Este mes hemos charlado con una de nuestras editoriales amigas y con quien nos une un sentir anarquista y rebelde: Piedra Papel Libros. Quisimos hacerles esta entrevista para celebrar su décimo aniversario, ya que tantas veces hemos recomendado algunas de sus obras, y ellas nos distribuyen periódicos también allá donde se desplazan en ferias y encuentros editoriales. Pero este mutualismo encierra algo mucho más que intereses comunes, sino distintas versiones de un todo; desde nuestro medio alternativo y desde su editorial, tomamos responsabilidad en organizarnos para ser altavoz y divulgadores de luchas políticas y cultura libertaria. Nos une ese mundo nuevo que llevamos en nuestros corazones.
¿Qué motivaciones personales, políticas y culturales os llevaron hace diez años a lanzar el proyecto editorial Piedra Papel?
Pues no os creáis que fue un proyecto demasiado pensado al principio. No había una serie de objetivos marcados ni una intención explícita de transformar desde el ámbito editorial o intervenir políticamente a través de la cultura. Se trataba, más bien, de generar un espacio donde poder pensar detenidamente en algunos textos, autores y temáticas que nos interesaban personalmente, y poco más. De hecho, como no teníamos demasiada conexión con el mundo de la edición, arrancamos el proyecto publicando pequeños fanzines y textos cortos que, a día de hoy, todavía siguen en el ADN de Piedra Papel.
Contadnos cuántas obras habéis editado en esta década de existencia y cuál ha sido vuestra evolución y algunos momentos relevantes en vuestro recorrido editorial.
Actualmente tenemos 67 títulos vivos en nuestro catálogo. La evolución ha sido muy orgánica, la verdad. Poco a poco hemos ido haciendo mejor las cosas. Todo es en base a mucho autoaprendizaje, mucho ensayo error y, sobre todo, mucha paciencia y ganas. Si echamos la vista atrás, el proyecto ha crecido bastante, ya no solo por el número de títulos en catálogo, sino por el número de puntos de venta, eventos en los que participamos e iniciativas que impulsamos. Finalmente, si tuviéramos que quedarnos con un momento clave, sería, sin duda, la incorporación de Araceli al proyecto, algo que tuvo lugar en un momento en el que Piedra Papel no podía continuar con su actividad por la falta de tiempo de Juan. Eso supuso un punto de inflexión que, por un lado, garantizó la viabilidad de los proyectos editoriales que en ese momento teníamos en mente, y, por otro, permitió tejer una pequeña red de distribución directa que permitía que nuestros textos tuvieran una colocación decente.
En el panorama político y editorial actual, ¿qué creéis que se puede aportar desde la edición alternativa y qué espacios deben conquistarse políticamente?
Si entendemos alternativa como autonomía, que es como lo enfocamos nosotras, creemos que la pelea puede estar en construir, poco a poco, un espacio editorial que pueda servir como herramienta múltiple a los colectivos en lucha contra el capitalismo. Nosotras, además, que nos reconocemos en la tradición libertaria ibérica y en su herencia cultural, tenemos muy en cuenta la importancia de poner en pie herramientas de autogestión cultural que ayuden a sostener comunidades en lucha y que, en cierta forma, disputen la hegemonía cultural al poder. Necesitamos genealogías propias, textos que asienten debates, libros que ayuden a levantar imaginarios de construcción colectiva y, sobre todo, editoriales que entiendan que tenemos que trabajar en redes de afinidad que valoren el trabajo puesto en pie por nuestras imprentas, nuestras librerías, nuestras autoras, nuestras bibliotecas sociales… En todo lo que escapa del circuito comercial del libro. Son esas iniciativas las que han de multiplicarse, teniendo en cuenta, ojo, que estos proyectos no han de estar nunca aislados de las luchas, ni han de convertir el libro en un fetiche reverenciable. Lo importante es lo que hacemos juntas.
Por último decidnos qué planes de futuro tenéis en la editorial y algunas últimas reflexiones que queráis compartirnos.
Pues pensamos en el futuro de manera calmada. Ni nos obsesionamos con ponernos objetivos ambiciosos ni desligamos el proyecto editorial de nuestros tiempos de trabajo y militancia, con lo cual acabamos siendo bastante realistas y prácticos. Lo principal para nosotras es que el proyecto siga teniendo sentido en sí mismo, que nos aporte alegrías y que todo el tiempo de trabajo que invertimos en él, nos sea provechoso a todos los niveles. Para nosotras, por ejemplo, es importante que nuestro proyecto editorial se consolide, no solo para garantizar la viabilidad de mismo, sino para ampliar el eco de nuestros textos y, si se puede, desbordar su previsible incidencia social. Somos una editorial pequeña, claro que sí, pero sabemos que si se trabaja bien y no se pierde la vista de lo que importa, se pueden mover cosas positivas para el común, consiguiendo que nuestro trabajo editorial ponga su granito de arena en procesos sociales que van mucho más allá de la mera lucha cultural. Es algo que vivimos desde hace años con el tema del deporte popular o el memorialismo libertario.
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