Autora: Alison Weir. Editorial Capitán Swing. Junio 2021. 176 páginas Traducción al castellano: Catalina Martínez Muñoz
Poco después del final de la Segunda Guerra Mundial, el secretario de Estado norteamericano Dean Acheson advirtió de que la creación de un Estado judío en tierras ya habitadas durante siglos por musulmanes y cristianos «pondría en peligro» tanto los intereses estadounidenses como los occidentales en la región. A pesar de advertencias como ésta y las enérgicas objeciones de los principales expertos diplomáticos y militares de la época, el presidente Truman apoyó el establecimiento del Israel moderno en territorio palestino. Como demuestra Weir, los políticos norteamericanos fueron bombardeados por un enorme cabildeo proisraelí dirigido desde organizaciones sionistas bien financiadas, hasta una «sociedad secreta» entre cuyos miembros estaba el juez del Tribunal Supremo Louis Brandeis.
La historia de cómo los sionistas manipularon al Gobierno y los medios de comunicación estadounidenses para promover los intereses de Israel permanece «oculta» al público en general; apenas existe bibliografía. Quienes han tratado de llevar esta información al gran público han sufrido ataques verbales y amenazas económicas que rápidamente silencian el mensaje y, a menudo, destruyen al mensajero. Una práctica que perdura a día de hoy. Como ya informamos hace un par de años en este medio, existen poderosos lobbies proisraelíes que no dudan en denunciar a activistas propalestinas y acusarles de antisemitismo por el hecho de criticar al Estado de Israel.
Este libro de Weir ofrece una respuesta inequívoca: Estados Unidos tuvo un papel fundamental en la creación del Estado judío en las tierras árabes de Palestina, a expensas de sus habitantes y de sus propios intereses. Y la responsabilidad del país norteamericano de las atrocidades y violaciones de derechos humanos que se cometen de manera cotidiana contra el pueblo palestino continúa a día de hoy. Como ya hemos explicado en otras ocasiones, Estados Unidos – da igual si gobierna Bush, Obama, Trump o Biden – es el principal responsable de que se vulnere la legalidad internacional sin ninguna consecuencia.
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