Donde pongo el ojo… pongo la fotografía libertaria

Las innovaciones técnico-científicas del siglo XIX permitieron obtener en Francia las primeras imágenes fotográficas empleando una cámara oscura, añadiendo lentes ópticas y objetivos, así como la utilización de papel tratado con cloruro de plata en las primeras imágenes negativas. Ya a finales de ese mismo siglo, concretamente en 1880, el Daily Graphic de Nueva York fue el primer periódico en incluir una fotografía en su diario, y desde ese momento el periodismo ha integrado la imagen en el relato de sucesos.

Aunque el desarrollo fotográfico también estuvo vinculado a las vanguardias artísticas, será el periodismo fotográfico el que internacionalice esta herramienta, y especialmente ligado a los conflictos políticos o las confrontaciones bélicas a gran escala. El papel de fotoperiodistas ha sido vital para registrar la historia de acontecimientos como la Guerra Civil española y la Revolución Social de 1936. Cuando los documentos escritos son eliminados, o no dejan una constancia verídica de los hechos, las imágenes pueden contener una vital importancia para reconstruir la memoria. Una exposición en Barcelona actualmente recupera el legado fotográfico de la CNT donde se muestra la huella del archivo revolucionario escondido durante décadas y se redescubren fotografías completamente inéditas.

El Archivo Fotográfico de Barcelona y el Observatorio de la Vida Cotidiana, en colaboración con la Fundación Anselmo Lorenzo y el Ateneu Enciclopèdic Popular, presentan la exposición ‘Gràfica anarquista. Fotografia i revolució social. 1936-1939’. Un vistazo imprescindible al fondo fotográfico de la Oficina de Información y Propaganda que la CNT-FAI creó en la ciudad de Barcelona durante el periodo con el objetivo de coordinar y expandir el nuevo imaginario de la revolución social en el contexto del combate contra el fascismo. Las fotografías de Kati Horna, Margaret Michaelis, los hermanos Pérez de Rozas, Antoni Campañà, así como otras de autoría desconocida, nos muestran la perspectiva luchadora y comprometida en el sueño por un mundo nuevo en sus corazones y confirman el peso histórico del anarcosindicalismo en Barcelona.

Gran parte de este legado histórico libertario ha tenido un periplo histórico digno de hacer una película, puesto que las fotografías salieron de España en 1939 en 43 cajas de fusiles Mauser, con destino a Holanda, fueron desviadas a Reino Unido para evitar que cayeran en manos del nazismo, y estuvieron encerradas durante casi 80 años. Esta exposición se debe en gran parte al hallazgo que hizo la historiadora del arte Almudena Rubio en 2016 en el Instituto Internacional de Historia Social de Ámsterdam de las fotografías perdidas de la Guerra Civil española que hizo la fotógrafa anarquista Kati Horna por encargo para la CNT-FAI, y que componían casi 500 negativos completamente ocultados hasta nuestros días.

Este archivo se consideraba completamente perdido, salvo una lata de negativos que la propia fotógrafa húngara consiguió llevarse al exilio mexicano y que se encuentra desde 1983 en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca, con escasa difusión de las mismas por parte de esta institución. También hace unos meses salió a la luz un archivo de más de cinco mil fotografías de Antonio Campañà sobre la Guerra Civil española, habían estado arrinconadas en el garaje de su hijo, y cada imagen estaba datada y reseñada. La propaganda a través de las imágenes tuvo una importancia muy relevante para los libertarios y libertarias de aquella época, que entendían la necesidad de recoger gráficamente aquella experiencia revolucionaria para un futuro. De esta manera, los espacios urbanos populares, los ateneos, las colectivizaciones agrarias, el control de las fábricas o el papel de colectivos como ‘Mujeres Libres’ quedaron reflejados en esta labor fotográfica.

Barcelona es posiblemente la ciudad del mundo en que el movimiento obrero anarquista logró una mayor importancia, hasta tal punto que todas las actividades económico-sociales desde julio de 1936 fueron colectivizadas. Las raíces, el desarrollo y los hitos del movimiento obrero en Barcelona tienen una gran riqueza; la intensidad de la lucha social desde finales del siglo XIX y hasta el estallido de la Revolución en 1936, hicieron que tomara el nombre de la Rosa de Foc.

La historia gráfica del anarquismo queda mejor estudiada gracias a estos descubrimientos y su difusión a través de esta clase de exposiciones, ayudando también a superar el estigma y acercando la historia del anarquismo de manera más justa a la sociedad. Un legado del que tenemos mucho que aprender, no solo las libertarias, sino los movimientos políticos actuales que no sabemos tejer profundamente un proyecto de transformación que impregne a toda la sociedad. Solo muere aquello que se olvida, y el desván de la memoria del movimiento obrero en Barcelona y otros lugares del territorio peninsular tiene una trayectoria demasiado grande como para dejarla morir.

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