“El reino marroquí no reconoce la soberanía de los enclaves españoles en el Norte de África y se refiere a ellos como «los presidios», pues eso fueron durante casi cuatrocientos años: cárceles. Y a pesar de haber cambiado su estatus legal a través de los años, eso siguen siendo a ojos de cualquiera que cruce sus infranqueables muros. Melilla es una cárcel rodeada por una valla de 12 kilómetros.
Es el sueño de miles de migrantes que esperan utilizarla como trampolín de entrada a Europa: malienses o sirios que escapan de la guerra, argelinos y otro sin fin de nacionalidades utilizan esta ruta cara al ‘sueño Europeo’. Pero nadie quiere quedarse en Melilla, y una vez que entran, el presidio se convierte en una pesadilla para muchos”.
Así comenzaba un artículo aparecido el pasado 28 de mayo en eldiario.es, que informaba de la muerte unos días antes de Oussama, un chaval marroquí, al precipitarse por el acantilado del faro de Melilla. Intentaba llegar al puerto para tratar de subir de polizón a uno de los barcos que parten hacia la península, pero los accesos más fáciles están controlados permanentemente por la policía y los más peligrosos –como el que utilizó Oussama- lo son ahora todavía más desde que, unos días antes de las elecciones municipales, se instalara una nueva valla en la zona dificultando el acceso.
Decenas de niños/as y jóvenes marroquíes se encuentran en la misma situación en la que estaba Oussama. Son los/as llamados/as Menores Extranjeros No Acompañados (MENA), y se calcula que constituyen el 5% de las personas que llegan al Estado español por la frontera sur. Tras lograr entrar en la Ciudad Autónoma, la legislación española impide expulsarles (aunque las devoluciones ilegales a Marruecos sigan produciéndose en muchas ocasiones), por lo que la Administración hará lo posible por deshacerse de ellos/as cuanto antes tratando de determinar su mayoría de edad mediante pruebas radiológicas, a pesar de que el Tribunal Supremo haya determinado en varias sentencias que, existiendo un documento de identidad que identifique a la persona como menor de edad, no se le puede someter a pruebas complementarias para determinar la misma.
Si se determina que no han cumplido los 18, los/as chavales/as serán trasladados/as a un centro de menores como el de “La Purísima”, que ha sido denunciado repetidamente por asociaciones como Prodein, según la cual en este centro “existe maltrato, amenazas y torturas por parte de los que dicen ser educadores, carencias materiales y alimentarias, falta de información, falta de asistencia sanitaria y falta de escolarización”.
Como es obvio, esta situación no es la que buscaban estos/as niños/as cuando decidieron jugarse la vida para encontrar un futuro mejor en la “tierra prometida” europea, y por ello su reacción suele ser escaparse del centro y vivir en la calle, buscando el momento para, como Oussama, intentar colarse en un barco de carga o esconderse en los bajos de un camión rumbo a la península.
La respuesta de las autoridades demuestra una vez más que, antes que menores, son considerados/as migrantes ilegales: más policía, más vallas, más palizas y, en ocasiones, devoluciones a los centros de menores.
El día 27 de mayo, cuando se conoció la muerte de Oussama, sus amigos/as y compañeros/as de la calle decidieron de forma espontánea decirle adiós reuniéndose en el lugar en el que perdió la vida y desplegando algunas pancartas, acompañados/as por miembros de Prodein. Un mes después esta asociación recibió una multa de 1.500 euros por no haber comunicado la concentración y por alteración del orden público. Y es que la muerte de un chico abandonado primero y acosado después por las instituciones “democráticas”, no es lo que altera el orden público – al fin y al cabo, sólo es un muerto más en ese mar cada vez más manchado de sangre-. Lo que lo altera es que esa muerte sea llorada y visibilizada, que sus culpables sean señalados.
Parece ser que Oussama acababa de cumplir los 18 años. Si hubiera decidido quedarse en el centro de menores, ya habría comenzado su batalla contra la repatriación y la miseria. La mayoría de los/as chicos/as terminan su minoría de edad solamente con permiso de residencia y no de trabajo, aunque en muchas ocasiones incluso se les extingue automáticamente el permiso de residencia al cumplir los 18 “porque cesan las causas por las cuales se lo dieron”, y se les imponen trámites y condiciones imposibles para conseguir los papeles. Además, los años de tutela institucional les convierten en analfabetos/as funcionales, ya que todo se les ha dado hecho y no se les ha permitido ser autónomos/as ni tomar decisiones, quedando muchas veces incapacitados/as para administrar su propia vida. La mayoría termina en la calle. Menores o adultos/as, siguen siendo migrantes y pobres. Las fronteras no terminan al saltar la valla.
