El texto que reproducimos a continuación, está extraído del blog Equilibrismos. Disfrutando del alambre y sus contradicciones, jugando al funambulismo libertario. Publicado el 10 de agosto, es la continuación del texto que apareció el 23 de junio, y en él continúan analizando la realidad de Madrid, pero esta vez centrándose en las problemáticas y contradicciones que están afrontando y van a afrontar los/as recién llegados a las instituciones.
A partir de ahora
Como todo el mundo en Madrid sabe, Ahora Madrid es una mezcla, llamadlo confluencia si queréis, compleja entre diferentes sectores que apuestan por el “asalto institucional”:
1. Unos sectores procedentes de los movimientos sociales madrileños, concretamente de la evolución de cierta área de la autonomía de los 90, a las que podríamos llamar las “municipalistas”.
2. Otros procedentes de Podemos, en dónde si bien hay activistas de los movimientos sociales, el grueso es más cercano a la izquierda “extraparlamentaria” (Izquierda Anticapitalista) y, digan lo que digan, siguen siendo más clásicos de lo que afirman.
3. Los sectores rebotados de IU Comunidad de Madrid. (Quien haya entendido lo que pasa con IUCM, que venga y lo explique, nosotras preferimos ni mirar).
Nuestra crítica en este artículo se centra sobre todo en aquellos sectores más cercanos a los movimientos sociales (los autodenominados municipalistas y algunas de las bases de Podemos) ya que, desde nuestra perspectiva, criticar a algunos de los grupos más cercanos a la cúpula de Podemos o a las facciones de IU que están en Ahora Madrid es ponerse a criticar a alguien que pretende traer a la socialdemocracia del reino de los muertos (Eso sí, con un precioso barniz post15M). Y esa labor creemos que se puede y se debe hacer, pero excede las pretensiones de este texto.
Estos sectores a los que va dirigida nuestra crítica, recordemos, justificaban la necesidad de la entrada en las instituciones del estado capitalista por la aparición de un “techo de cristal” que movimiento y movilizaciones eran incapaces de romper. A diferencia de lo que parece opinar la cúpula de Podemos, que ya dejó claro no contar con los movimientos sociales, para estos sectores, el acceso a las instituciones, además de permitirles intentar realizar políticas que palien algunas de las consecuencias más duras de la austeridad neoliberal, permitiría dar un impulso a dichos movimientos sociales. El cómo podría hacerse es algo que no han dejado del todo claro, pero aun así vamos a intentar hacer una crítica desde lo que entresacamos de sus propuestas en los siguientes puntos.
¿Un partido sin movimiento?
Como decimos, si por algo destacó al principio el llamado “asalto institucional” era por su hincapié en la necesidad de que la movilización en la calle continuase para que aquél pudiese funcionar. Desde el primer Podemos que se planteaba como una “herramienta de la ciudadanía” a la insistencia por parte de las municipalistas en la necesidad de un partido-movimiento. Estos sectores son totalmente conscientes de los riesgos que se asumen al entrar en las instituciones (el ejemplo de Los Verdes alemanes está en las mentes de todos, por no irnos a ejemplos clásicos más lejanos) y los aceptan como una necesidad. Para ellas, frente a los riesgos de ser “partido”, el “movimiento” actuaría de contrapeso crítico y fiscalizador.
Esta hipótesis queda seriamente dañada, al menos en Madrid, desde el momento en que las dimensiones institucional y movimentista quedan tan sumamente descompensadas. Los votos conseguidos por Ahora Madrid, en buena parte procedentes del PSOE, en ningún caso son proporcionales a la capacidad movilizadora o el tejido social que los sectores implicados tienen en la calle para ejercer el contrapeso necesario a la hora de aprobar y aplicar medidas (especialmente las más “radicales”). Se nos hace difícil que pueda superarse este punto de partida, incluso teniendo en cuenta eso que ellas llamanorganización colectiva y tendencialmente común de cualquier malestar.
Creemos que todas, ellas las primeras, somos conscientes de este problema y de algunas de sus más obvias consecuencias (¡Arriba esos arribistas, moviendo las manitas!), pero no estaría de más que se explicase cómo se va pretende gestionar, si es que se pretende, semejante descompensación.
