La educación pública madrileña, de nuevo a la huelga

Tras el éxito de las jornadas de huelga en el mes de febrero, este mes se han convocado dos nuevas jornadas de lucha en la educación pública madrileña, en las que los sindicatos CNT, CGT, STEM y la asamblea Menos Lectivas reivindican la bajada de horas lectivas, volviendo a las 18/23, la reducción drástica de las ratios, recursos para la atención a la diversidad, el fin de la segregación y por supuesto, la equiparación salarial.

En las próximas páginas reproducimos un artículo de El Salto en el que se desarrolla una de estas cuestiones, que supone uno de los principales signos del deterioro y desmantelamiento de la educación pública en la Comunidad de Madrid: la segregación educativa.

Poner la segregación en el centro: reflexiones desde el sindicalismo educativo de clase y asambleario

Por primera vez la segregación educativa ha aparecido en una tabla reivindicativa de una huelga docente en la Comunidad de Madrid. Ocurrió en la reciente y exitosa huelga de los días 27, 28 y 29 de febrero de 2024, convocada por la Asamblea Menos Lectivas y los sindicatos STEM, CGT y CNT. La huelga puso énfasis en reivindicar la recuperación de las condiciones laborales previas a los recortes de 2012, especialmente las horas lectivas, pero entre el resto de reivindicaciones (bajada de ratios, subida de apoyos y recursos para la atención a la diversidad, supresión de excesivas cargas burocráticas, etc.) se introdujo también la cuestión de la segregación, planteándose que en un sistema educativo que segrega por motivos socioeconómicos a su alumnado es imposible llevar a cabo una función docente de calidad.

Y ya era hora de que la segregación comenzara a tomarse en serio en el movimiento educativo, porque en la Comunidad de Madrid llevamos desde 2015 siendo vanguardia a nivel nacional y europeo de este grave problema. El último informe PISA (2022) volvió a señalar, una vez más, que la Comunidad de Madrid es una de las regiones de la OCDE que más segrega a su alumnado por motivos socioeconómicos. Es decir, que existe una creciente y alarmante tendencia en la región a congregar en determinados centros educativos al alumnado con dificultades socioeconómicas (bajos ingresos, problemas sociales, situación de migración, etc.) y en otros al alumnado proveniente de contextos privilegiados (altos ingresos, clases medias-altas, etc.).

Los números de la segregación educativa en Madrid son gravísimos. En los centros públicos que más sufren esta situación, conocidos como “centros-gueto”, aquellos en los que más del 50% del alumnado pertenece al cuartil más bajo de renta (para hacernos una idea, la gran mayoría de familias de este alumnado suelen ser atendidas por servicios sociales), se generan pozos sociales de los que es muy difícil salir para el alumnado y de los que la mayoría de trabajadorxs de la enseñanza trata de escapar. En estos centros segregados las condiciones laborales docentes empeoran, no se puede atender adecuadamente la diversidad ni dar una educación de calidad en espacios tan deteriorados, con ratios elevadas de alumnado que sufre múltiples e intensas problemáticas sociales. Por el otro lado, los espacios educativos de las elites y las clases medias gozan de mejores condiciones sociales y de financiación, valiéndose en muchas ocasiones de discursos de odio, clasistas y racistas, para justificar esta situación, lo que alimenta el actual auge de la extrema derecha, especialmente entre la gente joven.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? La construcción política de un modelo (más) segregador

Esta segregación educativa se genera dentro de un panorama más amplio de políticas neoliberales de los sucesivos gobiernos de la Comunidad de Madrid, que apuestan por el deterioro y desmantelamiento de los servicios públicos mientras aumentan los fondos públicos para financiar el sector privado, generando un lucrativo mercado en el que los servicios sociales privados no paran de aumentar, los servicios públicos disminuir, y la población se va segregando: quienes tienen más recursos pagan por servicios privados, mientras que la población con nivel socioeconómico más bajo va concentrándose en torno a unos servicios públicos cada vez más deteriorados. La privatización supone también que los servicios educativos dejan de orientarse a garantizar necesidades básicas y derechos fundamentales, pasando a ser un medio para el lucro guiado por el principio de rentabilidad.

