Desahucios: cuando las soluciones no asumen el problema

Un mes más regresamos sobre el tema de los desahucios y la problemática del acceso a la vivienda. Pero esta vez empezaremos por acercarnos a las respuestas que las instituciones y los medios de comunicación plantean.  En las últimas semanas hemos asistido a tres casos de personas que han decidido acabar con su vida a las puertas del desahucio de su vivienda, y es a partir de estos acontecimientos que se ha desbocado una apresurada respuesta por parte de todos/as. Llegan las muertes y entonces todos/as nos echamos las manos a la cabeza. Jueces/zas, políticos/as, policías, tertulianos/as… todos/as se consternan y claman por la necesidad de encontrar soluciones. ¿Pero soluciones a qué: a la problemática de la vivienda o a los suicidios por desesperación? ¿Realmente se pretende abordar el problema de fondo, problema que lleva enquistado años y al que ninguno de estos actores ha querido acercarse con intención constructiva? Ahora llega la hora de los parches, las promesas y los cuatro brochazos que ayuden a tapar un poco el panorama. Ahora todos/as somos conscientes de la situación jodida de los/as desahuciados/as y ahora aparecen las prisas por hacer algo.

Pero nada nuevo en el horizonte, políticos/as y periodistas son expertos/as en abrir (y cerrar) debates sobre el morbo y las situaciones límite. Sólo cuando se va del todo el asunto de las manos es cuando se reacciona, cuando aparece el hecho morboso, terrorífico o desastroso. Entonces es cuando claman las cornetas de los medios de comunicación, se nos venden las imágenes y los titulares espectaculares, creándose ambiente de indignación entre la opinión pública. Al momento aparecen corriendo los/as políticos/as de turno a legislar sobre lo espectacular, sin un análisis serio, de fondo, sino con dos o tres medidas populistas que aplaquen los ánimos de un público al que previamente se había excitado en esa dirección. Y ahí se acaba, de nuevo volvemos al impass de lo cotidiano hasta la siguiente noticia bomba. No hay que alejarse mucho en el tiempo para dar un par de ejemplos sobre esto, ya sean las medidas tomadas en torno a la regulación de espacios públicos para grandes acontecimientos a raíz de las muertas en el Madrid Arena o las numerosas leyes del menor que siempre prosiguen a algún crimen macabro. Se decide en caliente, sin razonar, sólo atendiendo a lo puntual o espectacular. Y como era de esperar, esto suele producir pocas o ninguna mejora sustancial, cuando no desastre tras desastre.

Y de esta manera volvemos al caso que teníamos entre manos, la vivienda y los desahucios. Con la desgracia muy presente, llega el turno de la política de alturas, y el PP y el PSOE (con el resto del coro parlamentario aplaudiendo o silbando el circo) se ponen manos a la obra.

 

“Una respuesta urgente y paliativa a la dura situación económica” – Soraya Sáez de Santamaría

Lo que comenzó como una comedia de dos ha terminado, como suele sucederles a nuestros dos grandes partidos políticos, en reproches mutuos y en una serie de medidas tomadas unilateralmente por el partido que gobierna. Eso sí, siempre nos quedará el trámite parlamentario, en el que a algún nuevo acuerdo se llegará, pues habrá que vender unidad ante los problemas de la gente. Hasta que este momento llegue, nos encontramos con un paquete de medidas que no incluyen modificaciones legislativas, sino únicamente una serie de cambios en aspectos finalistas y alguna que otra reinterpretación de propuestas ya planteadas como el alquiler social, eso sí, todo sin carácter retroactivo.

Sin lugar a dudas, la medida estrella ha sido la moratoria de dos años para los “desalojos más vulnerables”, según las palabras del ejecutivo. Esta vulnerabilidad se marca por una serie de baremos que deberán cumplir los/as desahuciados/as: que la unidad familiar perciba unos ingresos menores a tres veces el IPREM (es decir, unos 19.200 euros anuales),  que se posea una sola vivienda, que más del 50% de los ingresos netos se destinen a la hipoteca y, luego, cumplir alguna de las condiciones de ser familia numerosa, tener un bebé a tu cargo, haber agotado las ayudas al desempleo y así un largo etcétera (que más que unos baremos, parece un test multirrespuesta). Esto supone, básicamente, que sólo se aplicará a aquellos desahucios que se considera generan altos riesgos de exclusión social. ¿Y para el resto qué? A esta pregunta la respuesta es sencilla, las cosas siguen como están. La siguiente cuestión que uno/a se plantea es: ¿Y tras estos dos años qué? ¿Volvemos a estar como antes? ¿O es que se espera un repunte económico que nos traslade de nuevo a la época pre-crisis y podamos volver a re-inflar la burbuja inmobiliaria? Cualquiera de las dos respuestas es funesta, pero es lo que hay.

