El pasado 30 de junio finalizó la Cumbre de la OTAN que se celebró en Madrid, calificada unánimemente de “éxito” del Gobierno por todos los medios de comunicación, progresistas y de derechas. Durante 5 días –pese a que la reunión únicamente duró 2– las madrileñas notamos sus efectos por la suerte de estado de excepción que se decretó: policías armados en cada esquina (el dispositivo especial movilizó a 6.550 policías nacionales, 2.400 guardias civiles y más de 1.000 municipales), el centro cortado, identificaciones masivas, registros de coches, etc.
Tristemente, la oposición a la Cumbre no acaparó la atención pública de la misma manera y pasó más desapercibida. Unos días antes de su comienzo, el domingo 26, se celebró una manifestación convocada por la Plataforma Estatal por la Paz OTAN NO, la Asamblea Popular contra la Guerra y la Asamblea OTAN NO Madrid, a la que acudieron varios miles de personas. Y los días siguientes se llevaron a cabo algunas loables acciones descentralizadas con poca repercusión –como una concentración de unas decenas de personas en la Plaza de Tirso de Molina, o el pintar la fachada de la Escuela de la Guerra del Ejército– que, pese a su valentía, no hicieron nada por interrumpir la reunión de los mandatarios occidentales en el IFEMA o su cena de lujo en el Museo del Prado. Unas acciones que quedan muy lejos de las multitudinarias protestas y enfrentamientos con la policía que se han producido durante otras Cumbres pretéritas.
“Más policías que manifestantes en Tirso de Molina: el movimiento anti-OTAN confirma su extinción”, rezaba un titular de El Confidencial. Pese a la indisimulada mala leche que se encuentra tras estas palabras, no se puede obviar que algo de razón tiene: la normalización de la OTAN, incluso entre la izquierda, en los últimos años en general, y tras el estallido de la Guerra de Ucrania en particular, es un hecho. Si bien en 2019 el presidente francés de centroderecha ultraliberal, Emmanuel Macron, anunciaba que “la OTAN se encuentra en muerte cerebral”, menos de 3 años después, la presunta izquierdista Rita Maestre, portavoz de Más Madrid en el Ayuntamiento de Madrid, explicaba que para ella era un “un placer y un orgullo” que la Cumbre de la Alianza Atlántica se celebrase en nuestra capital y recalcaba el compromiso de su partido con la “defensa occidental y europea”. Quizás alguien le había chivado que, según un estudio de Metroscopia, el 70% de las españolas considera beneficiosa la presencia en la OTAN (un respaldo sin precedentes) y solo un 16% la ve negativa, por lo que lo popular entre el electorado ahora es ser otanista.
La debilidad de la Contracumbre es un síntoma de la Doctrina del Shock que ha provocado la invasión imperialista rusa de Ucrania: un evento traumático, como la guerra, deja a la población atontada y es aprovechado por las élites para avanzar en programas políticos perjudiciales para los intereses de la mayoría social. Pero no es el único factor que explica el fracaso del movimiento antimilitarista, dado que no se puede obviar que un mes antes del inicio de la Cumbre la policía, en coordinación con algunos juzgados, desalojó los centros sociales okupados de La Ingobernable y La Enredadera y lo intentó con La Atalaya, dejando a los movimientos contestatarios madrileños sin espacios de reunión. Y tampoco podemos olvidar el papel que jugaron los medios de comunicación en los días previos a la manifestación del 26 de julio, asegurando que la habían convocado grupos violentos y que se iban a producir disturbios. Distintos estamentos del poder cooperaron para evitar que la respuesta a la presencia de Biden, Johnson, Macron & compañía fuera masiva.
Sin una fuerte oposición a todo lo que representa la OTAN, los líderes de esta parte del mundo se reunieron durante dos días, en los que se evidenció que estamos en un escenario en el que Estados Unidos se encuentra muy cómodo: sus servicios secretos recuperaron parte de su prestigio perdido al predecir la invasión rusa de Ucrania que el resto del mundo consideraba imposible; la guerra en Europa ha puesto en alerta a sus socios, que se han volcado con la OTAN y han acordado aumentar su gasto en defensa, pero el conflicto se encuentra lo suficientemente alejada del continente americano como para no poner en riesgo su integridad; y Europa ha dejado de comerciar con Rusia, su principal proveedor de gas y de trigo, dañando a su propia economía y reforzando la de Estados Unidos. Además, en distintas reuniones bilaterales, como la que mantuvo Pedro Sánchez con Joe Biden el día anterior al arranque de la Cumbre, se acordó aumentar la presencia de soldados estadounidenses en las bases situadas en suelo europeo.
Aumento del gasto en defensa
El acuerdo más importante alcanzado en la Cumbre de Madrid fue la subida del gasto militar de todos sus miembros. “Como resultado del compromiso alcanzado por los miembros de la Alianza para incrementar sus presupuestos nacionales en el capítulo de la defensa, el presidente anunció que promoverá un aumento progresivo del gasto militar de España, hasta alcanzar el 2% del PIB en 2029”, explicó una nota de prensa del Gobierno español.
De esta manera, Biden ha logrado el objetivo principal de EEUU de los últimos años –que fue exigido con muy malos modos por Trump en 2018 y 2019–: que sus socios europeos inviertan el 2% de su PIB en defensa, aliviando así su propia carga en este gasto. Además, un porcentaje muy importante de este dinero se destina al armamento que sus propias empresas patrias proveen, por lo que el lobby armamentístico se verá beneficiado.