Aguirrismo democrático
Antes del verano, cuando Ganemos era apenas un proyecto con el loco nombre de Municipalia, un par de equilibristas nos pasamos por una presentación del La Apuesta municipalista que, probablemente junto con Hipótesis Democracia de Emmanuel Rodríguez y la Carta por la
Democracia del Movimiento por la Democracia, puede considerarse uno de los manifiestos fundamentales que orientan y justifican intelectualmente el “asalto institucional” por un sector de los movimientos sociales. Tras la presentación mantuvimos un interesante debate con Pablo Carmona, cabeza de lista de Madrid en Movimiento a las primarias de Ahora Madrid y, a día de hoy, concejal en el ayuntamiento. Entre las muchas cosas que se discutieron, el asunto de la movilización desde las instituciones fue una de ellas. El ejemplo concreto que se nos puso fue, literalmente, cómo Esperanza Aguirre había conseguido generar, a través la Comunidad de Madrid, una nueva “sociedad civil” en Madrid favoreciendo a toda una serie de asociaciones conservadoras, think tank de derechas, a los colegios concertados (la mayoría en manos de la iglesia), a los grandes lobbys sanitarios a través de la privatización de los hospitales, etc.
Se nos dijo que, a través del dinero y otros recursos que se obtendrían al llegar a las instituciones, en aquel momento se decía “tanto ganando como perdiendo”, se podría desarrollar una especie de “aguirrismo democrático” que generaría una nueva “sociedad civil”.
Por supuesto, entendemos que hay un punto de provocación y de metáfora en todo esto, pero la idea de fondo está clara: el uso de los recursos institucionales para crear y/o fortalecer una red de organizaciones sociales.
El riesgo de que dichos movimientos y organizaciones nazcan y se desarrollen de forma completamente dependiente de las instituciones es alto. Por supuesto, esto limitaría la capacidad de crítica y de empujar desde fuera de las instituciones que, supuestamente, deben llevar a cabo dichos movimientos. Teniendo en cuenta que muchos de estos recursos determinarían no ya la actividad de dichas organizaciones sino, probablemente, el sustento vital de muchos de sus participantes, la cosa apunta a tormenta perfecta.
En el marco de una charla sobre Municipalismo en Ciempozuelos, el ahora famoso Guillermo Zapata, también portavoz de Ganemos Madrid, pone sobre la mesa. si bien no un mecanismo concreto de movilización, si al menos una motivación:
“Hay que plantear auditorías de la contratación pública porque te puedes encontrar con que entras en un municipio en el que ACS, constructora del señor Florentino Pérez en el caso de la ciudad de Madrid, tiene un acuerdo blindado con el ayuntamiento para la construcción de X, Y y Z durante 10 años. Y eso limita tus presupuestos, y la única manera que tú tienes de legitimar toda una serie de políticas a nivel ciudadano es decir: ‘Hola, cuando hemos llegado nos hemos encontrado esto. Esto nos impide hacer estos hospitales. ¿Y ahora que hacemos? Y eso no es una cuestión que se resuelve en la institución.”
Es decir, esencialmente lo que está planteando es utilizar la política de “herencia recibida” como acicate de la movilización y la construcción de unidad popular. Nada nuevo bajo el sol: “nosotros queremos cambiar las cosas pero no podemos porque…” Tengamos en cuenta que esta charla es de octubre de 2014 y que, de alguna manera, la incapacidad de maniobra que se podían encontrar al llegar al gobierno es algo que no les debería ser del todo sorprendente.
Otra posibilidad para permitir el desarrollo del movimiento sería la creación de nuevos marcos legales e institucionales que faciliten la movilización: por ejemplo, leyes menos restrictivas, etc. Desde las instituciones municipales (quizá no tanto desde las autonómicas) esta posibilidad parece limitada dadas sus competencias, salvo quizá en casos muy concretos (no por ello poco importantes) que puedan ser regulados por la ordenanza municipal, como por ejemplo la venta ambulante, a través de la cual se acosa a las personas migrantes.
Aunque este parezca, en principio, alejado de los sectores municipalistas, también nos encontramos el modelo dirigista del autobús-bocata que han practicado todos los partidos políticos (y sindicatos) en este país. Este parece ser el modelo preferido por la cúpula de Podemos, tan innovadores ellos, como ya demostraron con la Marcha del Cambio a finales de enero de 2015. Creemos que en este caso, las críticas son tan obvias que no merece la pena ni detenerse aquí.