La otra medida que se ha anunciado a bombo y platillo ha sido la creación de un parque de viviendas en régimen de alquiler para aquellos/as que sean desahuciados/as, en el que se atenderá a unas rentas “bajas y razonables”. Y ahí se queda el asunto, pues no se han aclarado las condiciones reales de estos alquileres, y ni siquiera se ha puesto sobre la mesa ese parque de viviendas, pues se pretende que se conforme a través de las viviendas que los bancos reciben de los impagos, pero aún se está negociando con ellos. Vamos, en resumidas cuentas, esto no es más que humo, y encima cargado de un humor negro bastante retorcido, pues se pretende que desahuciados/as paguen unas rentas por viviendas cuyos propietarios/as han sido a su vez desahuciados/as, con el pellizco que suponemos se quedará el banco, verdugo de ambos.

Como ya hemos dicho, esta reforma no contempla modificaciones en las leyes sobre las que se sustenta (principalmente la Ley Hipotecaria y la de Enjuiciamiento Civil), de modo que nada de dación en pago ni nada de poner unos límites sobre los intereses de demora (el aumento de los intereses que hay que pagar sobre una deuda una vez se entra en impago).

Eso sí, como ya anunció el PP, esto sólo son salidas de urgencia, pero el debate en torno a este tema se seguirá desarrollando y se implementarán nuevas medidas de más calado con el tiempo. Así que nada, a esperar, que las cosas de palacio van despacio.

Entrando más en el fondo del asunto

También durante estas últimas semanas se ha publicado un informe del Consejo General del Poder Judicial, en el que se constata el desatino de la actual situación en materia de desahucios y se plantean una serie de medidas destinadas a dotar a los/as desahuciados/as de unas pocas herramientas de defensa jurídica (en ese sentido, más que las aprobadas en Consejo de Ministros). Sin embargo, algo que nos ha llamado poderosamente la atención de este informe, y que se repite en bastantes ámbitos críticos, es la afirmación según la cual gran parte de este problema responde a la “mala praxis” de bancos y cajas de ahorro. Esta es una cuestión, que aunque pueda parecer nimia, en su fondo esconde un importante análisis que no compartimos y del que luego se derivan posibles soluciones al conflicto. Está claro que nos sentimos engañados/as por los bancos, que casi en ningún caso, al firmar unas hipotecas escandalosas, se nos informó de riesgos y que la letra pequeña escondía demasiado. Todo esto es cierto, no lo negamos, pero aquí no vemos una mala praxis de bancos y cajas de ahorro (al menos, no algo diferente de lo que rige la economía mundial). Aquí se presenta con su cara más cruda el capitalismo. Los bancos, en su necesidad de generar beneficios, tratan de sacar rédito de la especulación urbanística (lo mismo que hicieron constructoras –grandes y pequeñas-, inmobiliarias, concejales/as o particulares varios). Nos vendieron (y venderán) hipotecas de alto riesgo o aquello que les sea más conveniente en cada momento. Pues dejémonos de eufemismos, un banco no es una empresa que genere bienes productivos o que responda a necesidades humanas, es simplemente una entidad inherente a un sistema que gira en torno al dinero, que lo maneja, lo mueve, lo guarda, lo presta, lo invierte… y con ello obtiene más dinero. Aunque nos lo traten de vender de otra forma, no son obras sociales (esto sólo lo hacen pues les reporta beneficios fiscales) y nunca lo serán. Es por ello que entender que podemos llegar a puntos que favorezcan a ambos, bancos y trabajadores/as, es iluso. Podemos establecer acuerdos puntuales que sean más ventajosos para una de las partes, en función de la posición de fuerza en cada uno en ese contexto específico, pero no serán más que eso. Con el tiempo, el banco tratará de apretar un poco más las tuercas, no con mala fe, sino respondiendo a las leyes del mercado, que no ven personas, sino simplemente mercancía, dividendos y pérdidas o beneficios. Por nuestra parte, nuestras necesidades vitales (entre las que inalterablemente se encuentra tener un techo bajo el que vivir) seguirán ahí, y trataremos de satisfacerlas lo mejor que podamos. Es esta una más de las contradicciones de este sistema, y no podemos obviarlo.

