Segunda oleada de Covid-19 en Palestina. La vida en campos de refugiados

Todas conocemos en la realidad que nos rodea cómo se está viviendo la emergencia social y sanitaria de la Covid-19, pero queremos mostrar y darle protagonismo a las experiencias que se viven en territorios ocupados como Palestina, o los campos de refugiados. En una tierra donde la población es sometida a la guerra continuadamente desde hace décadas por el Estado sionista israelí, esta pandemia es un factor añadido que les sume en una crisis de vida mucho más profunda.

El coronavirus ha dejado completamente en evidencia lo fundamental que resulta tener un hogar donde refugiarse, disponer de agua potable, o un sistema sanitario fuerte. La Covid-19 quizá no entienda de fronteras, pero sí de clases sociales y de situaciones de discriminación previas a su aparición internacional. Muchas personas palestinas viven hacinadas en campos de refugiados en regiones de Líbano o Jordania, donde la distancia social es una quimera inalcanzable. Gaza vive en un eterno bloqueo alimentario y de servicios, sin agua potable y de ningún tipo, ni siquiera para lavarse las manos en muchas ocasiones. La falta de infraestructura médica es un problema añadido. Además, toda la región de Oriente Próximo vive en conflicto desde hace ya varios años y en territorios como Cisjordania la libertad de movimiento se encuentra restringida por las autoridades israelíes. Al Estado israelí poco le preocupa esta situación en Palestina. De hecho, le beneficia en su intención de exterminar por completo a su población, dejando que la pandemia haga sibilinamente el trabajo que otras veces sus militares se han encargado de realizar.

Llorar a los muertos en Palestina es un acto de rebelión

Un joven palestino llamado Jihad-Al-Suwaiti, vecino de la localidad de Beit Awa, escalaba cada día la fachada hasta la ventana del hospital donde fue ingresada su madre de 73 años de edad por la leucemia que padecía y que, además, estaba contagiada de la Covid-19. La fotografía del joven palestino sentado en el poyete de la ventana observando a su madre antes de fallecer ha dado la vuelta al mundo. El mismo Al-Suwaiti explicó: “Me senté detrás de la ventana exterior de la sala de cuidados intensivos, viendo sus últimos momentos”.

Nueva oleada de Covid-19 en Cisjordania

En el mes de julio los casos de Covid-19 en los territorios palestinos ocupados han crecido, en una segunda oleada de contagios después de la que se produjo durante el pico de la pandemia. Las trabajadoras y trabajadores palestinos que deben trasladarse diariamente pasando por check-points israelíes hacia las colonias administradas por el gobierno sionista han sido el mayor foco de contagio. Esto ha provocado el incremento de casos diagnosticados con Covid-19 en Cisjordania. El área más afectada fue Al-Khalil (Hebrón), seguido de Al Quds (Jerusalén Este) y Ramala; esta última activó un protocolo de actuación contra el coronavirus al detectarse el contagio en uno de sus médicos.

Se detectaron en una semana más de un millar de casos, sin que existieran recursos suficientes en el sistema sanitario palestino para organizar un plan de contención y detección, sobre todo de casos asintomáticos. Se pasaron de dos mil contagiados a siete mil infectados de coronavirus en tan solo dos semanas. Se han llevado a cabo aislamientos localizados de personas con síntomas leves e ingresos en áreas específicas de los hospitales en casos más graves. Palestina ha denunciado que las autoridades israelíes no han facilitado tests de contagio a trabajadores palestinos en territorio ocupado israelí y que están siendo descuidados y discriminados de manera premeditada.

Los palestinos son acusados por los sionistas de contagiar en territorios ocupados israelíes, y es evidente por otro lado, que la capacidad de reacción de las autoridades palestinas sumidas en bloqueos continuos, no es la adecuada a lo que la emergencia sanitaria necesitaría. Los Comités Sanitarios palestinos están dedicando sus esfuerzos en detectar casos, informar y prevenir. Se realizan campañas de concienciación como medida de cuidados comunitarios, y se distribuyen paquetes de prevención e higiene integral.

Franja de Gaza y campos de refugiados palestinos

En la Franja de Gaza muchos comerciantes dependen de las mercancías que llegan a través de controles israelíes como entidad ocupante. La mano de obra barata palestina ha tenido que quedarse en confinamiento para evitar la propagación del coronavirus; y sin embargo esta situación ha acrecentado mucho más la pobreza en Gaza. Paradójicamente el bloqueo marítimo y aéreo al que está sometido Gaza ha estado detrás de que ese territorio no se haya convertido en un foco desatado de la pandemia. La mayoría de personas palestinas refugiadas viven del día a día, de una economía cotidiana donde buscan diariamente actividades para alimentar a sus familias. Estar obligados a un confinamiento impuesto, es una catástrofe igualmente para miles de familias que, de no poder subsistir por sus propios medios, pasan a depender por completo de ayuda humanitaria. La violencia estructural israelí contra Palestina sigue campando a sus anchas, estrangulando en todos los frentes a un pueblo desgraciadamente acostumbrado a vivir en eterna emergencia.

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