urbano.

Yendo incluso más allá, la Asamblea Popular de Usera ha okupado las instalaciones de un teatro que el Instituto de la Vivienda de Madrid (Ivima) comenzó a construir en 1997 y no finalizó jamás, estableciendo el Centro Social y Cultural Autogestionado La Osera, que se encuentra en fase de acondicionamiento antes de poder servir a la Asamblea y a todos/as los/as vecinos/as del barrio. Ante la pasividad de las instituciones y el afán especulador de los/as propietarios/as, la toma de acción por parte de los/as vecinos/as ha demostrado ser el método más eficaz para conseguir reapropiarse o hacerse con espacios que legítimamente nos pertenecen, liberándolos del abandono para pasar a convertirlos en sitios de encuentro.

Por último, el tercer punto al que creemos necesario hacer referencia son las diversas movilizaciones que hemos vivido este último mes. Cabría destacar dos de ellas, por un lado la protesta que se llevó a cabo el pasado 8 de octubre contra la privatización del Canal de Isabel II, en defensa del agua como un bien imprescindible para nuestra subsistencia, manifestación que ha sido acompañada por una importante labor de difusión de la problemática en forma de charlas y coloquios. Por otro lado, el pasado 1 de octubre recorrió el centro de Madrid, desde la Plaza Dos de Mayo hasta la de Lavapiés, una nueva movilización en torno a la campaña por la absolución de las personas detenidas por las manifestaciones que se sucedieron en nuestra ciudad por una vivienda digna hace ya más de cinco años. Esta movilización precedió al juicio que se realizó los pasados 3 y 4 de octubre contra estos/as compañeros/as y de cuya resolución aún no tenemos noticias al cierre de esta edición (desde aquí les mandamos todo nuestro apoyo pase lo que pase con la sentencia).

Todo esto no son más que algunas pequeñas pinceladas de los diferentes actos y protestas que han tenido lugar en las últimas semanas en Madrid: creación de cultura desde abajo, reapropiación de espacios para su uso colectivo y manifestaciones; en suma, un camino agitado en defensa de nuestra dignidad, un camino que emprenden miles de personas con la intención de hacer más habitable Madrid, que nos permite seguir creciendo y seguir trabajando por nuestro futuro, seguir creyendo que un cambio no sólo es necesario sino que es posible.

Más información en www.madrid.tomalaplaza.net y www.madrid.tomalosbarrios.net

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