Finalmente, nos encontramos con el uso del proceso electoral y las instituciones como herramienta para cambiar la distribución de simpatías en la población. Esta perspectiva se basa en la consideración de que lo electoral no es posterior a lo social, sino que lo electoral-institucional crea su propio movimiento (crea “pueblo”, de ahí la reivindicación del populismo). En este caso, ya no hablamos de movilización, sino de una lucha en el plano discursivo y de los apoyos o, por decirlo más claramente: VOTOS.
La entrada en las instituciones y el desarrollo de políticas capitalistas diferentes va a provocar una respuesta de los sectores que anteriormente las controlaban para paralizar y entorpecer los procesos. Esta respuesta puede tener diferentes formas: desde movilizaciones callejeras (las ha habido, pero ridículas) a ataques mediáticos tipoZapatagate. Basándose en esa concepción de la política que, mezclando a Schmitt y Laclau, tanto gusta en la cúpula de Podemos, lo que se plantea es utilizar el propio ataque o conflicto con las élites para unir al resto a su alrededor. El reciente Zapatagate, pero también el acoso y derribo mediático que sufrió Podemos entre finales de 2014 y principios del 2015, demuestra que no las tienen todas consigo y que, de hecho, ese enfrentamiento probablemente les hizo más daño que beneficio. Posiblemente la clave esté en no contar con un apoyo mediático incondicional (algo que podrían conseguir entrando en las instituciones accediendo a las TV públicas) ni con un cuerpo político “plebeyo” fuerte que, de hecho, es lo que se quiere crear. Sólo los inesperados resultados en algunas ciudades (Madrid se “ganó” por 10.000 votos, A Coruña por 4 votos, literalmente) y comunidades les ha hecho coger un poco de aire ahora mismo, aunque la última encuesta del CIS de Julio sigue mostrando la caída (ahora más o menos ralentizada) de Podemos desde sus máximos en diciembre de 2014.
Desobediencia institucional y legalidad
En algunos de los debates en los que nos hemos enfrentado con estos sectores así como en sus textos fundacionales se ha hecho una defensa de la “desobediencia institucional”. Por ejemplo, en el caso de Madrid, con su descomunal deuda, se nos habló de negarse a pagar, o de utilizar dicha baza para negociar, tal y como ha pretendido hacer Syriza estos últimos meses, con los resultados que todos conocemos.
Ada Colau ha lanzado la misma idea: desobedecer a leyes injustas. Incluso se nos ha planteado que si algún concejal tiene que ser juzgado y encarcelado por esta desobediencia, que así sea. Uhm, no sabemos cuál será la opinión de Manuela Carmena, orgullosa jueza y miembro del Consejo General del Poder Judicial de 1996 a 2001, pero unas declaraciones en El País dejaron entrever que lo mismo no está muy de acuerdo con eso de la desobediencia institucional. (“Pues yo obedecería a la justicia. Yo he sido una persona de la justicia y hasta el final digo que la justicia siempre tendrá la última palabra, claro que sí”). Igualmente, su mano derecha, Primera Teniente de Alcalde y concejal de Equidad, Drechos Sociales y Empleo, Marta Higueras dejó claro que ellas estarán “en la legalidad”.
Habrá que ver cómo se traducen estas diferencias de opinión en el seno de Ahora Madrid, pero cuesta creer que dado el “poder” (al menos simbólico, que sepamos) que ha alcanzado Carmena (que se le ha sido otorgado, en realidad) y lo poco dispuestos que deben estar los sectores más moderados de Podemos a este tipo de aventuras (al menos antes de las generales) esta estrategia vaya a ser aplicada a corto plazo.
El caso Zapata
Aunque quizás se desvíe del objetivo principal de esta valoración, había que comentar seguro la primera gran batalla de Ahora Madrid en este asalto institucional. Curiosamente, ésta no se libró ni en las instituciones ni en las calles, sino en los medios y las redes sociales. Y la perdieron.
