The people’s fighters: Teófilo Stevenson y la leyenda del boxeo cubano

Directores: Peter Berg y Diego Hurtado de Mendoza. Olympic Channel. 85 minutos. 2018

Una playa de la Habana. Una partida de dominó junto al mar. Cinco hombres ya entrados en años, todos ellos medallistas olímpicos, hablando sobre su amado boxeo y recordando a un viejo amigo ya muerto. Así comienza “The people’s fighters”. Esta pequeña isla de apenas 11 millones de habitantes atesora el segundo mayor número de medallas olímpicas en esta disciplina deportiva. Todo un hito del deporte.

El boxeo en Cuba es un viejo conocido, no hay más que recordar nombres como Kid Chocolate o Kid Gavilán. La primera mitad del siglo XX fue prolífica para este deporte en la isla, si bien el verdadero espaldarazo a este arte vino de la mano de la revolución de 1959. Con la llegada al poder de los Castro, Che Guevara y compañía, el deporte en general tomó un enorme impulso, aunque en base a un importante cambio de paradigma. Se dijo adiós al deporte profesional, ahora todo sería amateurismo. El deporte, junto con la educación y la sanidad, se convirtieron en los pilares sobre los que la revolución trató de transformar socialmente la isla. La práctica deportiva se extendió a todas las capas de la población, invirtiéndose en infraestructuras y creándose escuelas nacionales. Más allá de esta perspectiva transformadora, el deporte también pasó a ser un importante medio de propaganda de la revolución. Y su primera gran victoria llegó con las olimpiadas de Múnich’72, donde el boxeo cubano obtuvo sus primeras medallas de oro de la historia, y donde el deporte cubano en general tuvo un nuevo despertar.

En estas Olimpiadas emerge el primer protagonista del documental, Teófilo Stevenson. Un joven de 20 años que se hizo con el oro en el peso pesado de la mano de un exquisito boxeo. Una carrera fulgurante daba sus primeros pasos; luego llegarían más oros olímpicos, las comparaciones con los grandes de su época (entre ellos el inolvidable Muhammad Ali) o los cantos de sirena del otro lado del Estrecho de Florida que Teófilo nunca quiso escuchar, él era fiel a la nueva Cuba. De la mano de su evolución iremos recorriendo los pasos del boxeo cubano, de su estilo propio, rápido, evasivo, elegante…; a la vez que irán entrando en liza diferentes aspectos que lo fueron marcando, como el apoyo soviético al deporte de la isla o las diputas entre bloques que definieron las citas olímpicas en medio de la Guerra Fría. Y, ante todo, la apuesta por el amateurismo en el seno de un deporte hiper-profesionalizado a nivel mundial, con sus pros y sus contras, humildad y seguridad frente a dinero y títulos.

El testigo que dejó Teófilo lo recogió otro titán cubano, Félix Savón, muy presente en el documental. Félix fue un atleta enorme, con un boxeo algo más machacón, pero también precioso y preciso, que le acabó convirtiendo en el boxeador amateur más laureado de la historia. Más allá de estos dos grandes del boxeo, el documental continúa avanzando hasta nuestros días, pasando por las luces y sombras de un deporte afectado por el devenir político cubano, por la crisis que sobrevino a la caída del telón de acero y la enorme capacidad de resistencia y adaptación de la isla y sus gentes.

Todo el documental está salpicado de imágenes de archivo magníficas. Una delicia para todos aquellos a los que les guste este deporte. Finalmente, tras una hora y veinte, damos por concluida esta historia en el mismo lugar donde la abrimos, en una mesa de dominó a la vera del mar. Los cinco medallistas reaparecerán una y otra vez dando consistencia al documental, sirviendo de guía, de crítica, de apoyo al boxeo cubano. Y como no, de despedida.

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