En resumidas cuentas, esta política neoliberal segregadora es útil a un doble objetivo de las élites, económico y social:

Económicamente genera un mercado de servicios privados amplio y lucrativo, apuntalando su rentabilidad a través de la colaboración público-privada. La financiación con dinero público y regulación normativa a medida permite a actores privados la acumulación de capital en el contexto actual crítico de caída de la tasa de ganancia en el modelo productivo.

Socialmente genera las bases materiales para la expansión de la subjetividad neoliberal; profundiza la situación de “sálvese quien pueda” en la que la forma de prosperar pasa por competir, diferenciarse del que está peor y pagar para acceder al servicio. Se promueve la adopción de marcos ideológicos más conservadores: la población deja de necesitar la existencia de los servicios públicos (aunque esto sea, en efecto, una ilusión), y se hegemoniza que el acceso a cubrir las necesidades es individual en lugar de colectivo. En nuestro caso, las familias que quieran y puedan diferenciarse en esta competición pagarán por los centros privados y privados-concertados. Las clases medias pueden así separarse de las clases trabajadoras autóctonas y, especialmente, de las migrantes, promoviendo el actual auge del clasismo y el racismo. Al igual que las hipotecas fueron clave para que gran parte de la clase obrera pasase “de proletaria a propietaria”, el pago por colegios concertados y privados opera de forma similar en el proceso de neoliberalización. Esto se puede observar en la dinámica de voto en la Comunidad de Madrid: en aquellos lugares en que el gobierno facilita la creación de centros concertados crece considerablemente el voto a las formaciones políticas de derecha.

Sin embargo, a pesar del retroceso alarmante de la escuela pública en las últimas décadas, en la CAM actualmente cerca del 55% del alumnado sigue acudiendo a centros públicos, estando sólo por detrás en este rubro de Euskadi en todo el Estado. Entonces, ¿cómo es posible que hayamos llegado a estas alarmantes cifras de segregación? La respuesta se encuentra en una razón clara: la dinámica mercantilizadora y segregadora se ha extendido al propio sistema público de enseñanza, las políticas neoliberales han contaminado el propio sistema público imponiendo allí las lógicas de la competencia. Resumimos los dos principales mecanismos a través de los cuales los gobiernos de la CAM han podido generar esta situación:

  • Distrito único, baremos de admisión y confección de rankings.Desde 2013 se eliminan las zonas escolares y se puede solicitar plaza en cualquier centro de la región. Esta medida ha sido crucial para fomentar la competición entre los centros por el alumnado. Además, también se modificó el baremo de puntos para la admisión y se permite un punto a elegir por los centros, que lo pueden usar para valorar resultados académicos siguiendo la lógica de la competencia por “el mejor alumnado”. Por otro lado, se comienzan a confeccionar rankings en base a la publicación de resultados de pruebas como las “CDI” de 6º de Educación Primaria o los resultados de la EVAU. Determinados centros públicos se comportan como verdaderas empresas tratando de captar al “mejor alumnado” para quedar en los puestos más elevados. Esta medida, además, influye negativamente en la dinámica de enseñanza, que se orienta al examen. No hay ninguna evidencia de mejora en la calidad pedagógica derivada de esta competencia; los centros se centran en incrementar sus mecanismos de publicidad y captación o incorporan servicios que atraigan a los hogares como “madrugadores”, etc.
  • Especialización curricular: programas bilingües, de innovación y de excelencia. El programa estrella de especialización curricular, el bilingüismo, comenzó en 2004 en primaria y en 2010 en secundaria, siendo beneficiario de muchísima financiación. Este modelo, además de haber sido probado ineficaz y perjudicial desde el punto de vista pedagógico, ha funcionado como uno de los principales mecanismos de segregación socioeconómica del alumnado. Los aumentos de las tasas de segregación que se observan en cada informe PISA coinciden con el desarrollo del programa bilingüe. Pertenecer a este programa ha sido una eficaz manera de ganar la competición entre los centros de un mismo barrio por aumentar matrícula, conseguir más recursos económicos y el “mejor” alumnado, ya que es necesario tener un B1 para acceder a un IES bilingüe. Por otro lado, este programa también conlleva segregación del alumnado intra-centro, ya que separa al alumnado entre los grupos de “sección bilingüe”, que concentran el alumnado con mejores condiciones socioeconómicas, y los grupos llamados “de programa” o “no-bilingües”, donde se concentra el alumnado más vulnerable, especialmente el de origen migrante.

