«Si no estáis prevenidos ante los Medios de Comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido « – Malcolm X
El pasado 14 de Junio, más de 3000 personas se concentraron en los alrededores del Parc de la Ciutadella (donde se encuentra el Parlament de Catalunya) ya que los/as Mossos d´Esquadra bloquearon los accesos al recinto. A la mañana siguiente, el gobierno catalán aprobó unos Presupuestos con importantes recortes económicos en diferentes áreas como Sanidad o Educación. La concentración se mantuvo durante toda la noche y a la mañana siguiente tuvieron lugar los acontecimientos que desataron una gran repercusión mediática. Los/as concentrados/as trataron de bloquear el acceso al Parlament. Algunos/as diputados/as entraron al recinto en furgones de la policía o en helicóptero, como el presidente Artur Mas. Aquellos/as que intentaron acceder por la puerta principal fueron testigos directos de la indignación de los/as manifestantes. Además, se produjeron cargas policiales que acabaron con varios/as detenidos/as y un buen número de heridos/as.
No es nuestra intención realizar una detallada crónica de lo que ocurrió la mañana del 15 de Junio, tan sólo queremos tratar de reflexionar sobre el papel que han jugado los medios de comunicación no sólo a raíz de esta protesta sino desde el pasado 15 de Marzo.
Breve comentario sobre el papel de los medios de comunicación [1]
En estas semanas hemos sido testigos de las diferentes caras de los medios de comunicación. Desde la más amable de los primeros días, no sólo en los medios progresistas sino también en parte de los medios conservadores, hasta la más descarada y torpe manipulación y criminalización que tuvo lugar cuando el movimiento enseñó los dientes frente al Parlament, ofreciéndonos instantáneas realmente patéticas donde los medios no sólo se desenmascararon una vez más como defensores de los intereses del Poder sino que demostraron su falta de vergüenza. El caso más extremo del que pudimos ser testigos fue la utilización, por parte de Telemadrid, de fotografías de los disturbios que tuvieron lugar durante la Huelga General convocada en Grecia ese mismo día, para hacerlas pasar por imágenes de la protesta de Barcelona, a pesar de aparecer banderas de este país y escudos con la palabra “policía” escrita en griego.
Además desde un primer momento, de forma unánime, la información sobre la protesta del 15-J fue adornada con calificativos de todo tipo: “ataque a la democracia”, “kale borroka”, “guerrilla urbana”, “extrema violencia”, etc., además se recurrió a la ya manida teoría conspiratoria de la infiltración de los/as “antisistema” o la conexión con los “proetarras”. Tristemente, los importantes recortes presupuestarios quedaron aprobados y fuera del debate público.
El regalo envenenado
La existencia de diferentes formas de informar sobre lo que tiene lugar tiene un porqué.
Por primera vez en mucho tiempo, asistimos al nacimiento de un movimiento popular y que, en mayor o menor medida, cuestiona el actual orden político y económico. Para frenar su empuje, la clase política y los medios de comunicación han tratado de combinar dos estrategias: “el porrazo” y “las palabras bonitas”.
Tras el primer desalojo de los/as acampados/as de Sol, la respuesta popular fue ejemplar: miles de personas volvieron a tomar la plaza. No era difícil entrever que una nueva actuación policial podía generar aún más apoyo a un movimiento que estaba echando raíces, así que lo más inteligente era cambiar de táctica. Políticos/as, intelectuales, tertulianos/as y periodistas, comenzaron a llenarse la boca de elogios y muestras de apoyo. Todo un regalo, pero envenenado, pues de esta forma, consiguieron la legitimidad necesaria para convertirse en “portavoces” del movimiento.
A partir de este punto, caímos en la trampa. El peligro de los medios de comunicación no está sólo en que el pueblo llegue a asumir “las ideas de la clase dominante” a través de la manipulación y la mentira, sino en que sean ellos los que marquen el debate político, fijen los ritmos e influyan en cómo y cuándo actuar. Y es lo que ha pasado. El confundir las exigencias de los/as periodistas con la opinión pública, con la opinión de la gente, ha tenido importantes consecuencias.
Los medios, sin poder romper con su lógica, es decir, sin poder plantearse que existe otra forma de actuar, reclamaban cabecillas, motivos, reivindicaciones y posicionamientos. En cierta manera, las asambleas se impusieron el satisfacer algunas de estas peticiones, algo imposible pues sus ritmos se mostraron incompatibles con la organización horizontal. Esto provocó en mucha gente desesperación y frustración, llegando a cuestionar la forma de organizarse, en lugar de criticar las dinámicas que se estaban marcando desde arriba.
Pero no ha sido la única trampa, pues el Poder encontró la forma más eficaz de canalizar el descontento: darle al movimiento un contenido totalmente descafeinado e inocuo. Ejemplos donde los medios hayan colaborado con esta estrategia los hemos tenido a puñados: la famosa tabla reivindicativa de cinco puntos centrada en la reforma de las instituciones políticas se trataba de una simple propuesta de un grupo de personas, pero fue presentada ante la audiencia como un hecho, como la razón de ser del movimiento. El debate en las asambleas comenzó a girar sobre este tema (y aún lo hace), dificultando el poder elaborar una crítica más profunda.
A raíz del intento de bloqueo del Parlament ocurrió algo similar, pues los medios asumieron el comunicado de la Comisión de Comunicación de los/as acampados/as en Sol y las intervenciones de Democracia Real Ya como representativas de todo el movimiento (declaraciones realmente vergonzosas, pues equiparaban la violencia de los/as Mossos con la actuación de los/as allí concentrados/as), mientras que otros comunicados – igual de legítimos en tanto que se había decidido de forma asamblearia por personas que participan en el movimiento – con una visión más crítica con la actuación policial y solidaria con los compañeros no tuvieron ninguna acogida.
Por último, estos días han aparecido varias noticias sobre la posible convocatoria de un referéndum para el próximo 15 de Octubre. A pesar de no haber sido aprobado por las asambleas ya se está organizando porque, en palabras de uno de los responsables de la propuesta, “tenemos el apoyo del 90% de la gente”.
Esto son ejemplos de cómo con la complicidad de los medios, se intenta fijar una línea política de carácter reformista, al margen de las asambleas.
La necesidad de crear nuestras propias herramientas
“Necesitamos una comunicación que sea transformadora, es decir, necesitamos la interacción libre, igualitaria y dinámica entre quienes participan en un proceso de cambio social.” – Grupo Ruptura
Entre otras muchas cosas, el movimiento se ha caracterizado por su independencia respecto a partidos políticos, sindicatos, instituciones públicas, etc., pero no respecto a los medios de comunicación. Al igual que se han articulado espacios de autoorganización y al igual que se han desarrollado herramientas propias de acción y trabajo, es necesario abrir canales autónomos de comunicación, vías directas de contacto con nuestros vecinos, sin intermediarios. Pongámonos manos a la obra. Que las calles se llenen de panfletos, periódicos y pintadas.
Todo el poder a las asambleas.
[1] En este apartado cuando hablamos de medios de comunicación hacemos referencia exclusivamente a aquellos vinculados a grupos empresariales con intereses políticos y económicos propios. Con esto no pretendemos insinuar que no pueden existir medios de comunicación al margen de esta lógica, pues, por ejemplo, esta publicación pretende ser un humilde intento de ello.
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