En primer lugar resulta muy curioso que al equipo de comunicación de Ahora Madrid, experto en redes sociales, no se le ocurriese hacer una limpia de los TL de sus posibles representantes electos. Más aun teniendo en cuenta que la caza del tuit inoportuno es el deporte rey de buena parte de la izquierda en Twitter (cruzando, en muchos casos, todas las líneas de la demagogia y sin comprobar su veracidad). También puede ser que, simplemente, lo hiciesen y no se les ocurriese que la descontextualización de unas citas sobre chistes del holocausto en el contexto de un debate sobre humor negro podría tener tales consecuencias.
Por supuesto, no hay ni que decir que aquí lo de menos eran los límites del humor, era un pulso, un pulso mediático y ahí la “nueva política” tiene todas las de perder. Aunque cuenta con medios más o menos afines (eldiario.es, La Marea o incluso el propio Diagonal) con bastante relevancia en Twitter, fuera de Twitter están vendidos. Tanto Prisa como La Sexta apretaron el domingo por la noche y el lunes por la mañana, dejando muy claro lo que hay.
El punto crucial de todo esto estaba claro: si se cedía y se hacía dimitir a Zapata se mostraba debilidad y la primera pelea se perdía. Sin embargo, si se enrocaban y lo mantenían corrían el riesgo de parecer “como los demás”. En nuestra opinión aquí es crucial esa descompensación entre movimiento y resultados electorales. Buena parte del voto a Ahora Madrid es voto “prestado” del PSOE, una votante que lee El País y a la que sí le importa lo que diga Iñaki Gabilondo, una votante que, a lo mejor, no tiene acceso a esos medios y a esa parte de las redes sociales que trataban de defender como podían a Zapata. Sin defensa mediática y sin un apoyo cohesionado capaz de soportar la ofensiva en ese terreno la cosa pintaba mal.
Un compañero comentaba la jugada diciendo “Tener una parcela de poder sin tener las otras, como los medios de comunicación, es como tener el mando sin tener la Wii. Puedes simular que juegas.»
El concejal y el desahucio
Una de los motivos que siempre se han expuesto para criticar la participación institucional es el riesgo de cooptación de los movimientos sociales y de las luchas. El problema es que el apoyo institucional directo a los mismos acabe generando dinámicas en los que los intereses principales no son los de dichos movimientos sino los de las instituciones o los partidos que las ocupan. Dada la importancia que tiene en este ciclo de luchas el movimiento de vivienda, este es quizás el mayor riesgo.
Dejando a un lado, pero sin perder de vista, que en un desahucio lo primordial es evitar que la persona afectada se quede sin casa como objetivo inmediato y resolver la problemática de la vivienda a más largo plazo, la presencia de representantes institucionales plantea algunas cuestiones entre las que se incluye el riesgo de la posible cooptación del movimiento por la vivienda por parte de las instituciones. De momento ha sido en Barcelona donde la ya nueva alcaldesa participaba en la paralización de un desahucio, algo que no parece que haya sido muy mal visto por las plataformas de vivienda o las activistas, quizás porque no dejaba de ser la figura más visible de dichas plataformas. Igualmente, Colau también acudió a apoyar, ante la amenaza de desalojo, a los trabajadores de las subcontratas de Movistar que estaban ocupando el Mobile World Centre de Barcelona.
De forma distinta ha sucedido en Madrid, donde, a mediados de junio, el nuevo ayuntamiento actuaba de forma miserable al emitir un comunicado anunciando que habían paralizado un desahucio en Ciudad Lineal el que no habían aparecido y sin mención alguna a las personas que allí estaban poniendo el cuerpo. La Asamblea de Vivienda de Ciudad Lineal y Apoyo Mutuo Ciudad Lineal difundieron después uncomunicado explicando su visión de lo sucedido. Todo esto resulta aun más llamativo teniendo en cuenta que era el primer desahucio que se producía en Madrid desde que habían accedido a la alcaldía y la sensación entre algunos grupos de vivienda no pudo ser peor. En nuestra opinión, esto no es otro fallo más de política comunicativa, sino la muestra de que, pese a lo que algunos digan o quieran, Ahora Madrid ni es, ni podrá ser, la representación política de los movimientos sociales en lucha.
Al margen de este episodio, la presencia de algún que otro representante no ha trascendido al no tratarse ni de la alcaldesa ni de otras caras visibles.
