A la espera de que se apruebe la ley que imponga de manera definitiva la Reforma Laboral (RL), la verdad es que los trabajadores del estado español sabemos poca cosa de lo que se nos viene encima. Los principales responsables son la clase política, la patronal y los sindicatos, que han mantenido y mantienen un halo de secretismo en torno a la cuestión gracias a la ayuda inestimable de los medios de comunicación: ¿alguien ha leído / escuchado / visto algún análisis serio y detallado de las implicaciones que va a acarrear la RL? Cierto es que se cuelan cosas, o que algún tertuliano de turno comenta este o aquél punto, pero la verdad es que en la calle no hay una idea certera de quiénes son los que se van a repartir el pastel y cómo van a hacerlo. Sin embargo, lo peor quizás sea que los propios currantes, los que cualquiera sabe de antemano que seremos los perjudicados por la RL, parecemos no tener tampoco mucho interés en conocer la tormenta que se avecina.
La lógica capitalista del “sálvese quien pueda” ha calado en la sociedad hasta sus últimas consecuencias. Y en ese sentido, el ámbito laboral es un espacio más en el que la gente se mantiene aislada entre sí, tirando para delante como se puede, pero sin pensar que acaso existan circunstancias y realidades que sean compartidas de manera común. Un cambio radical de las condiciones de trabajo (contratación, despido, indemnizaciones etc.) es algo que afecta de manera colectiva a los trabajadores, y por más que en el día a día se manifieste como algo individual (la precariedad personal, el despido de un compañero, los problemas de un familiar para cobrar el paro…), lo cierto es que el problema es común a los asalariados, los parados y los estudiantes que están por entrar en el mercado laboral. La falta de una conciencia colectiva (tanto en este aspecto como en muchos otros del día a día dentro del sistema capitalista) de lo que sucede y una práctica en común que se oponga a ello es lo que permite a políticos y empresarios tirar de la cuerda cada vez un poco más. Mientras cuele: ¿por qué no dar otra vuelta más de tuerca e incrementar los beneficios? Nadie debería escandalizarse, porque al fin y al cabo se trata de la esencia del funcionamiento del capital: mientras no haya resistencias, si se puede ganar más, se gana, si se puede robar más a los trabajadores, se roba. Eso sí, la historia ha demostrado algunas veces que cuando la cuerda se tensa puede llegar a romperse. Y sinceramente, nuestra intención es ayudar a esa ruptura.
Llegados a este punto, surge una pregunta inevitable: ¿y los sindicatos[1]?, ¿no son ellos los responsables de defender y negociar los derechos de los trabajadores? La verdad es que a estas alturas de la película, la pregunta se contesta sola y además provoca una mezcla de coña y mala ostia. La imagen que los sindicatos se han ido forjando en las últimas décadas no es otra que la de unos sujetos interesados, preocupados en que su chiringuito no se hunda (en ese sentido siguen la misma lógica descrita anteriormente: hay que salvarse a toda costa, aun a costa de aquellos para los cuales se supone que existes) y que en ningún caso representan a los trabajadores (¿cómo puede representar la precariedad laboral un liberado sindical -con su estabilidad, su sueldo y sus privilegiadas condiciones de “trabajo”?). Los sindicatos son una realidad escindida de los trabajadores, organizaciones que tienen su propia inercia e intereses, y que desde luego hace tiempo que no coinciden con las quienes llenamos las colas del INEM o nos pasamos la vida saltando de trabajo precario en trabajo precario. La RL es una puñalada asestada con experiencia y habilidad en la espalda de los trabajadores, y los sindicatos son uno de los brazos ejecutores.
¿Qué tiene que ver UGT o CCOO con nosotros?, ¿qué tenemos en común nosotros con ellos?, ¿existe algún ingenuo a quien estos tipos les inspire confianza? Cuando comenzó a sonar todo el tema de las crisis, cuando en los tajos se empezó con lo de “apretarse los cinturones” y los despidos se sucedían a un ritmo cada vez más fijo, los trabajadores comenzamos a pasarlas jodidas. Por su parte, UGT y CCOO consiguieron un enorme número de potenciales clientes para sus cursos de formación (pues cobran del estado por impartirlos). Esa es la cruda realidad, aunque escueza. Los sindicatos pierden afiliados de manera continua, sus planteamientos y corporativismos (vamos: sus chanchullos varios para manejar plantillas de las grandes empresas) no casan con un mundo laboral cada vez más flexible y cabrón, en el que entras, sales de las empresas y pasas por el INEM como si te hubieras montado en una montaña rusa. ETT´s (Empresas de Trabajo Temporal) y contratas conforman un mercado laboral despedazado en el que las grandes siglas y los carnés de afiliado no tienen demasiado sentido. Ahora bien, ¿qué han hecho los sindicatos por los trabajadores precarios y los parados? Nada. ¿Por qué? Pues porque juegan al mismo juego que el resto: el del capital, y por tanto sólo hay una motivación que les mueva: la utilidad, el beneficio. Los sindicatos no se rigen por ideales ni convicciones, deben ser afrontados como lo que son: empresas institucionales que buscan su propia supervivencia. Tras todo lo visto desde hace tantos años, tampoco nadie debería sorprenderse.
