Para la sección de herramientas de este mes hemos creído interesante dar cabida a un tema tan patente en nuestro día a día (por desagradable que sea) como es la represión, esa situación que nos acompaña (y siempre lo ha hecho) en nuestro camino por tratar de cambiar el mundo que nos rodea. En esta ocasión, este acercamiento lo haremos de la mano del Grupo Anarquista Pulso y las jornadas que están preparando para comienzos de septiembre aquí en Madrid. Sin más, les cedemos la palabra.
Cuando buscamos información acerca de la seguridad y la represión o revisamos nuestras propias experiencias personales y grupales en torno a estos temas, nos damos cuenta de que carecemos de un discurso claro, serio y coherente sobre la naturaleza y el rol de las fuerzas de seguridad del Estado y nuestros métodos de autodefensa. Frecuentemente evadimos la cuestión mediante clichés y expresiones emocionales primarias sin mucha reflexión. En otras palabras, en torno a la policía, el ejército y otros organismos represivos nos sobra macarreo o ingenuidad, y nos falta un posicionamiento político profundo y racional, defendible fuera de las fronteras de nuestros espacios.
Nuestra oposición a los cuerpos de “seguridad” del Estado pasa por asumir la represión por parte del mismo dado que nuestra intención es destruirlo y la suya es mantener el orden tal y como está estructurado. Por ello queremos huir del victimismo a la hora de difundir nuestras ideas y al apoyar a nuestros compañeros cuando son reprimidos.
Nos preocupa la ingenuidad con que tan a menudo las personas y los colectivos rebeldes nos enfrentamos al poder y observamos una frecuente polarización del problema en forma de negación-pasividad, o al contrario, una obsesión-paranoia que invade la militancia. Y sentimos que, aunque frente a los casos de represión florece la solidaridad y el apoyo en el plano personal, estamos lejos de haber logrado dar forma a una respuesta política seria hasta la fecha.
Creemos que podemos hacer más por protegernos y proteger a los nuestros haciéndonos conscientes de los riesgos, prestando atención a la cuestión de la seguridad como un elemento más cuando desarrollamos nuestra actividad. Así podemos incorporarla a nuestras asambleas, planificación de acciones, manifestaciones, conversaciones formales e informales, comunicación, difusión, procesos de información… pero también a nuestras relaciones con los demás y, en general, a nuestra manera de vivir las luchas.
En conclusión, nos parece necesario afrontar el reto de construir una cultura de la seguridad que nos permita trabajar sin bloquearnos, incorporando prácticas que permitan reducir los riesgos sin olvidar que, aún tomando las medidas que estén en nuestra mano, siempre tendremos que asumir una cierta inseguridad que está fuera de nuestro control, para cuyas consecuencias también sería lógico aprender a preparase.
En este sentido, tras un proceso de debate, queremos plantear para la reflexión colectiva, una serie de herramientas que pensamos que tenemos a nuestro alcance para empezar este proceso de toma de conciencia y puesta en práctica:
· Podemos dotarnos de los conocimientos técnicos y legales que nos permitan prevenir gran parte de las bajas que sufrimos. Tenemos la capacidad de incorporar una serie de hábitos en nuestro día a día que nos ayuden a evitar situaciones de riesgo innecesarias. Algunos mecanismos que creemos que pueden ayudar son: la evaluación a priori de nuestras posibilidades y límites respecto a nuestros objetivos; el análisis de las técnicas, los puntos débiles y las ventajas del enemigo y de las consecuencias probables de nuestros actos; la anticipación de las implicaciones para uno, para el entorno y para la causa en sí que tendrán nuestros actos. Hecho esto, creemos que podremos actuar en consecuencia adaptando nuestra conducta o exponiéndonos, si así lo decidimos, pero fruto de un proceso racional y habiendo sopesado ventajas e inconvenientes…
· Por otra parte, hay un trabajo más interpersonal que tiene que ver con hábitos y conductas en lo que se refiere al compañerismo y la comunidad en que nos relacionamos, que puede ser decisivo a la hora de evitar la represión y también de enfrentarla una vez ha sucedido. Se nos ocurren algunos ejemplos: cuidar a los demás, preocuparnos por ellos, agudizar los sentidos y detectar el agotamiento y la frustración o los sentimientos de culpa en nuestros compañeros, evitar el cotilleo, la crítica destructiva que en ocasiones puede exponer a otros, o sembrar desconfianzas, anteponer la seguridad al afán de protagonismo, mejorar la eficiencia de nuestras acciones que eviten los sentimientos de ‘estar quemado’ que pueden debilitarnos y hacernos bajar la guardia, crear un clima de confianza y respeto entre nosotros, construir redes de solidaridad y llevar las campañas más allá del gueto político recurriendo a la empatía desde la honestidad de la que hablábamos antes…
Pero aún hay un aspecto más que queremos compartir:
No queremos cerrar esta reflexión sin aludir al hecho de que todos necesitamos sentirnos seguros: confiar en nuestro entorno. El término ‘seguridad’ proviene de securitas del latín y puede referirse a la ausencia de riesgo o también a la confianza en algo o alguien. En este sentido nos parece ineludible la tarea de evaluar qué nos hace sentir seguros y qué nos produce inseguridad tanto a nivel individual como colectivamente, y creemos que esto es una parte imprescindible de la construcción de eso que hemos llamado cultura de la seguridad.
Como leíamos hace tiempo, desde nuestro punto de vista “no se trata de elegir entre dos formas de opresión, una desregulada, obediente a ‘los mercados’, y otra ‘sostenible’, articulada por ‘la gobernanza’ y la ‘participación’, sino de abolir toda opresión» .
El Estado y sus cuerpos de ‘seguridad’ encarnan para nosotros esta opresión. Creemos que somos capaces de proveer la dirección a nuestra propia seguridad, e igual que en el resto de aspectos de nuestra vida, no queremos usurpársela a los otros ni delegar en ellos esta responsabilidad, sino construir nosotros mismos la confianza y mantener el riesgo bajo control con nuestros propios medios, y sobre la base de la equidad y la horizontalidad.
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