La anunciada apertura de una Oficina Antidesahucios finalmente se ha concretado en otra decepción para el movimiento de lucha por la vivienda debido a que esta solo se propone hacer frente a los desahucios hipotecarios, minoritarios en este momento, además de presentar serias deficiencias fruto de su carácter burocrático como fue el caso de una mujer a la que no atendieron por ir sin cita, teniendo su desahucio al día siguiente. La sensación general de los grupos de vivienda que se han reunido ya con el equipo de gobierno es que es una iniciativa tremendamente limitada.
En este sentido nos ha parecido muy interesante la siguiente reflexión de un compa de OFIAM tras reunirse con la concejala del distrito:
Esta tarde nos hemos reunido con la concejala de Hortaleza. La reunión ha dado comienzo con una intervención donde se enumeraban las primeras medidas para afrontar el problema de la vivienda en esta city, que básicamente se resumen en tres puntos: apertura de una oficina de mediación hipotecaria, la paralización de los desahucios de la EMVS y la petición de vivienda a las entidades bancarias para la creación de un fondo de vivienda social. Desde la OFIAM, le hemos replicado que estas medidas están muy bien de cara a la galería, pero no son ni por asomo un pequeño paso para hacer frente a esta trágica realidad. Además, le hemos informado que entre nosotras, si la familia ha permanecido en la asamblea hasta el final, 1) hemos paralizado los desahucios de las entidades públicas, 2) no hemos tenido ningún desahucio hipotecario, y hemos arrancado a entidades bancarias acuerdos prácticamente únicos en todo el Estado. Es decir, un proceso de autoorganización vecinal prácticamente marginal (apenas medio centenar de personas en un barrio de varios miles de familias), ha alcanzado ciertas líneas rojas similares a las marcadas por el nuevo gobierno. Además, el Ayuntamiento aún no se ha pronunciado sobre dos realidades que acaparan la mayoría de las órdenes de expulsión de una vivienda: okupas e inquilinos, las cuales son mayoría en nuestro pequeño colectivo.
Al hablar sobre alternativas habitacionales, nos ha informado que las cuatro (!!!) casas con las que contaba la Junta de Distrito ya han sido entregadas, y hasta que los bancos no den el paso de entregar de forma voluntario viviendas a esta especie de fondo, la solución son los albergues municipales. Evidentemente, desde la OFIAM, de una forma u otra, los pisos que se han gestionado son muchos más, es decir, se han realojado a más familias que la propia Junta de Distrito en estos años.
No dudo de la buena voluntad del nuevo equipo de gobierno, de hecho, me han parecido de lo más cordiales y atentos, pero es todo muy absurdo. Habrá cambios, pero serán mínimos, la falta de ambición y riesgo, y la obsesión por limitarse a actuar dentro de la legalidad vigente, no permite el margen de maniobra necesario para producir cambios significativos en nuestras realidades. Se ha pedido un sacrificio a los movimientos sociales para apostar por una vía que, en nuestro ámbito, se marca unos objetivos por debajo de los conseguidos por procesos de lucha colectiva.
Nos han llamado a una reunión para básicamente respondernos constantemente que no pueden hacer nada, que no es de su competencia.
Qué sucederá con el actual movimiento por la vivienda dependerá de las decisiones que se tomen desde los ayuntamientos pero, sobre todo, del camino que se quiera emprender por parte del mismo movimiento, bien dirigiéndose más hacia lo institucional, bien manteniendo una postura de independencia. Veremos cómo repercute cada una de esas decisiones sobre la realidad de la lucha por la vivienda, que hasta ahora está siendo uno de los ejemplos más dignos de lucha contra la miseria capitalista.
“Mandar obedeciendo”, si eso ya tal
Cuando empezamos a escribir este texto, teníamos pensado esencialmente plantear cómo a nadie “se le había ocurrido” someter a algún tipo de mecanismo participativo cosas como el acuerdo con el PSOE en Madrid (o al menos una simbólica ratificación plebiscitaria)[1],, o la ratificación del acuerdo con el Mobile World Congress en Barcelona. También íbamos a sacar ese “ligero detalle” de que ahora en los carteles de Ahora Madrid convocando asambleas en los distritos ponga “Gobernar escuchando” y no “obedeciendo”.
Pero, ay amigas, en esas apareció la muy querida Manuela Carmena dejando tras de sí un reguero de jugosas declaraciones que, seamos justos, han dejado boquiabiertos y muy cabreados a ciertos sectores de Ahora Madrid. Claro, al final pones a una jueza de cabeza de lista y ¿qué puede salir mal?
