Dirección y guión: Grupo COPEL. Producción: Metromunster y Producciones La Hormiga. Duración: 90 mins. 2017.
“Finalmente, quienes fuimos silenciados, tomamos la palabra”
El 1 de agosto de 1976, los medios empezaron a informar sobre el estallido de un motín en la cárcel de Carabanchel. Los actos de protesta en el centro penitenciario “parecen estar encaminados a mostrar su desaprobación por la amnistía decidida el viernes por el Rey, fundamentalmente prevista para delitos de tipo político y de opinión”, se leía en El País. En la azotea de la prisión se había colocado una pancarta en la que se leía «Libertad»”. Acababa de nacer la COPEL (Coordinadora de Presos en Lucha), la organización de los presos sociales que se consideraban igual de víctimas del régimen franquista que los presos políticos de Franco. Reivindicaban la amnistía para todos. “Presos a la calle”, era su lema. Sin distinciones.
A través de numerosas entrevistas a sus protagonistas (presos, abogadas, trabajadoras sociales, funcionarios de prisiones e incluso el redactor de la Ley General Penitenciaria), el documental COPEL: Una Historia de Rebeldía y Dignidad reconstruye este hito y toda la lucha de esta coordinadora desde su gestación, hasta su despiadada aniquilación a principios de los 80.
Unos meses antes de que se proclamara la Ley de Amnistía para los presos políticos (octubre de 1977), los sociales “toman conciencia de que son víctimas de una situación injusta”, según el abogado Pepe Galán, y es cuando, en palabras del preso Daniel Pont, se desarrolla “un movimiento más o menos organizado para presionar al Estado”. Cualquier método era válido para la COPEL: pancartas, motines, autolesiones, agresiones, incendios, etc.
Pero la amnistía no estaba entre los planes del gobierno post-franquista, como deja claro Fraga en una entrevista que aparece en el filme. La represión fue escalando. Palizas, torturas e incluso el asesinato de algún interno, como el anarquista Agustín Rueda, se utilizaron como métodos válidos para amedrentarles, “para mantener un estado de miedo permanente como forma de control y dominacion”, asegura Pont. Finalmente, la herramienta más útil para sofocar la lucha fue la creación de macrocárceles inspiradas en la prisión alemana de Stammheim, como la de Herrera de la Mancha (inaugurada en junio de 1979), con módulos separados y celdas de aislamiento. Divide y vencerás.
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