En medio de esta ida y venida de intereses en donde todos (políticos, patronal y sindicatos) juegan sus cartas, la RL es presentada como la tabla de salvación que va a ofrecernos una salida al desastre. Además, viene de la mano de un partido “socialista y obrero”, lo cual ayuda a darle una cara más amable. Sin embargo la RL tiene dos líneas de incidencia bastante claras que desde luego no se corresponden con las necesidades de los trabajadores:
– La primera es el tema de la temporalidad. Al más puro estilo del totalitarismo, el gobierno ha ofrecido una solución a los contratos temporales que no pasa por hacer más estable el trabajo, si no por cambiar el mismo significado del adjetivo “indefinido”. Nos explicamos, es cierto que en cierta manera la RL va a limitar la cantidad de contratos temporales, pero todo se va a quedar en la superficie: en el terreno de las palabras. Es más, la temporalidad y la precariedad se van a incrementar de manera drástica, lo que sucede es que los contratos temporales pasarán a ser indefinidos, y los indefinidos serán tan frágiles como los temporales. Nos esperan tiempos cada vez más duros, la permanencia de media en las empresas se reducirá y la movilidad se verá incrementada, el despido se abaratará hasta precios de saldo y contratas y ETT´s fragmentarán más y más los sectores laborales, pero no pasa nada: seremos “trabajadores indefinidos”.
– La segunda es la solución que se ofrece a la cuestión del paro. Cuando dentro de varios años la RL haya modificado el escenario laboral, y tal y como hemos indicado se haya acabado con la temporalidad (cuando en realidad se habrá acabado con los contratos indefinidos que suponen 45 días de indemnización por año trabajado, y se llamará indefinido a un tipo de contrato inestable y con el que el despido es una ganga para el empresario), las empresas gastarán menos en cotizaciones e indemnizaciones. Dicho de otra manera: las empresas ganarán más dinero a costa de que los trabajadores lo perdamos. Por lo tanto, se pretende reducir el paro porque los empresarios tendrán la posibilidad de contratar más gente con los mismos costes (el sueldo que se paga al trabajador, la cotización a la seguridad social y la posible indemnización por despido). La ecuación es sencilla: menos pasta y más gente… más curro, pero peor trabajo.
Este es un espacio pequeño que no pretende ni puede ofrecer una interpretación exhaustiva de la RL, pero vamos a señalar una serie de puntos que nos parecen cruciales para entender el fondo y las consecuencias de los cambios que van a tener lugar en el mundo del trabajo dentro del estado español.
· Las modificaciones en el despido nos van a afectar a todos los trabajadores: tanto a los contratados a partir de la RL, como a los que ya tienen cualquier tipo de contrato previo. Esto es algo de lo que al parecer no se ha enterado la mayor parte de los asalariados, ya que en los curros es demasiado frecuente escuchar que la RL será jodida para los que “vienen después”. Habría que recordar que con demasiada frecuencia, el mirar a otro lado en su momento acaba por pagarse demasiado caro a la larga.
· El despido por causas económicas pasa a ser un auténtico chiste. Los empresarios ya no se verán obligados a demostrar que el despido que quieren realizar es absolutamente necesario para la supervivencia de sus empresas, ahora basta con que se “deduzca mínimamente la razonabilidad”. Es decir, que bajo el paraguas de una ambigua “situación económica negativa” nos podrán despedir sin mayores explicaciones y con una cobertura legal plena. En el caso del despido objetivo por causas organizativas, la broma funciona igual: basta demostrar que se “deduzca mínimamente la razonabilidad”, lo que viene a suponer que es suficiente con que la empresa mejore su situación organizativa con tu despido.
Ese gracioso “mínimamente” tiene un fin claro y definido: que los despidos objetivos (indemnizados con 20 días) no acaben en improcedentes (indemnizados con 45 días) cuando los trabajadores denuncian a sus empresarios.
· Como ya no es necesario que las empresas demuestren de manera objetiva que tienen dificultades, los trabajadores podrán ser despedidos de modo preventivo para evitar una “posible evolución negativa”.
· El preaviso por despido objetivo pasa de 30 a 15 días. En el caso de que la empresa incumpla con el pago de la indemnización o con las formas del despido, el despido objetivo pasará a despido improcedente (siempre y cuando el empleado denuncie, claro). Antes de la RL el trabajador estaba en condiciones de ganar y conseguir que su despido fuera considerado nulo y tuviera que ser readmitido[2].