En realidad, desde que se planteó lo del “asalto” institucional siempre criticamos lo del “mandar obedeciendo” por inviable. Una cosa son las comunidades zapatistas de Chiapas y otra cosa las instituciones municipales capitalistas de Madrid. Igualmente, no es lo mismo un pueblo de 50-100 habitantes, donde al menos existe la posibilidad teórica de una utilización asamblearia de las instituciones, que una megaurbe como Madrid. El problema del “mandar obedeciendo” es, obviamente, cómo consigues que los que manden obedezcan. Generalmente este problema se plantea en términos técnicos, es decir, en cómo, a través de qué mecanismos participativos, el mandatario puede recoger la voluntad de aquellos de los que es delegado (que no representante). Sin embargo, el verdadero problema no es tanto técnico (que existe) sino político, es cómo le obligas a obedecer en caso de desacuerdo (en caso de que, ¡oh, sorpresa!, la dinámica institucional le lleve a no compartir los intereses del resto) cuando la ley está de su parte para no tener que hacerlo. En estos casos, a veces se nos ha dicho, jocosamente claro, que “a hostias”, lo cual, aunque interesante y puede que hasta edificante, no es tampoco una solución carente de problemas. De hecho, a unas malas, esto es algo que también se podría hacer con cualquier representante político, sea o no partidario del “mandar obedeciendo”.
La otra estrategia de la tensión
A lo largo de las últimas entradas hemos dejado claro que nuestra perspectiva a largo plazo es la abolición del estado, el capital y el patriarcado y su sustitución por formas de vida en común más justas e igualitarias. También que nos encontramos bastante lejos de una situación tal y que, por tanto, debemos buscar vías que, de alguna forma, faciliten dicha posibilidad.
A corto plazo, Equilibrismos apuesta por una recuperación de la acción colectiva lo que implica partir de una autocrítica de ciertas prácticas, desde al menos una completa autonomía e independencia, cuando no enfrentamiento, con las instituciones (insistimos: instituciones del estado capitalista).
Ahora bien, esto no significa que no debamos ajustar nuestras tácticas a esta nueva situación. Es un debate necesario dentro de los ámbitos libertarios y, hasta donde sabemos, es un debate que no se está teniendo públicamente. Entendemos que hay sectores para los cuales este (re)cambio en quién ocupa las instituciones no tiene mayor importancia, pero a nosotros nos cuesta creer que sea así: sea para bien o sea para mal.
Por ejemplo, muchos sectores de los movimientos sociales, siendo escépticos o incluso contrarios a la participación institucional, no dejan de esbozar una sonrisa ante el desalojo del PP y la victoria de Ahora Madrid.
El objetivo podría ser poner en marcha una (otra) “estrategia de la tensión” que aproveche la situación para reforzar la acción colectiva y los movimientos sociales sin perder autonomía y sin caer en la cooptación (aunque parece imprescindible asumir ese riesgo).
A bote pronto, y dadas las escasas competencias que tienen los municipios hoy en día, se nos ocurren varias posibilidades.
Okupación
Esta cae por su propio peso. El ayuntamiento posee numerosos locales vacíos, locales vacíos que pueden ser okupados y puestos a disposición de proyectos de todo tipo: centros sociales, locales libertarios, etc. Con este gobierno municipal probablemente te estés asegurando, en principio, una seguridad que antes no tenías. Parece poco probable que Carmena, con su pesado legalismo, o su mano derecha, Marta Higueras, vayan a mostrarse a favor de estas acciones. De hecho, parece que se han adelantado en este caso proponiendo la cesión de espacios propiedad del ayuntamiento para uso de distintos colectivos que ofrezcan un “rendimiento social”. Desconocemos a qué se refieren con semejante concepto, pero no parece difícil adivinar que los proyectos que se acojan a esta propuesta tendrán todo menos autonomía, pues desde el principio parece establecerse la necesidad de un rendimiento de cuentas ante el ayuntamiento. Por otro lado, un alto número de okupaciones de edificios públicos, sobre todo en según qué zonas, tensionaría la situación, obligándoles a posicionarse.
