En el año 2017, desde el 8 de noviembre hasta el 31 de diciembre, casi la mitad de la población del estado español hemos estado trabajando gratis. Eso supone casi dos meses de sueldo menos que la otra mitad, masculina. Porque las que trabajamos gratis somos nosotras, mujeres. El patriarcado impregna todas las esferas de nuestra vida, incluyendo la laboral, y uno de sus exponentes más claros es la brecha salarial: las mujeres, por el hecho de serlo, cobramos menos que los hombres (concretamente, casi dos meses).
No nos pensemos que el mecanismo por el que opera esta brecha salarial es tan burdo como para que al firmar nuestros contratos laborales, haya un modelo para hombres y otro para mujeres en el que se nos descuenta ese 15% de sueldo respecto al de nuestros pares masculinos[1] (datos de 2015). Los mecanismos por los que opera esta desigualdad son más sutiles, y por ello más complejos de tratar.
En primer lugar, el más evidente: Somos nosotras las que nos concentramos en los sectores de mayor precariedad. Existen una serie de “trabajos de hombres” mucho mejor valorados (y por ello mejor remunerados), por ejemplo aquellos relacionados con ingenierías o TIC, donde la presencia masculina es predominante. Por otro lado, están los “trabajos de mujeres”, a menudo eclipsados en segundo plano pero que permiten que todos los demás se desarrollen: ¿quién se encarga de la limpieza en tu puesto de trabajo? Y entre un programador y una limpiadora, ¿quién crees que cobra más? Así, esta desigualdad de género se entremezcla con la de clase, siendo necesarias tener ambas en cuenta en el ámbito de lucha laboral.
Existe otro mecanismo intrínsecamente imbricado con la construcción de nuestra sociedad y es que somos nosotras las que nos encargamos de la esfera de los cuidados. Seguimos realizando la mayor parte del trabajo doméstico (105 minutos al día más que los hombres[2]), y somos nosotras las que renunciamos a nuestra carrera profesional por responsabilizarnos de nuestro entorno: ¿quién se dedica a la crianza? ¿quién coge una excedencia para cuidar a sus ancianas? Del mismo modo, somos nosotras las que no llegamos a alcanzar trabajos mejor remunerados o respetados por incompatibilidad con nuestras responsabilidades en los cuidados. Es a nosotras las que se nos hace elegir entre cuidar de las nuestras o nuestros proyectos laborales, nunca a los hombres.
En nuestra sociedad capitalista, siempre son las más pobres las que se ven expuestas a mayores miserias. La brecha salarial sirve para reforzar las estructuras patriarcales de una sociedad en la que la independencia económica define las relaciones. Sin dejar de luchar por el fin de las estructuras patriarcales y la sociedad capitalista, la desaparición de la brecha salarial debe ser uno de los principales objetivos del feminismo en el ámbito laboral.
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[1]http://www.ugt.es/SitePages/NoticiaDetalle.aspx?idElemento=3293
[2]http://www.eldiario.es/nidos/brecha-domesticas-mujeres-dedican-hombres_0_691181621.html
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