Esta medida, en el contexto de inflación del 10% (y el notable aumento del precio de los alimentos y de la energía) que atravesamos, no es un asunto menor. Sólo se puede lograr a costa de recortar en servicios públicos. Así de sencillo. Además, hay que tener en cuenta que en otoño se prevé una importante recesión económica con un probable aumento del paro, lo cual agravará más aún la situación.
Por su parte, Pedro Sánchez ha decidido ponerse manos a la obra inmediatamente con esto, aprobando un suplemento de crédito para el Ministerio de Defensa de hasta 1.000 millones de euros con el objetivo de iniciar este mismo año, sin esperar a los Presupuestos del próximo, el aumento del gasto militar.
China como “desafío” ante Occidente
Era evidente que la Cumbre de la OTAN iba a demonizar a Rusia y que una buena parte del tiempo de sus reuniones se invertiría en decidir cómo hacer frente al régimen de Putin. Pero no era tan esperado que en la Cumbre de Madrid se llegaría a definir a China como una nueva amenaza militar emergente. Al hacerlo, Europa se pliega a los intereses de Estados Unidos, que ve su hegemonía comercial mundial y militar sobre el Pacífico peligrar. Resulta llamativo que Biden ha logrado que la OTAN califique al gigante asiático como un “desafío”, pese a que China es el mayor socio comercial de la Unión Europea, potencialmente perjudicando sus propios intereses.
La agencia pública de noticias china, Xinhua, informó sobre este hecho diciendo que “el nuevo concepto estratégico de la OTAN puso al descubierto las intenciones de EEUU, el líder de facto de la alianza militar, de incitar a la confrontación de bloques demonizando a otros países y explotar la organización para mantener su hegemonía en todo el mundo. […] Esto pone de manifiesto la consolidación de una mentalidad de Guerra Fría en Estados Unidos, siendo Asia y Europa cartas geopolíticas del país, por lo que solo saboteando las relaciones entre ambos continentes puede mantener su hegemonía como única superpotencia del mundo”.
España consigue que se consagre la migración como una “amenaza”
El nuevo concepto estratégico de la OTAN, conocido como el Concepto de Madrid –que sustituye al establecido en 2010 en Lisboa– incluye un párrafo específico a petición del Gobierno español que afirma que “el conflicto, la fragilidad y la inestabilidad en África y Oriente próximo afecta directamente a nuestra seguridad y la de nuestros socios. La vecindad sur de la OTAN, especialmente la de Oriente Próximo, el Norte de África y el Sahel, se enfrenta a una seguridad interconectada con retos demográficos, económicos y políticos”.
Esta criminalización de las personas que huyen de su país de origen para dejar atrás la guerra, el conflicto o la miseria económica no fue casual, sino que se produjo por la insistencia del Gobierno más progresista de la historia del universo. “España ha insistido en que se incluya una referencia a la instrumentalización de la inmigración y la manipulación de los flujos energéticos”, dijeron fuentes gubernamentales tras la Cumbre.
Entrada de Suecia y Finlandia y traición al pueblo kurdo
Por último, en la Cumbre de Madrid, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan levantó su veto a la adhesión de Suecia y Finlandia a la organización atlantista. La razón por la que se había negado hasta ahora era debido a que los gobiernos de ambos países escandinavos han acogido sistemáticamente y se habían negado a extraditar a activistas kurdos – vinculados o no al Partido de los Trabajadores del Kurdistán o PKK – que huían de la feroz represión turca. Sin embargo, las negociaciones auspiciadas por el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, dieron sus frutos.
A cambio de la entrada de estos dos países –lo cual ha enfurecido de sobremanera a Rusia, ya que son países fronterizos por tierra y mar, por lo que Putin ha proferido nuevas amenazas contra Occidente– los Ejecutivos de Estocolmo y Helsinki han acordado levantar el embargo de armas contra Ankara, revisar su legislación antiterrorista, firmar sendos tratados de extradición con Turquía, redoblar la lucha contra el PKK y respaldar plenamente a Turquía frente a las amenazas a la seguridad nacional.
Son muchas vidas que se pueden ver amenazadas por esta decisión. Hay que tener en cuenta que la migración de kurdos y kurdas a esta parte del mundo se lleva produciendo desde hace más de 50 años y que han formado una comunidad muy grande, que mantiene sus tradiciones e intereses. Muestra de ello es que muchos municipios como Huddinge (al lado de Estocolmo) permiten recibir clases en la escuela en kurdo, o que muchas diputadas suecas nacieron en el Kurdistán, como Amineh Kakabaveh, que antes de emigrar a Suecia con 19 años formaba parte de la guerrilla kurdo-iraní Komala (de ideología marxista-leninista) que y es una de las personas en la lista de Erdogan.
En conclusión
En definitiva, la Cumbre de la OTAN ha confirmado que el Tratado del Atlántico Norte se pliega a los intereses de EEUU, ha profundizado en los desafíos contra Rusia y China y nos ha acercado al conflicto con estas potencias, ha endeudado nuestro futuro en un contexto de aguda crisis económica y energética, ha criminalizado los movimientos migratorios y ha traicionado a la diáspora kurda. No está mal para dos días de trabajo.
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¿Alguien se acuerda de los 1.000 euristas?… Esa gente que no llegaba a final de mes y sufría?
¿Qué país tenemos, ahora mismo, que cobro 900€ y trabajo 16 horas?:
¡Menuda modernidad! ¡Qué país más deseado! ¡Qué nos suba el pan!
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