Pocos conocen la historia anarquista y sindicalista de la pequeña localidad sevillana de Herrera. Incluso, en la actualidad, la gran mayoría de sus vecinos la desconocen. Enclavado en la Sierra Sur sevillana y teniendo como vecinos los pueblos de Marinaleda y Estepa, el municipio herrereño era toda una referencia anarquista y masónica hace algo más de cien años.
En la década de 1890, Herrera cuenta con dos logias masónicas. Por una parte, la logia Minerva, compuesta por hombres, era partidaria de una educación laica y la realización de actividades relacionadas con el librepensamiento. Por otro lado, la logia Audacia suponía una rara avis. Este grupo masónico era uno de los pocos, existentes en Andalucía, de composición única y exclusivamente femenina. Toda una revolución.
A principios del XX, además de su actividad sindical, Herrera destaca también por el número de grupos libertarios. Así, en una localidad de unos 6500 habitantes convivían cuatro sociedades ácratas: Los Generadores, Los Incansables, Los Purificadores y Los Investigadores. Esta relevancia anarquista hizo que el municipio se ganase el sobrenombre de “la pequeña Barcelona” y se convirtiese en la trigésima ciudad española con más asociaciones anarquistas, superando a numerosas urbes con muchos miles de habitantes más.
En esta historia también adquieren importancia los flujos migratorios, pues cientos de herrereños acuden en estos años a trabajar de manera temporal en las minas de la provincia de Huelva. De hecho, todavía hoy quedan algunos descendientes de estos mineros en municipios como Nerva y existen familias conocidas con el mote de “los mineros” en la localidad sevillana. Esta fuerte emigración a tierras onubenses tuvo como consecuencia el aprendizaje, para unos, y la consolidación, para otros, de las ideas comunistas, anarquistas y sindicalistas debido al contacto con los trabajadores ingleses y la experiencia de estos en las fábricas británicas.
Por tanto, el fuerte carácter político existente en Herrera se debe a dos vías: la endógena, fruto de la conciencia social y de clase de los jornaleros y obreros, y la exógena, a consecuencia de la influencia, sobre todo, británica en las minas de Huelva.
Posteriormente, los grupos anarquistas anteriormente citados se unirán para una mayor fortaleza y crearán la Sociedad Agrícola “El Progreso” que, principalmente, concienciará y defenderá a jornaleros y trabajadores del campo. Unos años más tarde, en 1923, el periodista José Martín Arjona, figura destacada del anarquismo, crea junto a su compatriota Aquilino Medina la revista libertaria Renovación Proletaria y fundan el Primer Ateneo Obrero “Germinal”, llamado así por la obra del escritor francés Émile Zola. Germinal narra la lucha sindical en una mina, historia con la que se sentirían identificados cientos de herrereños.
El golpe de estado de Primo de Rivera y su intensa represión provocó la clandestinidad de las distintas asociaciones y la emigración de algunos herrereños, como fue el caso de José Martín Arjona. Este periodista se marchó a París y, desde allí, escribió su obra de teatro Cruces de Sangre, su “novelita” Madrina de guerra y dirigió un periódico desde donde fustigó a la dictadura y a la monarquía de Alfonso XIII. Tras unos años en Francia, Martín Arjona regresa a España y se instala en Madrid. Desde la capital, mientras trabaja como barnizador, colabora con diversas publicaciones de toda la geografía estatal como La Libertad, Generación Consciente, La Revista Blanca, ¡Despertad!, Tierra y Libertad… También ocupa la vicepresidencia del Ateneo de Divulgación Social de Madrid, que propugna clandestinamente actividades culturales y de librepensamiento, colabora con la revista alicantina La Raza Íbera en apoyo al artista anarquista Alfonso Villa Franquesa y escribe su segunda “novelita”: Mi hermana. Sin embargo, en abril de 1930, Martín Arjona aparece sin vida en su habitación de la pensión donde residía. El certificado oficial afirmaba “muerte natural”, mientras que sus compañeros y familiares declararon que fue envenenado por el régimen primorriverista.
Durante la dictadura, los vecinos de Herrera mantenían, de manera clandestina, su afinidad por los movimientos de izquierda. Pero con la caída del régimen, de nuevo estas ideas se hicieron patentes en las calles y la llegada de la II República causó una gran alegría y agitación entre muchos de los habitantes del pequeño municipio sevillano. Tanto es así que, el 14 de abril de 1931, varios herrereños se desplazaron a pie (9 km) hacia Estepa, de mayoría conservadora, y asaltaron el ayuntamiento estepeño tirando por el balcón los cuadros de Alfonso XIII y Primo de Rivera como acción más simbólica. Como curiosidad, la identificación del rojo y el negro con el anarcosindicalismo y el importante vínculo con esta ideología por parte de la mayoría de los vecinos de la localidad herrereña configuran una de las hipótesis sobre el uso de estos colores en la indumentaria del Herrera Fútbol Club. Pese a ser verosímil esta suposición, aún no se ha demostrado cierta por falta de pruebas fechacientes.
De aquella “pequeña Barcelona” quedan escasos vestigios en el municipio. Sólo algunos ejemplares de publicaciones editadas en el pueblo, que descansan en el museo local, y el recuerdo de José Martín Arjona, quien presta su nombre a una céntrica calle, la biblioteca y un festival de teatro amateur con más de veinte ediciones.
Por Gonzalo Cornejo
En primer lugar, enhorabuena por la iniciativa.
De momento yo no voy a poder suscribirme, pero me gustaria conoceros y hablar en persona, que es más sano y más práctico, siempre que se pueda.
Salud compañeros.
Buenas, nos puedes escribir a todoporhacer@riseup.net y lo vemos por ahí, muchas gracias