Director: Euros Lyn. Netflix. Reino Unido. Serie dramática. 8 episodios.
La primera palabra que me viene a la mente al pensar en la serie Heartstopper es bonita. Es una serie preciosa, que nos trae una historia sobre la relación que va surgiendo entre dos adolescentes de un colegio de chicos de clase bien inglés. A lo largo de ocho capítulos de algo menos de 30 minutos de duración, nos sumergimos en un mar de dudas, tonteos, subidones y bajones emocionales, a fin de cuentas, la vida de un adolescente. La historia nos presenta a dos jóvenes: Nick, un chaval abiertamente gay, algo que le llevó a sufrir bullying el curso anterior, y Charlie, prototipo del canon de masculinidad heteronormativa, guapo, inteligente y deportista.
Si hay algo por lo que destaca la serie es por su capacidad de generar referentes positivos, espejos (diversos) en los que mirarse para afrontar la vida, más si cabe cuando hablamos de adolescentes. La historia narrada no es todo un camino de flores, pero nos presenta a unos personajes que dudan, que se equivocan, pero que viven en entornos que les permiten mostrarse como son, aprender y sentirse apoyados.
La historia está basada en la novela gráfica homónima escrita por la británica Alice Oseman, algo que se ve reflejado a lo largo de la serie a través de ciertos recursos gráficos importados del mundo del cómic que le otorgan a la narración un aire diferente. La novela va por el cuarto volumen, con un quinto previsto para el año que viene, al igual que la serie, que ya tiene confirmada su segunda y tercera temporadas. Ya hay ganas de verlas.