Los Hombres Me Explican Cosas

Autora: Rebecca Solnit. Editorial Capitán Swing. Madrid, septiembre 2016.  Publicado en inglés por primera vez en 2008. Traducción: Paula Martín.

Si lees de forma habitual artículos o webs con contenido feminista, probablemente en los últimos años te habrás topado con el término anglosajón “mansplaining”. Esta palabra, formada por la unión entre las palabras “man” (hombre) y “explaining”hombres-me-explican-cosas (explicando), se usa para describir al hombre que explica algo a una mujer de manera injustificada, condescendiente y no solicitada, porque, con independencia de cuánto sepa sobre el tema, siempre asume que sabe más que ella. El concepto tiene su mayor expresión en aquellas situaciones en las que el hombre sabe poco y la mujer, por el contrario, es la “experta” en el tema (como ocurre en el prólogo del libro, cuando un hombre explica a la autora un libro que escribió ella tras haber leído una reseña del mismo en el New York Times), lo cual, para la soberbia del primero, es irrelevante: él tiene algo que explicar y eso es lo único que importa.

Según la autora de Los Hombres Me Explican Cosas, la ensayista, historiadora y activista californiana Rebecca Solnit, uno de los problemas del feminismo es que su lenguaje está lleno de gestos que escapan al sexo opuesto, como el de llevar las llaves apretadas en un puño camino del portal o el de sonreír y asentir con la cabeza cuando un hombre te explica algo sobre un tema del que sabes mucho más que él. Es este gesto el que capta la atención de la autora en este ensayo. Solnit decidió contar sus experiencias con el “mansplaining” (término, por cierto, que recibió su reconocimiento en 2008 tras la publicación de este libro) porque «las mujeres jóvenes necesitan saber que ese menosprecio no es el resultado de sus defectos o falta de conocimientos sino la vieja y aburrida guerra de género de siempre”.

El libro recoge otros ejemplos de las estructuras no sutiles pero sí invisibles de los micromachismos, como el de una profesora que, invitada a una universidad, pregunta a los estudiantes jóvenes qué medidas tomaban ellos para evitar las violaciones. Ellas tienen mil respuestas y ellos ninguna, porque no han tenido nunca que pensar en ello.

Pero no todo el libro es una recopilación de ejemplos. Al contrario, aporta muchísimos datos empíricos, analizados fríamente para llegar a unas conclusiones demoledoras: “Las mujeres entre los 15 y los 40 años tienen más posibilidades de morir o ser lesionadas o desfiguradas debido a la violencia masculina que debido al cáncer, la malaria y los accidentes de tráfico juntos”.

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