· Este despido fácil y barato afecta también al personal laboral que haya aprobado una oposición. Como sus condiciones se rigen por el Estatuto del Empleado Público y no por el Estatuto de los Trabajadores, los trámites serán algo más complicados que en el caso de una empresa cualquiera, pero eso no implica que este sector se salve de la precariedad absoluta que se está gestando con la RL.
· En 2015, cuando la RL se haya implementado, será “indefinido” todo el mundo, y la empresa pagará sólo 12 días de los 20 de indemnización por despido objetivo (los otros 8 los paga el Fondo de Garantía Salarial -Fogasa-, que depende del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales).
Como ya se ha dicho, el paso del predominio de los contratos temporales a indefinidos tiene únicamente que ver con una nueva definición de ambos adjetivos. Los contratos temporales saldrán más caros que los indefinidos, ya que costarán los mismos 12 días por año pero las cotizaciones son más altas.
Aquí reside la esencia de la RL: las empresas pasan a poder echar a sus trabajadores pagando 12 días por año en vez de 45. La venta saldada de toda una clase social.
· Hasta ahora, el Fogasa pagaba las indemnizaciones y salarios que las empresas no podían pagar cuando así lo dictaminaba un juez. A partir de la RL, el Fogasa pagará 8 días por año del despido objetivo en los contratos indefinidos que duren más de un año aunque la empresa sea solvente y el despido esté injustificado. Esto viene a suponer que el dinero público que se guardaba para casos de emergencia va a servir para financiar el enriquecimiento de las empresas en condiciones “normales” y todos los despidos injustificados que esta reforma da por buenos.
· Por más que la RL venda frenar la temporalidad de los contratos, lo cierto es que las contratas seguirán cubriendo puestos que por definición son fijos dentro de las empresas, haciendo que estas tengan menos costes laborales y una mayor facilidad para poner a la gente en la calle.
· En cuanto a la distribución de la jornada, esta será libre dentro de cada empresa independientemente de lo que diga el convenio. Siempre y cuando no se sobrepase el número de horas anuales indicadas en el convenio, la empresa podrá repartirlas por turnos o de lunes a sábado.
· Se va a permitir la contratación por ETT dentro de las Administraciones Públicas. Es decir, que se van a acabar las bolsas de empleo. Las ETT´s serán unas de las grandes beneficiarias de la RL, para ellas se abre un descomunal campo de negocio en todas las administraciones, ya que a estas les será mucho más económico subcontratar trabajadores precarios que generar puestos de trabajo con condiciones estables.
· En cuanto al paro, el objetivo del gobierno es sencillo: ahorrar todo lo posible, poniendo trabas a los trabajadores a la hora de cobrar sus subsidios.
Para ello se autoriza la creación de “agencias privadas de empleo con afán de lucro”. Dichas agencias tendrán acceso a todos los datos que se encuentran en los servicios de empleo estatales, y controlarán las prestaciones que cobran los parados.
¿Cómo lo harán? Con coacciones y la obligatoriedad de ir a las entrevistas que preparen, acudir a sus citas, entregar comprobantes, marear al personal cuanto sea necesario, asistir a cursos e incluso realizar trabajos de “colaboración social” para seguir cobrando las prestaciones. En cuanto a su financiación: percibirán todo tipo de prestaciones y cobrarán a las empresas (tanto a las que busquen trabajadores, como a las que busquen alumnos o “colaboradores” para asuntos sociales).
También se reduce de 100 a 30 días el periodo de tiempo que tenemos los parados para rechazar cursos de formación sin ser sancionados con la pérdida del subsidio de desempleo.
El efecto de ambas medidas está claro: por un lado se corre el riesgo de que puestos de trabajo reales acaben siendo cubiertos por la “colaboración social” (por ejemplo en ayuntamientos o ONG´s, que se pueden ahorrar buena parte de sus presupuestos y subvenciones), y por el otro se beneficiarán las empresas e instituciones que se dedican a impartir cursos. Dado que buena parte de la actividad de los sindicatos en este país se basa en dar cursos (que por cierto suelen ser una auténtica mierda), ¿resulta extraño que con este dato los sindicatos hayan mantenido la boca cerrada en lo relativo a la RL y el paro?
Después de todo esto, sólo queda reafirmarnos en el título que hemos puesto a estos párrafos: la reforma laboral es una cuchilla en el cuello de los trabajadores. Y por lo tanto, sólo nos queda la opción de despertar y evitar que acabe degollándonos….
[1] A lo largo de este periódico cuando hablemos de sindicatos nos referiremos a los sindicatos mayoritarios, subvencionados, que son los que en el fondo controlan el cotarro a día de hoy: CCOO y UGT.
[2] La diferencia fundamental entre un despido nulo y uno improcedente es que en el primero el empresario está obligado a readmitirte, mientras que en el segundo tiene que pagarte la indemnización máxima. Como la mayoría de despidos son tachados de improcedentes, la realidad es que en este país el despido es libre, lo que pasa es que no es gratis…. todavía.