Del mismo modo, otro de los argumentos bastante comunes al tratar este tema es la afirmación de la inconsciencia de quien se ha embarcado durante la época de bonanza económica en la compra de una vivienda. Se han asumido hipotecas que condenaban de por vida a estar pagando al banco mensualidades que ahora son más jodidas de abonar. No negaremos que hemos caído en la trampa, que parecía preciosa y ha faltado prudencia, y también es cierto que hay muchos/as a los/as que les ha podido la codicia, el pensarse que aquí todos /as nos íbamos a hacer ricos con el boom inmobiliario. Hasta ahí de acuerdo, pero se suele olvidar que si esta burbuja ha prosperado ha sido gracias a una política económica dirigida en ese sentido, a la compra de viviendas como “necesidad básica”. Imprescindible ha sido la ayuda de políticos, instituciones económicas y bancos (que otorgaban hipotecas como churros a quienes tenemos curros de mierda o que te insistían en darte algo más de lo necesario para la casa para que cambiaras de coche). Nos hemos comportado como rebaño, está claro, pero para eso y para casi todo. No es de recibo convertirnos en rebaño sumiso y luego echarnos las culpas de los fallos. Y ahora con la que está cayendo, ¿hacia dónde pretenden dirigirnos en materia de vivienda? Parece que hacia el mismo sitio. Así que habrá que hacerse mirar eso de seguir siendo corderos/as.

¿Hay vida más allá de las medidas gubernamentales?

Así que aquí estamos. Nos alegramos por todas aquellas familias a las que estas medidas les den un pequeño respiro, aunque sea temporal, pero nadie puede negar que no se ha solucionado el problema de fondo, pues tampoco les interesa, o más bien, ellos/as no pueden. Creemos importante que las redes de apoyo que esta lucha está generando en los barrios no se resientan por esta u otras medidas legislativas que puedan  resultarnos en alguna forma beneficiosas. La lucha contra los desahucios y a favor de un acceso real a la vivienda está posibilitando generar espacios de relación entre vecinos/as (algo perdido hace años), de solidaridad, de crear una comunidad que va más allá del conflicto puntual. Y algo también reseñable es que nos estamos dando cuenta de la fuerza que podemos llegar a tener, atreviéndonos a plantear soluciones propias (lógicamente imperfectas y parciales) a nuestros problemas, como pueden ser la paralización por la acción de los lanzamientos, la ocupación de viviendas abandonadas a la especulación o el apoyo real del barrio a los/as vecinos/as que acaban en la calle. Se pueden ir consiguiendo objetivos a corto plazo (aunque no creemos que este sea el caso), algo imprescindible y que te anima constantemente a ir a más, pero no olvidamos nuestras metas a largo plazo, de una acceso real a nuestras necesidades vitales.

Nosotros/as asumimos que todas estas medidas que se puedan ofrecer desde arriba son consecuencia (directa o indirecta) de la acción en las calles, y que una relajación excesiva por nuestra parte conllevaría, sin lugar a dudas, un caminar legislativo contrario a nuestros intereses. Esto es algo fácilmente visible en la actual situación del mundo laboral. Sólo nos queda pelearlo.

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Un comentario en «Desahucios: cuando las soluciones no asumen el problema»

  • el 04/12/2012 a las 10:30
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    He podido leer Desahucios: cuando las soluciones no asumen el problema. Hay un momento en el que ustedes dicen que: » .. pero aquí no vemos una mala praxis de bancos y cajas de ahorro «. Lamento decirle que para nada es cierto. Primero en la tasación, luego en la concesión de más del 80% ( Algo no recomendado por el BdE), seguimos con la vinculación de productos ( nóminas, tarjetas, seguros…), inclusión de cláusulas abusivas ( cláusula suelo) y la venta de productos no aptos para minoristas y no diseñados para hipotecas como son los seguros de cobertura de tipo de interés ( CLIPS, SWAPS..) En todo esto ¿ no hay mala praxis?

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