Albert Camus. Francia, 1947
Crisis. Incertidumbre. Cuarentena. Paranoia. Palabras que nos suenan más cercanas que nunca, que nos obligan a hacernos preguntas. ¿Qué está pasando? ¿Qué vendrá después? ¿Cómo nos afectará la crisis global que acaba de empezar? ¿Qué puedo hacer? Nos empujan a bucear en internet, a veces hasta terminar ahogadas por la sobreinformación. Pero cuando hablamos de días de confinamiento o de personas fallecidas, aunque lo hacemos en números, no hablamos de matemáticas sino de incertidumbre, de preocupación, de dolor… De cosas muy humanas a las que necesitamos dar sentido, más que actualizar cada mañana con nuevas cifras. Necesitamos situarnos, compartir y comparar lo que sentimos y pensamos. Y para eso, no hay nada mejor que contarnos historias. Hay muchas, pero aquí hemos elegido una: La Peste, de Albert Camus. ¿Por qué? Más allá del paralelismo, que nos puede hacer ver que nuestra situación quizá no es tan única como creíamos (y de su propia calidad literaria), es una puerta abierta a la reflexión sobre su filosofía y, sobre todo, sobre esta crisis y esta locura colectiva. ¿Cómo enfrentamos una vida a la que no encontramos sentido ni recompensa en ningún más allá, una vez la muerte se hace tan visible? ¿Y a este estado de excepción? ¿Podemos huir individualmente de ese vacío? ¿Queremos? ¿O podemos construir colectivamente nuestra propia escala de valores, nuestra propia comunidad, nuestro propio sentido?
«Un comerciante había acaparado grandes cantidades de comida, para venderla luego a precios más altos […] «Se murió y la peste no le pagó nada.»»
Puedes descargar La Peste de Albert Camus en este enlace