Otra forma de diferenciación a través de la especialización curricular son los Programas de innovación y excelencia: los centros que logran obtener distintivos como “centro de innovación tecnológica”, “Bachillerato de excelencia” o “Bachillerato internacional”, etc., consiguen un mayor acceso a recursos humanos, económicos y de infraestructura, así como más facilidades para conseguir mayor estabilidad en la plantilla. De esta forma, los centros públicos que logran tener el alumnado con mayor rendimiento, en su gran mayoría de clases medias, consiguen a la vez tener las mejores condiciones para desarrollar el trabajo pedagógico. Mientras tanto, en los centros-gueto se concentra el alumnado con mayores tasas de repetición y abandono escolar y con más necesidades educativas y sociales. Estos centros tienen menor demanda de plazas y sus aulas no terminan de llenarse en septiembre, recibiendo el goteo constante de alumnado migrante que se incorpora a lo largo del curso y llegando incluso a tener ratios más elevadas que lo estipulado en la normativa. El profesorado evita la elección de estos centros, por lo que sus plantillas suelen componerse de un 60% o más de interinxs que cambian cada curso. Además, se premia al profesorado con plaza definitiva en estos centros con más puntos para el traslado, promoviendo todavía más el alto nivel de rotación de la plantilla. La administración no otorga recursos o apoyos específicos para estos centros ni cualquier medida para lograr una composición más heterogénea del alumnado. Este maltrato institucional a los centros-gueto agudiza las consecuencias de la segregación educativa: el alumnado y profesorado de estos centros accede a una experiencia escolar deficitaria en comparación con la de otro tipo de centro.

Poner la segregación en el centro de la lucha

Por todo lo dicho, queda en evidencia que la segregación educativa es una problemática integral que aglutina dimensiones de diverso tipo: pedagógicas, sociales, económicas, laborales, etc. Y es justo por esta razón que defendemos que sea un punto central de las demandas del actual movimiento de trabajadorxs de la enseñanza, liderado por la Asamblea Menos Lectivas en coordinación con los sindicatos CGT, CNT y STEM, que, a diferencia de los sindicatos mayoritarios de la Mesa Sectorial, han decidido mantener este punto en la tabla reivindicativa de la actual convocatoria de huelga prevista para los días 8 y 21 de mayo de 2024. Poner la segregación en el centro puede contribuir al menos a dos grandes objetivos estratégicos de la lucha sindical en el campo educativo:

  • Avanzar más allá del gremialismo y corporativismo en el que suelen caer muchas veces la mayoría de los sindicatos. La segregación es uno de los elementos dentro del sistema de enseñanza que más afecta a la clase trabajadora, especialmente a sus sectores más vulnerables y con peores condiciones de explotación, como es el caso de la población migrante. El actual ciclo de movilización ha tomado en cuenta esta cuestión desde un posicionamiento de lucha sindical de base y de clase, comprendiendo la lucha educativa en el marco de una lucha social general.
  • Conectar la lucha educativa con las agendas y fuerzas de las luchas actuales. La segregación educativa está completamente conectada con similares procesos de mercantilización y segregación que están ocurriendo en la sanidad y todos los servicios públicos esenciales en la reproducción de la vida, donde también se comienzan a ver movilizaciones. La alianza de la clase trabajadora en torno a la defensa de estos servicios públicos convertidos en mecanismos de extracción de rentas y producción de segregación social es una gran potencia para generar organización popular anticapitalista.

En definitiva, poner la segregación en el centro de la lucha puede generar espacios de organización y apoyo mutuo para subvertir su perverso objetivo: mantener a la clase trabajadora dividida y compitiendo entre sí. No podemos defender una escuela pública segregada.

Daniel Montañez y Alicia del Río.
Extraído de www.elsaltodiario.com

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