Dirección: Nacho A. Villar y Luis Rojo. BRBR. Guion: Nacho A. Villar, Luis Rojo y Raúl Liarte. Madrid, 2022. 81 min. Disponible en Netflix.
La Mala Familia, dirigida por Nacho A. Villar (director del documental La Maleta de Helios, la historia del hijo de un anarquista español que se exilió a México tras el estallido de la Guerra Civil) y Luis Rojo, es un documental que se centra en un encuentro de un grupo de amigos que provienen de un barrio humilde del sur de Madrid. Hace varios años algunos de ellos intervinieron en una pelea – nunca llegamos a saber del todo qué pasó – en el centro de la ciudad y, tiempo después, llegaron a un acuerdo de conformidad justo antes de la celebración de su juicio, que les permitiría no ingresar en prisión, siempre y cuando se pague una cantidad elevada de dinero en concepto de indemnización. En el momento del juicio algunos ya se encuentran en la cárcel por otros asuntos, otros están trabajando y pueden ir pagando su parte pero otros no tienen forma de hacerlo. Aprovechando un permiso de fin de semana de uno de los colegas preso, el grupo – la «familia» – decide pasar un caluroso día de verano en un pantano, con su barbacoa, sus cervecitas y sus baños en el agua. Durante el encuentro se darán muestras de cariño, pero también aflorarán sus miedos y sus rencores, siempre con el telón de la cárcel de fondo.
La película aprovecha la confianza de los directores con los protagonistas para utilizar una perspectiva observacional – con la cámara grabándoles a poca distancia, sin llegar a interferir en sus interacciones – para capturar el espíritu fraternal de este grupo de jóvenes que, desde los márgenes de la sociedad, sobrelleva una espada de Damocles. El guion (en el que interviene Raúl Liarte, que ya participó en la interesantísima El Año del Descubrimiento, docuficción sobre la desindustrialización de Cartagena a principios de 1992 y el asalto violento de cientos de obreros al Parlamento de Murcia como respuesta) y el montaje son claves para mantener el buen ritmo de esta peli en la que pasa poco, pero todo es muy intenso.
El objetivo cumplido de los directores es mostrar las virtudes y las flaquezas de esta “familia” de chavales que miran a su pasado con recelo y al futuro con incertidumbre. En ningún momento les juzgan por lo que han hecho; el moralismo no tiene cabida aquí. Se rehuye del amarillismo y del morbo y lo que se pone de relieve es una realidad incontestable: si provinieran de familias acaudaladas, pagarían sus deudas y la posibilidad de acabar entre rejas se esfumaría. En otras palabras, hay una Justicia para ricos y otra para pobres.