Okupar y dar vida a estos locales puede ser una buena manera de seguir demostrando a nuestras vecinas y compañeras la existencia de vida más allá de la institución y la legalidad, y más importante, demostrárselo. Ampliar nuestros espacios de autonomía va más allá de la okupación de espacios, por supuesto, pero puede ser una buena base desde la que proyectar esa estrategia de la tensión, pudiendo llegar a poner en una posición complicada a la alcaldesa y su equipo, algunas de las cuales proceden sin ocultarlo de espacios okupados como el Patio Maravillas.
Más allá de la Okupación
Al reflexionar sobre la posible estrategia de la tensión, nos dimos cuenta que okupar era una herramienta, pero que había que dar un paso más y no quedarnos simplemente con una solución que llevamos pregonando desde hace mucho tiempo y que a pesar de dar muchos frutos, la experiencia nos dice que también tiene sus límites.
Pensando sobre la necesidad de que la lucha de la vivienda digna y en contra de los desahucios no acabe tomada por las instituciones, nos dimos cuenta que una de las posibles estrategias para mantener la iniciativa desde la calle, es radicalizar las luchas que ya se vienen realizando.
Por parte de la PAH y el movimiento Stop Desahucios puede estar la opción de okupar viviendas del ayuntamiento cuando se estime necesario, sin tener que seguir el ritmo del ayuntamiento, o incluso okupar viviendas anteriormente propiedad del ayuntamiento y ahora vendidas a fondos buitres como medida para solucionar los problemas de vivienda y denunciar el expolio que sufrimos.
Por parte de luchas barriales como por ejemplo la pelea por la apertura de “la Quinta de Torre Arias”, puede llevarse otra estrategia distinta. Ahora mismo el ayuntamiento parece estar totalmente a favor de la lucha y de hecho realizó una inauguración simbólica de la Quinta a la espera de los permisos definitivos. Consecuencia de la posible victoria las vecinas podrían volverse a su casa y abandonar la lucha, incluso cuando aún no se ha abierto la quinta, pero lo que planteamos es lo contrario, que ahora las vecinas no solo apuesten por una apertura inmediata y real, más allá de las disposiciones legales, sino que se reapropien también del parque y construyan dentro de él, los espacios que consensúen (zonas de recreo, huertos urbanos…).
La policía municipal
Decía Baudelaire que la policía es el enemigo absoluto y ahora, una formación como Ahora Madrid, en parte procedente de los movimientos sociales y con pretensiones transformadoras está a punto de convertirse en responsable político de uno de sus cuerpos (la policía municipal) y, de este modo, responsable de todos los atropellos que este cuerpo cometa durante su mandato. Y estamos convencidos de que estos se seguirán dando, pues la policía no maltrata, identifica por el color de piel o ningunea a las detenidas solo porque se lo mande el PP, sino porque es la policía. La denuncia y seguimiento de este tipo de acciones cobra en este momento más importancia al poder exponer uno los posibles límites con los que se encuentren en el nuevo ayuntamiento y, en general, todas aquellas fuerzas del asalto institucional. Por otra parte, tampoco esperaríamos que desde el ayuntamiento se produzcan grandes transformaciones en la labor de la policía municipal, precisamente por la defensa de la legalidad a toda costa. Qué ocurrirá con las UCS, los antidisturbios municipales, sigue siendo todavía una incógnita, aunque no podemos ocultar que nos alegraríamos si desapareciesen.
Pretender hacer una policía más democrática o menos represora parece cuestionable en el momento en que con su simple existencia nos están jodiendo la vida.
Por supuesto, seguimos pensando que aunque ciertas tácticas puedan beneficiarse de la llegada de fuerzas de izquierda, populares, de cambio, etc. a las instituciones, es importante, quizás más que nunca, seguir desarrollando una labor militante fuera de ellas, tratando de reforzar las luchas y las estructuras autónomas de base, intentando evitar la cooptación (intencionada o no) y, sobre todo, evitando caer en la ilusión de quien promete que el cambio puede llegar a través de un uso menos malo de las instituciones y de las leyes.
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[1] Algo que sí se hizo en Gijón, en la que la consulta ciudadana resultó en el rechazo a que la candidatura municipalista pactase con el PSOE para echar al PP. Como suele ocurrir cuando no sale “lo que tiene que salir”, buena parte de la izquierda, incluidos sectores de Podemos, (generalmente cuñadeando desde fuera de Asturias) se echó las manos a la cabeza.