Las buenas y malas víctimas del feminismo
Las víctimas que no son suficientemente buenas como para reconocerlas y luchar también por ellas. La ecuación es sencilla: una buena víctima debe ser principalmente blanca, preferiblemente nativa, de clase acomodada y a ser posible con estudios o en formación, en una franja de edad ni excesivamente joven ni demasiado mayor, y por supuesto heterosexual.
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