Dejadnos crecer. Menores migrantes bajo tutela institucional
Varios autores, Nuria Empez (coord.) Virus editorial. 2014. 304 páginas.
Una llamada general a seguir de cerca la situación de este colectivo de niños, niñas y adolescentes autónomos y audaces que, después de cruzar las fronteras, encuentran en Europa infinidad de trabas legales y sociales, que dificultan su proyecto migratorio y un futuro tantas veces soñado en sus países de origen.
Tratados como migrantes más que como niños, niñas y adolescentes, los denominados Menores Extranjeros No Acompañados (MENA) transitan por un sistema que los marca y aísla, y no los dota de herramientas para un futuro digno. Tras intentar quitárselos de encima con pruebas radiológicas, caminan un itinerario que, muy a menudo, los condena a la marginalidad.
Dejadnos crecer intenta franquear desde una perspectiva multidisciplinar esa enorme barrera que rodea la realidad de los menores migrantes en el Estado español. Los entresijos del sistema de protección a la infancia, la realidad de los centros de acogida y el abandono institucional al cumplir 18 años, son el crudo hilo argumental de estos textos, redactados tanto desde el ámbito académico como desde la experiencia del trabajo social y el activismo. Quienes escriben han apostado por adentrarse en la compleja trama que rodea a este grupo de jóvenes y compartir camino, apoyándolos y aprendiendo de ellos.
De niños en peligro a niños peligroso.
Comunicado de PRODEIN y Asociación Harraga.
Puedes descargar el comunicado en https://www.todoporhacer.org/comunicado-de-ninos-en-peligro-a-ninos-peligrosos
El miércoles día 9 de marzo un grupo de gente adulta se organiza para ir tras los niños que viven en la calle en Melilla, armados con esprays pimienta, bates de béisbol, pistolas –supuestamente de fogueo-, hierros, cuchillos y palos con clavos teniendo como objetivo propinar palizas a los chavales. Yendo a los lugares en los que duermen y esperándolos en espacios por los que habitualmente están.
Estos hechos se han repetido durante los días jueves 10, viernes 11, sábado 12, domingo 13 y lunes 14 de marzo.
Por lo que dicen los niños, es que hay varios grupos de gente que se dedica a ir de ‘caza’
tras los chavales, de diferentes barrios y zonas de la ciudad. La mayoría acuden encapuchados y en vehículos para agredirlos y huir sin ser interceptados.
Estos hechos los hemos denunciado a través de las redes sociales la Asociación Harraga y la ONG PRO.DE.IN. y se ha puesto en conocimiento de las autoridades pertinentes ya que los niños se encuentran en absoluto desamparo, estado de vulnerabilidad y desprotección, siendo perseguidos brutalmente. Las consecuencias hasta el momento son
un brazo roto y varios cortes.
Por un lado, en la red social “Facebook” en concreto en diferentes grupos ‘ciudadanos’
privados como Denuncias ciudadanas de Melilla “el regreso 2”, Denuncia skatepark
– Melilla, Denuncias ciudadanas y sus mentiras y, Denuncias ciudadanas democráticas de Melilla felicitan a los grupos organizados que se dedican a perseguir a los niños para propinarles palizas, incitando al odio y a la xenofobia así como a la violencia.
Por otro lado, los periódicos locales como son El Faro y Melilla Hoy durante estos días se han dedicado a difamar y criminalizar una vez más a los niños, utilizando títulos en
portada indiscriminadamente afirmando palabras de la ONG PRO.DE.IN. que no son reales
y aportando información fuera de contexto, influyendo y favoreciendo de esta manera en el pensamiento existente en la ciudad al aportar información distorsionada y negativa sobre los niños.
Esta situación es inadmisible e intolerable, en los cientos de comentarios violentos y racistas existentes llegan a referirse a la película de “La Purga”, en la cual hay un día al año en el que cada persona puede matar a quien quiera sin repercusión alguna.
La situación vivida en la ciudad es realmente tensa, las persecuciones y palizas se siguen repitiendo. Esto no se conoce fuera de los 12km2 que tiene Melilla. Queremos dar voz a los que silencian, mostrar las injusticias que ocurren diariamente, como la gente de este lugar muestra su odio, incita a la violencia y no sufren repercusiones. Valorando que la situación cada vez es más grave y latente pudiendo desencadenar en consecuencias
aún más graves como puede llegar a ser una muerte.